viernes, 28 de febrero de 2014

EUFORIA EN PLURAL




Domingo peltre.

La primavera en mi barrio
se llama olvido,
no encuentra las hojas caídas
detrás de la ventana
ni los brotes despertando
al sol de la mañana.

El viento gime gris,
pone el dedo en la llaga del tejado
y naufraga sin saberlo.

Tomo la carretera que lleva al sur.

El día se vuelve noche,
la noche me pega en la cara,
los besos juegan a la rayuela en las veredas
y desde los escaparates
un paisaje de origami
me perfuma la piel.

Euforia en plural.

Poesía en intento de fuga:
cruza la calle,
hurga entre los escombros
de metáforas azules,
rescata un verso rehén de mis plegarias
y dobla la esquina.

Tu poema de amor
se desnuda en mis labios
baja por el perfil de la soledad
sin guantes
te atraviesa la mirada
y en la mirada, llueve.

Grita un silencio
con los ojos cerrados
en el umbral de tu historia,
emerge señorial
desde el relieve de mi tiempo.
Nadie lo escucha.

Foto en sepia en la última estación del amor.

Cuando ya no sea nombre en tu boca
abrazada a las nervaduras de mis huellas,
tu voz interior regurgitará mi canto
y sabré que anidaste en mi alma
para siempre.



Sandra Graciela Gudiño




jueves, 27 de febrero de 2014

FEMENINO SINGULAR




Interrogo con las manos
el polvo de aquel tiempo
encontrado en la memoria,
rumor de trenes
en la estación que guarda el pasado
y sabe lejano
como la palabra nunca.

Recuerdos al remojo
en la copa de un roble
que huele a malbec,
susurro de estrellas
en el mediodía de mi vida.

Destapo el corazón palmo a palmo,
aposento donde retumban
los pasos de antiguos huéspedes.
De los que me nombraron y nombré
sólo quedan gesto sin rostros,
convocan la ternura
y se diluyen, al descuido,
por el pasillo de las soledades rotas.

Grito: ¡Siempre ando de paso,
recuérdenme!

Anonadada en la gracia plena
de un poema recién proclamado
alianzo la confusión
de mi mujer-alada
y su niña buena.

Vuelvo al canto de colores
en las manos,
asoman las bienaventuranzas,
y esta poesía que gime
en femenino singular
sin olvidar a nadie.



Sandra Graciela Gudiño



miércoles, 26 de febrero de 2014

DESNUDA



Descalza.

Cuando el cielo se pinta
los labios de rosa fresco
y la tarde liba trinos
emigrando hacia la noche,
me desnudo.

De vos.
De mi.
De todo.

Liturgia amorosa hecha luna
en la luna del espejo.

En la estación de la piel
el himno del ángel errante
peregrina mi íntima multitud.
La sombra de mi pensamiento
en penumbra se rebela,
grita,
mi nombre cae.

Me desnudo.



Puerta abierta a la morada interior,
rompehielos que abre una brecha
en costra endurecida de prejuicios negros.

Hombros.
Pechos.
El ombligo.
Impúdico goce,
epiloga la última prosa
y flota en el lugar.

Pubis.
Muslos.
Los pies.
Me alzo altiva
frente a mi propio paisaje interior.
Emboscada al paso sigiloso de los días.

Los ojos acarician la lozanía
en su exacta redondez.
Los oídos beben el néctar
de las diosas.
Escucho de las manos
canto de sirena
del yo recién parido.

Me desnudo.

Cuerpo y alma conjugados
en mismo verso de amor.
Del otro lado de la soledad
celebro la vida
en universo de hoy,
donde la piel
es el único Dios posible.


Sandra Graciela Gudiño







martes, 25 de febrero de 2014

FE SANTA




Amanece con voz ronca el día,
las ojeras de la noche anterior
se desperezan,
abren el periódico al descuido.

Encuentro,
una insensatez desordenada,
una palabra que no busco,
tanta ligereza en la mirada del más alto.

Descubro,
una promesa no guardada,
un disparo antagónico en banda
por callejones sombríos,
la soledad ocupando tanta gente.

Me revelo,
escupo un puñado de gritos
en la boca de un mitin callejero
frente a la catedral.

