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domingo, 11 de septiembre de 2011

CUANDO LA TIRANÍA DE LA PALABRA DECIDA HACER CONTRABANDO




Te abandonaré bajo la tiranía de la palabra,
cuando ésta decida hacer contrabando y te descubra
haciendo estriptease en el tugurio de una vocal un tanto ronca.
Allí donde la frase sufre de autismo,
y el silencio en un “sin techo” que trafica en las esquinas.

No me pidas que matricule a todo el abecedario
en el conservatorio.
Se acabaron los renglones en la libreta de baile para barítonos,
y en las clases de teoría musical, una corchea “demodé”,
regala un lote de cuerdas vocales con defecto de fábrica,
como aspirantes a ser el nuevo idioma de las manos.

Que sea el gesto quien de la orden de búsqueda y captura
de la nueva circunferencia de mi boca,
y los labios, los expertos sombrereros
que curven el ángulo preciso con acento francés,
según dicen, el mejor con el que adornar a los amantes.

Nómbrame para que sea peligrosamente real,
antes de que mi respiración le hable de amor
al entregado motor de un Jet privado mono-plaza,
en el que conectar el piloto automático me sea tan fácil
como olvidar cada uno de los besos deficitarios
que se apoyan en el bastón de tu esqueleto.

Inventa una hora que vivir,
antes que mi indiferencia
baile una danza oriental con la desgana
o comience a nevar sobre los sostenes del destierro.





Marian Raméntol Serratosa




sábado, 10 de septiembre de 2011

UN BLUES NO ES SUFICIENTE RAZÓN PARA MORIR.



El Mar de los crepúsculos
se abre en tu mirada para regalarte
esos caramelos que de niña no pudiste abrir.


Roberto Cantele.




Un Blues no es suficiente razón para morir.

Ya pueden tomarle las huellas dactilares en cualquier comisaría
que nuestra sombra cadavéricamente sensual
siempre se declarará culpable
de traficar con acentos en blanco y negro,
y un nombre sin arrugas.

El noticiero de lo irreal dará cuenta entre titulares
de lo sexy que pasa la muerte cuando nos roza la cara.

Pero hoy no es un buen día para la lectura.
Está sonando una luz triste entre los muertos
y ahí mismo, en el café de los desheredados,
hay un piano muy joven que nos mira.









Marian Raméntol Serratosa





viernes, 9 de septiembre de 2011

EL PASILLO DE MI CASA




El pasillo de mi casa guarda un horizonte encendido
tras la soledad de los cuadros de colores,
sospechosos, perdidos en el rencor de la mirada
de un futuro al que nadie le ha pedido la documentación,
que no será nombrado,
ni grabado en las puntas desgastadas del mantel,
donde mi abuela solía amasar lo poco que quedaba de su cielo.

Todo está lejos de mis ojos, crucifijos en el agua,
jeringuillas vaticinando los próximos naufragios
de soldaditos de plomo,
que se devoran con el óxido en los párpados,
y el aire sustituyendo los recuerdos,
las canciones, el sol inevitable que apesta a luz recién nacida,
los santos de escayola, enfermos de sí mismos,
y todas,
absolutamente todas las tardes de domingo.

El pasillo de mi casa me guarda, sola y desnuda
hasta el último día de mi muerte.






Marian Raméntol Serratosa



jueves, 8 de septiembre de 2011

POR QUÉ ES NECESARIO EVITAR AL NÁUFRAGO



Con la piel arrodillada,
la respiración respeta el toque de queda
en esa zona de carga y descarga para besos decapitados,
una muleta urgente
arrepentida
hermana de la culpa que desborda puertas y ventanas,
sujeta a una mujer desnuda
que alarga los pasillos del deseo
y desparece entre azulejos repetidos.

Como en una cuerda floja
que cuelga a millones de kilómetros del suelo,
las calles reciclan los colmillos
a la espera de la humedad del desconcierto,
sus arterias viven de olvidos, mortajas
y la huida permanente de violines.

Las alcantarillas reprochan el pudor a las aceras,
secas, viejas, hondas,
no entienden por qué es necesario evitar al náufrago,
los vientres mojados de miserias
y el ahogo de todos los juguetes y lagartos
que siempre van de paso.

En este silencio que no es mío
hay lunes demasiado adultos
como para negar el dolor en los ojos ya ciegos.







