Todo aquello que nunca dije
y que probablemente
nunca diré,
encadena mis pies
y aletarga mi mente.
La nostalgia es siempre
un zarpazo que no cicatriza
una brecha que sangra
derrochando todo
lo que habría de ser olvido.
Y sin embargo me siento capaz
de afilar mis labios
cuando me miras sin mirar.
Pero me detengo, un instante,
y engendro un eslabón más
de esa opresión que anuda
pies y aletarga mentes.
Hago nudo en el momento,
y permito una paz
que sobrevive, a golpe
de silencios.
Y una sonrisa, hipócrita, lo sé,
aparece sin ser llamada
como muro infranqueable
de las palabras.
Maribel Sánchez
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