Silencio,
el llanto de una madre
que besa a su niña
en la pancarta de la equidad.

Derramo el alma en los oídos
de una mañana llena de manos
tendidas al sol
en la puerta del semáforo
que lleva al sur.

Cierro los ojos.

Hambre de lluvia entre tanta humedad.
Hambre de justicia entre tanto caos.
Hambre de tanto entre tan poco.

Puños cerrados.
Pies descalzos.
Fuego en rostro de mujer.

Invencible cabecera con el puente cortado
y la palabra "santa"
mordiendo la entrepierna
de la ciudad en primavera.

Fe santa a la Vera de la Cruz.

Desde la taza de café
le desato una promesa,
le riego dulcemente una plegaria
y dejo que la brisa de las ocho
la despeine, sin el sombrero puesto.



Sandra Graciela Gudiño



lunes, 24 de febrero de 2014

47



Surco mi historia.

Descalza.

Sin prisa, ni promesas.

Tengo la vida tatuada por dentro

y la piel astillada en sal.

Soy añoranza

vestida de mí.


Sandra Graciela Gudiño


domingo, 23 de febrero de 2014

Semana dedicada a Sandra Graciela Gudiño



Esencia



Encontrarme en lo profundo
identificarme en sus formas
sentir sus trazos de luz
en lo invisible
sentir ternura
en la fortaleza de mi mismo
acceder a mi fortaleza.


Francisco Muñoz Soler

sábado, 22 de febrero de 2014

Dieciseis años



Hace dieciséis años
era no errar
por no haberlo intentado
darme la oportunidad
con prudencia
por si había que desandar
pasos mal dados
no sé
si por escasa cautela
o por maestría de la celada
el camino de vuelta
solo me ofreció ciénagas
y quebradas
en estas fechas
oteo el primigenio sendero
su precio
un ala del alma.


Francisco Muñoz Soler

viernes, 21 de febrero de 2014

Los surcos de tus pasos



Deseo
que los surcos
de tus pasos
no vuelvan
a orientarse
a las sombras
que deja
mi rastro
que ni siquiera
ellas
recuerden
tu presencia.


Francisco Muñoz Soler

jueves, 20 de febrero de 2014

No leen poesía



Desgraciadamente
no leen poesía
quienes no necesitan
amar
desgraciadamente
no leen poesía
quienes hacen bandera
de la estulticia
aún así
tenemos que reavivar
sus conciencias
con la fortaleza
que nos da el amor
para conquistar
espacios de compasión
en sus corazones
de piedra.


Francisco Muñoz Soler

miércoles, 19 de febrero de 2014

De repente


De repente
en mi somnoliento
estado
me llega la imagen
de mi entrada
en Viña del Mar
en el microbús
atascados
por una procesión católica
que remota pulsión
agarrada a mi alma
esconde
esas imágenes
de mi apresurada
salida de Concón
hacia Santiago.



Francisco Muñoz Soler

martes, 18 de febrero de 2014

Pizarnik



Pizarnik traspasa
el tuétano del alma
con delicadeza
de acero,
rasga hasta escarnecer
la transparencia divina
del ser humano.



Francisco Muñoz Soler

lunes, 17 de febrero de 2014

Siempre


Siempre me ha gustado correr
junto al mar
percibiendo su húmedo aliento
admitiéndolo como protagonista
de un viaje intransferible
donde a cada metro
vencido por mi íntimo esfuerzo
derribase pruebas intangibles,
envuelto en su incorpóreo sonido
siempre me ha gustado correr
absorbiendo el ritmo de su oleaje.



Francisco Muñoz Soler

domingo, 16 de febrero de 2014

Semana dedicada a Francisco Muñoz Soler






EL VIAJE





Después de todo estamos al final de un camino:

el barco, el equipaje que oculta

como un pequeño corazón,

están prestos, las nubes

iluminándose de roturas

azules sobre el vidrio de la puerta

como un juego inocente,

tu cuerpo de ojos vacíos,

lo poco de sangre que resta.

Afuera, en la calle, todo ocurre

de otro modo, parece

como si toda travesía

consistiera en la acción.

Puede que consista el mundo

en cantar a la ausencia:

sobre mis pies el agua se desliza

intermitentemente

y, en uno de los recodos

del mar, se halla el olvido insomne

de reiteraciones eternas.

