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domingo, 10 de marzo de 2013

Hay un refugio de piedra



                             Hay un refugio de piedra,
escondido en un volcán,
con una luz amarilla
tiritando en el aloe azul.

La sombra indefinida que vive allí
abre su puerta de sésamo,
al tronar de los cascos salvajes
que no encuentran su lugar,
y ofrece una copa de hielo fundido
con cubitos de fuego helado
que vuelve suave la sed.
Tiende en el suelo la capa del viajero
y lo envuelve en el aroma rosado
de la sinfonía verde del tiempo gris.
Lo adormece en la bruma
que pierde el espacio,
y le muestra el paisaje sin nombre
de las costas de nácar
con crepúsculo añil.



Mara Romero Torres


sábado, 9 de marzo de 2013

La ternura que moldea mi corazón


                             


                         La ternura que moldea mi corazón,
como un dios que hace su propio pan,
zapatea en la mañana mate
de un cielo nublado.

Oigo el ronco sonido
de un coche que se aleja
y agota su eco en un débil crujido
que vibra, en el trasiego inconsolado
de un despertar que se deshace,
como los grumos de harina entre las manos.

 La luz blanda de un oro pálido
consume  el aire despojado del tesoro
de esa voz que ya no escucho,
de esa mirada que congela la vida en su ausencia,
de esa sonrisa que vierte el agua
y que moldea mi corazón
como un dios que hace su propio pan.



Mara Romero Torres


viernes, 8 de marzo de 2013

Al final de una calle



                         Al final de una calle,
o quizá al principio,
con el platillo en el suelo
espera el mendigo.

Le echan monedas,
le echan migajas,
y, cerca de su mano,
el cartón de vino.

Con ojos vidriosos
vislumbra figuras erguidas
que pasan ausentes, indefinidas.
Dormita un segundo,
se siente tranquilo.
Las voces, las máquinas,
sólo son ruido.
Vive en su otro mundo
ajeno a su mundo,
donde las carencias
forman el orgullo
y la miseria es su riqueza
y la libertad su destino;
aunque tenga que quitarse el frío
con varios tragos de vino.



Mara Romero Torres

jueves, 7 de marzo de 2013

Eco en la madrugada



                                               Mis versos te mecen
                                      en las horas ausentes de sueño.
                                      Ellos son los brazos que te rodean
                                      y encienden el fuego en mi pecho,
                                      cuando, en la noche sin ti,
                                      vierto en mi almohada el deseo

                                      y repito, repito, tu nombre
                                      e imagino, imagino, tu cuerpo
                                      y te digo, te digo, te quiero
                                      y responde, responde, el silencio.



                                          Mara Romero Torres

miércoles, 6 de marzo de 2013

Tú aún no lo sabes




Tú aún no lo sabes,
¿cómo podrías saberlo?
que el calambre de tu aliento
viste mi nuca y tus manos
aprenden amor en mi cuerpo.

Tú aún no lo sabes;
pero yo, ramera del silencio,
he probado tu sabor a tabaco
y he bajado la cremallera
al pudor de lo prohibido.

Tú aún no lo sabes
y querrás saber el momento
en que mis ojos prendieron
fuego a tu fuego en mi fuego
y en mis muslos naufragó tu pensamiento.

Tú aún no lo sabes,
cómo podrías saberlo,
si en tus calles no hay luciérnagas
y me buscas en los posos del café
sin ver que te salgo al encuentro.

Tú aún no lo sabes;
pero qué haría yo porque lo supieras,
si la vida erupciona en mi centro,
y me pregunto, cuando sientas y no entiendas,
qué harías tú por saberlo.






Mara Romero Torres


martes, 5 de marzo de 2013

A mi vida vine sola



A mi vida vine sola,
a mi muerte sola voy.
Y en medio quedas tú,
pequeña niña mía,
engarzada en mis poemas;

latiendo en la tinta negra
que llena la página blanca;

amiga de la noche;

enamorada de la mañana;

vestida de hojas secas;

olvidada en un cielo gris;

llorando por el frío de una noche congelada;

buscándome en el recuerdo
del aro que dejó encendido mi pensamiento,
donde sabes que te espero
convertida en brisa, en beso, en llama.        



Mara Romero Torres

lunes, 4 de marzo de 2013

Cuando digas que me amas




Cuando digas que me amas,
que mis cinco sentidos lo entiendan.
Así un impulso sin pretexto
me lleve a sentir mi cuerpo entre tus manos,
a ver tus ojos cerrarse junto a los míos,
a saborear el marco de tu sonrisa
y a oler la vida en tu piel,
oyendo en tu pecho el silencio.


Cuando digas que me amas,
y yo lo sienta en un beso,
habrás roto la distancia que me separa del cielo.



Mara Romero Torres 

domingo, 3 de marzo de 2013