He aquí el laberinto. 
He aquí el liquen dibujando de oro y ceniza 
los muros herméticos. 
La rabia de los huesos calcinados, 
los sueños en el fango del tiempo detenido, 
los arañazos de los extraviados. 
Las palabras de amor escritas en la piedra 
son rastros de sal para mi sed. 
Sólo dame un poco de dinamita. 
Yo  pondré  el fuego.
Charo de la Varga 
 
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