Y me iré como siempre sin lluvias,

doliéndome seca la boca,

porque pasó tan cerca el alba en ciernes,

que me desprendí sorprendido

de la misma aurora.

Y estás ahora en la prisión,

persiguiendo muchachos

quebrados cazadores de luna.

Mas la realidad, con todo, es esta:

no será lo mismo que entonces,

mas bien será otro trozo de tabaco

para seguir mascando.



Las velas triangulares

del sol cenital se inflaman

sobre escolleras de agua

y plantas trepadoras.

A veces se diluyen

las lindes de la blanca locura:

loco es aquel que atraviesa

las espadas y herido regresa

al lugar de las cosas

y de las fábulas difusas.

Pero la herida siempre

se mantiene, a pesar de los pesares.

Viniste conmigo a poblar

la oscuridad, viniste

conmigo a comprobar el efecto

de las duras navajas

en la piel del deseo.

Tu negativa última sólo a ti concierne.

Y te empeñarás

en que no ha pasado el tiempo,

como otros se empeñan en asuntos

que habrán de descubrirse,

pero quizás lo que guardaste

se expanda a pinchazos

y el viaje se detenga adherido

a un cierto lugar

y, así, el final del camino

sea principio y fin del camino.



Rafael Lobarte






sábado, 15 de febrero de 2014

SANSUEÑA





He regresado a ti,

ancha y horizontal mujer del valle,

desde la altura

verde y llana,

anhelante de un íntimo

amoroso espacio.

He vuelto a ti

por el camino de niebla

para así cobijarme,

fuera de la inmensidad,

en tu seno de frutos y de hojas.

Un fuerte, encanecido

dios, que se enguirnalda

de pámpanos y olivos,

te resguarda del cielo.



Regreso a la Ciudad Blanca, ciudad del sueño,

vuelvo hacia ti.

Lejos quedan el mar y las aves,

lejos quedaron

la abertura

de la noche virginal,

sus muslos tibios.



He regresado

a tañer una segunda

canción de espera.



Rafael Lobarte






                

viernes, 14 de febrero de 2014

ELEGÍA







I



Se fue a la alborada,

dejó el lecho vacío

y en la noche mis manos no pudieron retenerte.



II



Es mi silencio una mueca ajada

y tú, en mí, eternidad,

presentimiento de la muerte, cada

vez más vacío tiempo.



III



Suspendido,

en el anclado cauce

del antes y después,

del tiempo fijo,

en un cruce de venas.

Voz que no es llanto,

lumbre interna

de la constelación

y su sombra,

dolorida imagen

de la sien y el verso.

En la alcoba trémula

y el umbral de penumbra enrojecida,

te deseo.



IV



Cuando la estrella de la tarde

caiga en nuestros párpados

cerrados

de piel oscurecida;

cuando las aves de la luna

persigan

sus sombras enlazadas,

nuestro instante de locura:

entonces, la rosa de tus labios.



Rafael Lobarte






jueves, 13 de febrero de 2014

LA CIUDAD Y LAS ALAS







I



De margen a margen,

bajo las arcos de los puentes,

se desliza bronce de agua.

Verde hierba encaramándose

a los tiernos bastones de la orilla.

Demoradas aves, ya puntos

o líneas rasgando el azul, prefiguran

la llegada de la noche.



Reunión en la sombra,

juego de luz tras los cristales:

el borracho loco,

el adolescente bobo,

la niña tonta bien peinada,

el sabio intelectual y bien pensante,

abiertos en la sombra, gustando de la sombra,

escuchan al muchacho

de la dulce mandolina

canciones asombrosas;

el negro polvoriento,

la furcia helada, el camino.



Nubes amontonadas picotean la luna.



II



Todavía por ti la ciudad se alza.

Calles son sierpes, plazas un posible encuentro.


Te he amado tanto…

 
La torre es un deseo,

una espera el agua.



Oscuro de día

y en la noche oscuro:

rojizas luminarias,

tizones encendidos

como en un simulacro.



... que he de dejar constancia de mi olvido.



III



El sol espejea en esta hora.

Estuviste aquí,

igual que una serpiente

ciega entre estas cosas a las que día a día

adjudicaste su precioso nombre.

