Estaremos…
sabremos mantenernos desprovistos de esencias,
tornar como nunca a la piedad descrita en nuestros actos;
sabremos, tan humildes como quisimos ser antaño,
soñar arcanos celestes,
ciertas luces unidas a un mismo propósito.
No sabremos de destinos,
habrá pasos distantes, lejanos…
habrá presagios de encantos
y seguiremos sin plaza donde poder celebrar lo andado.
Ganaremos tiempo y se rasgarán los rostros.
Buscaremos brazos que prolonguen los nuestros,
abrazos que nos lleven más allá del desconcierto.
El consuelo está en la lentitud del desahogo,
nuestra angustia:
la fragilidad de(l) ser amado.
Rafael Saravia
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