En el adagio del salón brillabas,
luz de neón, esfera de purpurina,
peonza que nos hace girar.
Diez metros por cinco
multiplicaban espejos voladores
en la oscuridad del universo.
Y la música nos elevó,
almas trasfiguradas en cuerdas de violines
que nos resucitaron entre ángeles sin alas.
Amparo Sanz Abenia
No hay comentarios:
Publicar un comentario