Cuando, al fin, salga,

me uniré al murmullo de los pájaros

que ahora anidan,

así sabré algo más sobre mí mismo

y sobre ti.



El horizonte desabrocha

su indumentaria vegetal, dejando

entrever mentidas presencias.

Cae una lluvia

tan fina, que se viste de verde.

Mas ya redobla su tambor el tiempo.

Resulta pues, preciso

insistir por el viejo sendero,

revivir la vieja instantánea.

De nuevo oscurece tranquilo.



IV



Este es el triste reino,

idéntico color del día y de la noche.

En los últimos portales

el aire introduce en el cabello

cincos dedos de furia,

y el río es un falso reposo

traspasado por los mil y un mensajeros del alba. 



Rafael Lobarte



miércoles, 12 de febrero de 2014

ÓCULO





Te ocultas detrás

de un árbol gigante,

mientras hunde la noche

medialuna en mi pecho.



Y si después, amor mío, amaneces,

en parte alguna te hallo.

Continúa en mis ojos,

hondamente grabada,

redonda arquitectura

de encendidos metales,

blanca constelación suspendida de un cielo oscurísimo.



Rafael Lobarte

martes, 11 de febrero de 2014

CAPELLAE





I



No muy lejos de aquí

el heráldico árbol de la muerte,

los ojos pardos en la sala oscura,

el Cristo pastoril,

la colina que oculta siglos de oro

y el hermoso muchacho.

No muy lejos de aquí el agua que llena las aljabas

de los cazadores. Pues nada

podría serme comprensible,

girando alrededor de los círculos diáfanos

con un haz de idénticas imágenes

una vez ya proyectadas.

Apuntemos con esa flecha estéril

adonde no excaven la tierra

húmeda y pingüe,

densificada en tus dedos,

los cerdosos jabalíes.

Mi identificación

contigo es pura apariencia,

pues yo conservo también un arco

aquí, en la mirada. Sólo importan

las cosas que aprendimos a medias,

el canto de un pájaro o mi propio canto,

y el silencio

y la neblina que los edificios

aureola sutilmente.

Tú has de moverte en torno a mí

para así cantarte cuando yo me canto.

Pan sonaba por los montes,

herido amor

en los incognoscibles adentros refugiado

de la abierta boca.

Sal de allí de una vez por todas:

ya estoy a salvo, fuera.

Algas idénticas a cuerpos,

el dulce vello de los cuerpos;

fueron aquellos quince años, ¡ay!, inolvidables:

el adolescente impetuoso

cuya blanca y firme dentadura

muerde a la ligera muchacha

un tanto huera y mortecina,

y sus planes emplazados

para un futuro próximo.

Todo debe ser borrado,

ondea la señal por el aire espeso

de construcciones pardas de ceniza:

la colina que oculta siglos de oro,

Astrea, ¡oh virgen!

La fuente puede dar todavía agua,

un instante vivido

para el andamiaje del recuerdo,

para que la vida aliente

en la mutabilidad

de tus facciones.

Más a punto cada día,

terminarás por extraviarte.

Y ahora, decidme, ¿dónde empiezo?

Ya el ciclo de las estaciones

se va cumpliendo riguroso,

ya golpea en mis sienes

la sombra del enebro.

Ite domum saturae, venit Hesperus, ite capellae.


II


Claro que, al final, todo queda ensombrecido.

Ahora pues, situémonos: llanuras

inconmensurables, estrías

ascendentes de la vid,

verde enredadera.

Un blanco mantel recrea

mi visión del mundo,

porque todo está dispuesto,

el alimento

y, después, el descanso

sobre un lecho de oro.

Seguro que no habéis contado con el brillo

de las constelaciones

y el perfume de las rosas

marchitas que rodean el estanque de agua.

Dios está con vosotros

y con vuestros hijos,

sobre la escarpada colina esgrimiendo

el rayo de fuego.

Cuando sobrevenga el alba,

reflexionaremos

sobre la mejor manera

de pasar el nuevo día

y los atardeceres.

Tú estás conmigo y no tengo

absolutamente nada

que decirte. Sí, podríamos

besar nuestros cuerpos

y después, fatigados,

pensar en tanta muerte que soportan,

indiscutiblemente, todos los que han muerto.

