Como yo no soy nada melancólica 
me curan muchas cosas de la melancolía, 
por ejemplo el verano. Cuando el invierno arrecia 
con su carga de hielo le abro la puerta al sol 
para que vuelva y me desentumezca 
de esa desgana de cruzar umbrales. 
El espejo se obstina en recordarme 
que pasó el tiempo ya de ensoñaciones 
que no le busques más tres pies al gato 
que coma y viva en paz y con sosiego. 
-Hay que ver la manía persecutoria 
que tienen los estanques congelados- 
y yo me aferro al sol y abro las manos 
para buscar los yos que se derraman 
por asfaltos y bosques, 
hasta encontrar preguntas 
entre tanta respuesta acumulada.
Efi Cubero
 
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