En los árboles con todo el frío 
contra la noche más estrecha 
allí sin nada 
nos encontraron pegados a otros cuerpos, 
siendo de ellos mismos
las otras manos y los otros pies 
que nos anduvieron desde el principio. 
Llegamos a ser también 
las hojas de los otros árboles 
la soledad de las noches más oscuras. 
Allí contra todo pronóstico 
arrancamos del suelo 
las primeras sombras 
el bullicio del silencio 
y nos convertimos en el presagio del mundo.
Candelaria Villavicencio
 
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