Las líneas observa de mis manos,

no estamos lejos ya

de un pequeño desenlace.



III



El número tres anda siempre en la locura,

lleva a cabo una síntesis extraña.

Es bueno dejar

que la marea te arrastre

sin demasiada convicción

ante sus determinaciones

futuras. Voy por una misma senda

reticentemente, en la superficie

de las cosas encuentro

el único bálsamo para mi deseo.

La descarga onerosa de las viejas tormentas

no puede molestarnos.

Estás aquí y ahora.

Pan brincaba por montes y selvas

y Baco le seguía.

No muy lejos de aquí

disparaban sus flechas los muchachos

hacia un punto de azul.

Enmarquemos el dulce ensueño

repleto de presagios:

las enlutadas madres de las guerras

y, ella, hermosísima, lloraba por la muerte

de su tierno amante.

Cercana está la primavera,

allí los contumaces jabalíes

no excavarán la tierra enrojecida,

y pingüe y húmeda

se os ofrecerá aún de nuevo.

He lives, he wakes - 'tis Death is dead, not he. 


Rafael Lobarte






        
 
          

lunes, 10 de febrero de 2014

UJI





Un día del pasado,

caluroso y húmedo septiembre,

partimos desde Osaka, rumbo a Kioto,

en un tren japonés raudo y preciso,

y desde Kioto a Uji,

en donde suele desplegar el vuelo

secundado por músicas apsaras,

el Byodo-in, fénix deslumbrante

-aunque, enjaulado y ciego,

en aquella ocasión hurtara a nuestra vista

su trémulo cristal-,

longeva grulla entre perennes pinos;

y en donde, junto al río turbulento

y desbordado -ahora igual que entonces-,

tras arrostrar valientemente yermos

soles y asperezas,

Kaoru conoció a las melifluas hijas

del buen príncipe Hachi

tras el kichó: a Oigimi y a Naka no Kimi,

a Ukifune después;

Kaoru, el bello y bienoliente vástago

del triste Kashiwagi

y de aquella princesa, que aunque boba,

supo engañar al luminoso Genji,

el viejo burlador al fin burlado.

Y allí escuchó aquel koto incomparable,

y allí entrevió una forma cegadora,

y allí surgió un amor,

acaso más patético que trágico,

pero, con todo, amor.



Fue doloroso comprender un día,

que se habían quedado

atrás, sin haber hecho

nada para impedirlo por tu parte,

las pocas ocasiones

que el tiempo te brindara

de ser feliz; curioso que ni aun eso

en realidad ya importe.



Rafael Lobarte






domingo, 9 de febrero de 2014

Semana dedicada a Rafael Lobarte




Amaneceres






Hoy he despertado curiosa

con las manos llenas

de necesidades exploratorias

vestida de deseo desbocado de una lengua

(la tuya)

enredando mi boca

invitándola a pecar entre tus piernas

a descubrir que comerte

es reafirmar que estoy viva

Yo quiero

acabarme contigo

¿Vienes?



Tania Evans

sábado, 8 de febrero de 2014

Indomable (I)





El alma se libera de vacíos cuando te acercas

No existió infancia

ni legado

Me fue negado el recorrido

y yo, que no suelo acatar órdenes

me salté mi norma

Hay tantos recuerdos

carentes de paisajes

que pensé

que tal vez vos

puedas encender una cerilla

en medio de la noche

Te propongo un trato a lo Benedetti

Déjame contar contigo

asirme a tu lomo indomable

sentir tu galopar sereno entre mis piernas

que el destino sea lo de menos

si tu boca me habla

si tu lengua me cuenta

que pasaba en las casas en mitad de la noche

qué llovía en ese océano de falsa calma

Dime que puedo contar con vos

para mostrarme la vida

que se me escapó de las manos

cuando mis pies me pusieron a salvo

Te espero latiendo, llena de hojas en blanco.



