No hay calle empedrada que no recorras en el viento que te lleva
y sin embargo cuando llegas a mi casa te paras,
miras de reojo mi ventana,
y me lanzas una mirada de humedad
que entre las cortinas se hace lluvia de luz
y siento como el temblor de la primavera desembala mi alma.
Fotografía
aquí
Una suerte ese viento omnipresente que se para para mirarnos.
ResponderEliminarUn abrazo