Marian Raméntol Serratosa




miércoles, 7 de septiembre de 2011

LOS OJOS SE ME ESCAPAN PARA ADENTRO


Llevo un doble universo a las espaldas,
un ángel sin usar
con las alas todavía envueltas
en un paisaje de cigarrillos y conservas
de teclas a la pimienta.

Me tocó en una feria
un vientre afilado
donde sólo cabe un corazón,
y un juego de cuchillos
en la mirada de una luna en mal estado.

Los ojos se me escapan para adentro,
ciegos, ciegos,
entre algodones de inquina y disolvente
mientras voy mascando chicles de abandono,
y me conformo
con la vergüenza de aves anoréxicas
sobrevolando el asfalto del cielo
y mi melena de tiras de papel.







Marian Raméntol Serratosa




martes, 6 de septiembre de 2011

ACOSTADA SOBRE EL RELÁMPAGO RECIÉN ABIERTO




El dolor nunca camina solo.

Su sombra pesa como el instinto
último del sol y sus ojos
hieren cual iris de un horizonte
aún no registrado en las pupilas.

El dolor se pronuncia en los amaneceres
cuando el rojo engrana las articulaciones
de las nubes
e inyecta elipses impronunciables
por las grietas del silencio.

El dolor respira más allá de la mirada,
desde dentro prende fuego
a todo cuanto me mide, a la altura
de mi beso, al borrador del cuerpo, al barranco
por donde los labios vadean
locuras precipitadas y mis manos
autografían pedazos de piel, a todo
cuanto me anochece y me desbroza.

Y así quedo dolorida, acostada
sobre el relámpago recién abierto
con gotitas de celofán entre los brazos.






Marian Raméntol Serratosa




lunes, 5 de septiembre de 2011

CON TODOS LOS NOMBRES DENTRO DE UN BESO



…nunca podré ser
sino tan sólo un hombre sucesivo que se escribe con sombras.




Luís Rosales.



Para poder decir el silencio
hay que volver a morir, con la voz quieta.

En los pasillos donde el mundo pide limosna
una mano cambia de sitio la miseria,
el polvo de los corazones
y el agujero de los vientres,
ese vacío flácido que nadie mira
y que duele a madera, a hollín de labios borrados,
a niños que llueven desde el borde del útero,
a cabezas sentadas sobre el esqueleto del cielo.

En una habitación sonámbula,
con todos los nombres dentro de un beso, se acuestan
los ojos de musgo, descansan para siempre las retiradas,
los pelotones de colores disciplinados,
las trincheras húmedas de emociones que sangran
mientras esperan a que nos reunamos, nosotros,
los oscuramente locos, los viudos de verdades y paredes,
los desheredados.





Marian Raméntol Serratosa




domingo, 4 de septiembre de 2011

viernes, 6 de noviembre de 2009

ELLOS VEN LA PUPILA DESANGRARSE DONDE ACABA LA VOZ




Deletreo el reproche del sol en cada tapia
como si quisiera que sus vísceras leyesen en mis
labios
el paso de mil dráculas con muñones de alquitrán,
alfileteando el pubis de las madres que caminan
ciegas,
y acallan las miradas de los hijos sobre el pecho.
Por cada una de las venas navegables,
como un regalo, un holocausto se detiene en mi
espalda,
con el beso ofrecido del abismo
amputándome los miembros, mordiéndome los
ojos
antes de la hoguera, antes de que esa lengua huérfana
cale en el retrato de todos los pulmones macerados
en un charco de leche seca.
Las palabras pueden arder en silencio
mientras arañan la sangre que nos queda,
cuando el terror es un acto de fe, un insulto resistente,
una plegaria infinita en la boca de los niños.
Ellos ven la pupila desangrarse donde acaba la voz,
justo donde el pezón de la noche
espera a que se duerma el mar
para que los muertos crezcan
en el vientre de las casas,
y sean el nuevo sonido de las manos cuando se
juntan
y juntas caven en tierra sonámbula
la última canción de cuna, inaplazable, que nos
nombre.



EPITAFIO
Aquí se separan las sílabas del miedo.
En este último naufragio, se empieza a abrir el agua
y el dolor del barro se hace humano.



Marian Raméntol Serratosa



Premio ex aequo del público en IV Premio poesía de miedo