Tania Evans

viernes, 7 de febrero de 2014

Poderosamente vulnerable





Me descubro sonriendo de medio lado tras pensarte



Tú no lo sabes

pero yo si se

todo lo que ese pequeño gesto esconde



Cuando a mi órgano bomba le da por hacer horas extras

así, sin venir a cuento

inyectando fuerza y borrando el cansancio



Cuando la noche es un regalo que me acerca a tu cama

aunque sea solo a través de palabras que cierran el día

abriendo la posibilidad de ser uno mismo desnudo, por fin, de teorías



Cuando solo pienso en las ganas que tengo de sentir

el roce despistado de tus dedos mientras caminas



Cuando tengo que darle un segundo tras otro la razón a Einstein

porque los días que faltan para volver a verte,

se alargan desde que descubrí que tú, también, me miras

que en algún sueño nos pusimos de acuerdo

para despertarnos mutuamente

para sacudirnos por un tiempo indefinido o limitado, no importa

la soledad tan llena de gente murmurando

para llenarnos de gritos al cielo

para enredar las sábanas y devorar las ganas

para que me desvistas de sombras

y con tus besos

dulces

me cubras de luz.



Porque me siento poderosa cuando te hago temblar

al confesarte todo lo que te haría “si tú me dejaras”



Porque me siento vulnerable ante tu cariño que me desarma



Recógeme entre tus brazos

prometo aferrarme a tus piernas

cabalgar contigo

devolverte con intereses el oxígeno que te robe en cada beso

recuperar tu sonrisa

la de verdad

esa que duele cuando te la arrebatan



Pero sobre todo

prometo ser yo aunque te asustes

es bello sentirse frágil de vez en cuando

como me siento yo misma desde que sé

que tú

también me miras.



Tania Evans

jueves, 6 de febrero de 2014

Puntos suspensivos






Una tarde cualquiera de Skype como la de hoy

en la que te veo en movimiento después de tanto texto comprimido

esquivo la razón que me lleva a perderme en las esquinas

y hundiéndome en tu yo virtual que se sonroja

te miro de frente con todos mis sentidos



Hiervo literal e instantáneamente

y quiero comerme las palabras despacito de tu boca

abrir con mis caderas un paréntesis entre tus piernas

y quedar tan pegada a ti

que no puedas seguir creciendo sin invadirme



Alejo las voces que insisten en recordarme

que no somos punto y seguido

y acojo tu lengua entre mis labios

le doy la bienvenida a tu hogar por esta noche

en esta habitación que se desvanece

a medida que tu piel se abre camino



Puede que en realidad no seamos punto y aparte



A mí me basta por hoy

con ser solo unos cuantos

locos e inflamables

puntos suspensivos



Tania Evans


miércoles, 5 de febrero de 2014

Esta noche las sirenas aúllan algo más que urgencias





Te contemplo dormida sobre la cama deshecha,


cómplice necesaria en esta revolución callada


que estalló al devorarnos, víveres con hambre


Te miro


y el balanceo de tu dormir con sueños


convierte las pecas de tu espalda en una galaxia


de la que quiero investigar en profundidad


origen, contenido y forma de cada estrella.


Sonrío


un gesto que no repetiré cuando despiertes


para no creer que es posible lo imposible.


Porque los dos sabemos que no me pertenezco,


que toda noche muere en la mañana


y la verdad nunca nos hizo libres.


Me miras


respiro a lluvia reciente y tierra mojada,


me rindo a la locura que me muerde


y extiendo las alas para abarcar entera


esa galaxia roja y tuya, recién descubierta.


Pestañeo y te pierdo.


Ni siquiera ha sido un sueño.


Me la ha vuelto a jugar


esta imaginación ilegal por contrato


que te tengo.


 

Tania Evans

martes, 4 de febrero de 2014

Eres ventana cálida




Ella no lo sabía


pero hacía días


semanas


una eternidad


que necesitaba con urgencia una ventana.


Una ventana grande


de las que se parten pariendo amaneceres


atrayéndote con sus extremidades


a su regazo vacío tan lleno de posibilidades.


Una ventana del color de la lluvia,


mojada, astillada


experimentada


por qué no, una ventana descarada.


Una ventana que diera a un aire fresco


de esos que te limpian toda la basura acumulada en el alma


que barren recuerdos


que instalan nuevos sabores y olores bajo la piel y la almohada


Ella no lo sabía


hasta que se dio de bruces (por qué no, virtuales)


con otra ventana


una ventana que ya no entendía para quien parir amaneceres


Y cuando sus cristales se cruzaron


la lluvia arreció


una banda sonora emergió de un balcón que buceaba en youtube


y se mezcló con las gotas transformando en rojo y azul su color


Y reflejo con reflejo


sus hojas se abrieron de golpe


sin miedo a romperse en mil pedazos


Y compartieron su olor a tierra mojada


ese olor que despierta las ganas de correr,


de saltar en los charcos con los pies descalzos.


