Ahora, donde Dios era fuego,
donde hablaba el dolor, llora el vacío.
Antonio Gamoneda
Cuando fui árbol soñé con el verano
para respirar despacio y acariciar a mis hijos.
Ardieron ellos, y a mí
se me cayó la caricia de las ramas.
Me asfixié de dolor y cerré las hojas
para no ver
mis pavesas avivando sus cenizas.
Fue así…
como preservé también mi savia,
aunque ya no broto hijos.
Ángeles Fernangómez
Divino!
ResponderEliminarDiscurre entre la belleza de lo lírico el agrio sabor de lo que narra. Arde el árbol. O fuego en el bosque, o una metáfora bestial sobre una tragedia humana. Dos lecturas a elegir, o a compartir.
ResponderEliminarUn beso.
Laura