sábado, 26 de noviembre de 2016

en este instante concreto donde el balbuceo se siente contemplando




en este instante concreto donde el balbuceo se siente contemplando

donde el caudal, como torrente, inicia su calvario

y donde la niñez ocupa breves páginas, adormezco


viajo a lo recóndito y sufro la agonía de los hombres

su partidismo, su intolerancia, su descrédito


viajo y maldigo el agua que bebí sin filtrar

el despropósito de sorber directo del arroyo

creyéndolo limpio, sutil, virgen, consecuente


a poco mis manos tornaron negras, postulosas

descreídas e insolventes


viajo a lo recóndito y no encuentro el momento sajado a la niñez


tal vez un invierno me trajese al sanguinario hombre indicio que convierte

al hombre en sal


tal vez me convirtiese yo también en ese hombre

y me postulase al lado de los hombres


viajo a lo recóndito de mí y azuzo la conciencia

respiro hondo y acaudalo olvidados sabores

el trigo, la cebada, el viento, la tormenta o el adobe


los caminos polvorientos, las ratas de agua, el sonido lejano del avento

las mulas al sol de agosto, los vestidos negros de las mujeres rotas


¡mira hijo!

el agua inicia su bravío que el hombre controla y dirige

ya dejó de ser niño

ya coge fuerza y arrastra a su paso los cimientos

ya dejó de ser remanso y tibieza

ahora duele, ahoga, siembra de espuma los caminos


¡mira hijo, como siembra el hombre su futuro!


aquí nace el porvenir

aquí fallece la infancia.


Pablo Otero













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