Y desearon de repente ser invierno y ser humanos


sin herrajes sino brazos


y con toda esa piel nueva


sin ninguna prisa y todo el tiempo


amanecerse cada día bajo la piel de la cama diluviando.





Tania Evans


lunes, 3 de febrero de 2014

Días licuados




Hay días blandos en los que el sexo se antoja como un paseo escarpado

Da como pereza porque lo que deseas es nutrirte de abrazos asexuados o mejor dicho, asexuales, pegarte, fundirte, sintiendo cosquillas en la nariz con el vello de su pecho

Hoy es uno de esos días ya no blando, sino licuado, en los que llegas a casa derramándote, con los brazos arrastrando… y pienso donde estará esa piel que siempre hierve haciéndome infusión moruna cuando me acerco, cuando le rodeo desde atrás con mis brazos.

Y te encuentro donde siempre, vertiéndote sobre las hojas en blanco… desnudo de toda noción de mi presencia. Te observo sintiendo en mi memoria tu abrazo fuerte, amplio, esas manos extensas que me abarcan desde abajo y me elevan como si fuera ligera, etérea. Esa ingravidez me muerde por dentro buscando la salida entre mis piernas, porque al olerla, al anticiparla, soy yo la que se vierte sobre la alfombra, blanca.

Pero no, me digo, si yo hoy no busco eso, no quiero sexo, quiero abrazos de cucharita, abrazos ropero donde meterme y quedarme quieta, muy quieta, respirándote. Pero es inevitable que al pegarte a mí, sienta todo tu cariño, todo tu amor, erguirse buscando-me olfateando-me entre las piernas, entre las nalgas si me doy la vuelta, subiendo por mi espalda, por mi cuello, buscando mi garganta. Indaga, quiere saber, como se presenta la noche… quiere ser usado ya que lo despertaron. Y se hincha del propio enfado cuando ve que tu abrazo es dulce, es de amante amando…Y me rio de mi misma, porque siempre olvido que licuada, desarmada en la batalla del día y vencida, alborotada, con sueño o con hambre no puedo dejar de rehacerme las veces que hagan falta como la mala de terminator, y querer trepar por tus piernas, morderte la boca, los labios la lengua. Dejarme caer y ensartar ahogando con mi sexo los lamentos del hinchado, rosado y gran ofendido cuando creía que se iría a la cama sin cenarme. Y exigirte, suplicarte, que te muevas, que entres y no salgas, y aprietes hasta que no quede nada de ti por darme. Aunque siempre me engañas y también siempre, hay algo más que regalarme. Entonces si, tras rehacerme para volverme a romper de espasmos encima tuyo, me integro en tu piel como una célula más y cierro los ojos, deseando que a mitad de noche, despiertes a hervirme de nuevo la sangre




Tania Evans

domingo, 2 de febrero de 2014

Semana dedicada a Tania Evans






Los martes




Te dejas caer (de paso) sobre mi cuerpo,

generalmente los martes,

cuando nos encontramos por algún escenario

o en cualquier esquina.

Hasta pareciera que te alegra verme

y yo me dejo engañar porque te quiero.


Deberíamos dejar de coincidir,

para empezar a concertarnos.

No comprendes amor mío lo insoportable,

que me resultan los miércoles.



Dolors Lluy

sábado, 1 de febrero de 2014

Caos




Nos encontramos después

de sobrevivir a nuestro propio ataque.

Mis ojos se proyectaron en tu nuca

con la intensidad de una bomba nuclear.


Su onda expansiva recorrió tu espalda,

la curva de los hombros,

tus manos sujetando la cara

¡¡Tus manos!!

Esas manos que desataron mi pequeña muerte,

hasta alcanzar el cataclismo final.

Reacción en cadena de lo inevitable.


Y ahora. A salvo en mi refugio,

en el bunker de las palabras,

solamente puedo defenderme,

bombardeándote a poemas.



Dolors Lluy