No me perdonan estas paredes
impregnadas de tu ausencia,ni el suelo que pisaron nuestros pasos
sin cruzarse en sus tablas de madera.
Habita bajo las tejas
un fantasma de tristeza
-clandestino polizón-
ilícito heredero de tus risas
embaladas en cajas de cartón.
No me perdona el aire que respiro.
Todavía puedo oler
el aroma de tu sueño
velando la madrugada a tientas.
El reloj marca una hora equivocada
en su esfera circular.
Sus agujas olvidaron detenerse
en el tiempo necesario para hablarte.
Tendré que inventarme otro lenguaje
que pueda prometer cielos azules
y dibujar estrellas que iluminen
el mar oscuro de tus noches.
Carmen Jiménez Díaz
Hay veces en que todos los lenguajes se quedan obsoletos... Es entonces cuando debemos inventar otros...
ResponderEliminarUn beso, Carmen.
Es absolutamente necesario y casi siempre lo inventa el corazón.
ResponderEliminarTe mando un abrazo tan grande como tú mi querida amiga.
tu poesía es el lenguaje que pretendías invertarte, sabe a esperanza y a flores recién cortadas.
ResponderEliminarAsí es José Ángel. La poesía es justamente el lenguaje que traduce las palabras del corazón y se atascan en la garganta hasta que respiran poesía y te devuelven a la vida.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por dejar tu mirada.