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domingo, 31 de octubre de 2010
Triste aprendizaje y otros poemas
I
no debemos engañarnos
sabemos que pasa el tiempo
porque cada vez esquivamos
más rostros en el camino
II
puede gritarlo el corazón
y negarlo el gesto
(un rostro siempre es un misterio
una triste víscera no)
III
de su desdén aprendí
que mi amar es como el musgo
y hasta en las piedras más frías
puedo echar raíz.
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Escribir
esta necesidad de compartir
lo que quizá a nadie interesa
este sentirse acompañado
desde la soledad más absoluta
expuesto absurdamente
expuesto
esta enfermedad
este aferrarse al papel en blanco
como si fuera
la única alternativa
a la muerte
como si el rastro que en él dejamos
fuera más que nosotros mismos.
******************
Contra Heráclito
nada cambia
las mismas ganas de verte
las mismas ganas de tocarte
la certeza de que no sucederá
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El tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero la oscuridad
Sigue poblada de luciérnagas.
Gioconda Belli
Te has ido
yo quieta
sólo puedo mirar
fijamente las cosas
(una pantalla,
la madera de una mesa,
mi propia mano)
nada
el cerebro en blanco
un blanco lleno de luz
como la que cuentan
los que volvieron de la muerte
(de Cuaderno de sal, Los libros del Señor James, 2010)
Un hombre enamorado puede hablar de la vida,
convencer a las gentes y unirlas a su causa.
Un hombre enamorado es un peligro:
puede deshacer muros, cerrojos,
y abrir los ataúdes.
Carlos Javier Morales
qué hay de cierto
en este juego perverso:
que se muere seguro
y que con suerte se ama
sólo amar es buscar el espejo
en lugar de la máscara
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En el plato
el cadáver del ave
es el cielo roto
que acarició
sus alas.
Antonio Alfaro
No es malo volar
creer en la justicia
la verdad y esos asuntos
el contacto con lo bello
siempre nos dejará rastro
por mucho que perdamos
al regresar.
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Posdata
A pesar de todo
a veces
somos capaces de mirarnos
sin reproches, sin dudas
y nos perdonamos
(apreciamos incluso)
la evidente distancia que existe
entre las verdades
que cada uno de nosotros
sostiene
entonces
la amistad, el amor, la risa
todo eso también es cierto.
Carmen Beltrán
sábado, 30 de octubre de 2010
Pecado original
La juventud es una enfermedad dolorosa.
A nosotros, tan jóvenes y tan bellos,
tener tanta suerte nos parecía una injusticia.
Para paliarla, castramos nuestra felicidad.
Temíamos que si abusábamos de ella
nuestra fortuna desaparecería.
Dormimos las mariposas de nuestros vientres
y descubrimos en la tristeza
el más confortable de los refugios.
La buscamos en nuestras pieles
y en las de otros enfermos como nosotros.
Mezclando nuestra humedad
nos contagiábamos.
Vivíamos tristes como niños sin madre,
desafiando a toda lógica
y sin comprender aún
que quizá envejecer consista
en perderle el miedo a ser feliz.
Carmen Beltrán
viernes, 29 de octubre de 2010
Los hombros de los gigantes
Ser bueno era un problema.
Muy grave si lo eras en muchas cosas.
Todos esperaban que cayeses,
que fallases estrepitosamente.
Un fracaso que evidenciara
esa imperfección que tú ya conocías.
Tu punto débil.
Rabiaban por conocerlo.
Te enfermaba su hipocresía
pero te aterraba estar solo.
Y te dejaste devorar por ellos.
Caíste.
Dejaste que te superaran
las veces que fueran necesarias
para lograr que te tuvieran
más pena que envidia.
No volviste a levantar cabeza.
Pero tampoco volviste a estar solo:
los hombros de todos
los triunfadores a los que aupaste
aguardan a que llores en ellos tu fracaso.
Carmen Beltrán
jueves, 28 de octubre de 2010
Frío
Nada palpita bajo el hielo.
Pronto supe que dentro de tu piel fría
nunca habitó latido alguno
ni rumor de sangre.
Empieza, amigo,
por considerar al otro un fin
y no un medio
y tal vez te salves de morir congelado.
Carmen Beltrán
miércoles, 27 de octubre de 2010
Nos heló la sangre...
Nos heló la sangre descubrir
que la muerte habita ya en nosotros.
Antes fuimos niños.
Inconscientes, felices, tontorrones,
pensábamos que morir era cosa de otros.
Nos llenó el miedo.
Y un vértigo ciego nos mostró
una vida mecánica.
Y absurda.
Dolorosamente entendimos
el origen de todas las sombras.
Carmen Beltrán
martes, 26 de octubre de 2010
Para mí para siempre
Bien, pongamos que finalmente logramos reunir
las firmas que dices son necesarias
para que declaren tu cola
Patrimonio de la Humanidad.
Pongamos que lo logramos,
y que miles de mujeres te persiguen
solicitando visita guiada
a tu maravilloso monumento.
¿Cómo competirías,
sin menospreciar tu miembro en absoluto,
que quede claro,
en número con el Palmeral de Elche,
en historia con una calle de la Habana Vieja,
en longitud con la Gran Muralla China,
en textura con el Taj Majal,
o en fastuosidad con Versalles?
Seamos modestos cariño,
declaremos tu cola patrimonio mío,
de momento al menos,
y luego dios dirá.
Carmen Beltrán
lunes, 25 de octubre de 2010
Hospital, planta de niños
Hora y media de viaje mirando al cielo,
buscando formas en las nubes, como antes.
Mi padre se ha dormido con un puro en la boca,
lo vemos por el retrovisor
y mi hermano y yo nos reímos.
Hora y media de viaje y la planta de niños,
qué tristeza.
El nene sentadito en su cuna, bueno, el nene no,
más bien su sombra con los ojos hundidos,
despistado, triste como el ambiente.
Al lado, un bebé deforme,
tres meses de dolor que lloran,
un monstruo sin oxígeno, sin madre, sin brazos.
Para él, la habitación vacía.
Sólo mi sobrino que al oírle llorar
le ofrece su chupete.
Carmen Beltrán
domingo, 24 de octubre de 2010
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