Unos labios sin destino, 
los tuyos... 
que como amantes de la mano 
bajo la lluvia mansa de París 
paseen completamente empapados 
por los Campos Elíseos de mi cuerpo.   
Unos dedos trémulos, 
los tuyos… 
que como nazarenos por Sevilla 
en noches de pasión 
procesionen cargados de fe 
por el dédalo de callejuelas 
que es el casco antiguo de mi piel.   
Unos ojos de bosque, 
los tuyos… 
que colmados de dulces otoños 
como la misma miel 
guarden apresadas todas mis miradas 
en el ámbar de sus pupilas.   
No es tanto lo que escribo 
apenas todo lo conocido. 
Todo lo tuyo, 
toda tú. 
       Solo eso.
Tomás Soler Borja
 
He releido varias veces todo pero cuando nombras sus ojos...ufff, que belleza Tomás!
ResponderEliminarBs
Sembrar el alma con los versos que otro cuerpo, que otra esencia inspira... qué bella forma de inmortalidad...
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestras palabras, amigas.
ResponderEliminarBesos a pares.