Eva Vaz
Tres
Después de haber amado así, la muerte
no me tendrá del todo.
J. L. Piquero
Mi tercer ángel feroz,
quiero decirte todos los pecados del mundo,
ciervo de carne blanca:
puedes morir a dentelladas
en ese mundo-bestiario.
Nuestra comunión,
tres cuerpos bebiendo
de la misma boca,
convierte al mundo en una eucaristía pagana.
Pero fuera del nuestro,
el mundo es un cáliz de venenos
y todos lo bebemos a sorbos.
O escupimos en él.
Mi animal delicado,
quienes amamos de esta forma,
estamos exentos de por vida.
heridos de verdad
para siempre
y para nunca.
El mundo soñado por los ángeles
es el nuestro.
Bienvenido al auténtico Reino
de Dios.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Esta es la última poeta que sale en el libro.
viernes, 31 de agosto de 2007
miércoles, 29 de agosto de 2007
A la taverna del mar
Canción de Lluis Llach
A LA TAVERNA DEL MAR
A la taverna del Mar hi seu un vell
amb el cap blanquinós, deixat anar;
té el diari al davant perquè ningú no li fa companyia.
Sap el menyspreu que els ulls tenen pel seu cos,
sap que el temps ha passat sense cap goig,
que ja no pot donar l’antiga frescor d’aquella bellesa que tenia.
És vell, prou que ho sap; és vell, prou que ho nota.
És vell, prou que ho sent cada instant que plora.
És vell, i té temps, massa temps per a veure-ho.
Era, era quan era ahir encara.
I se’n recorda del seny, el mentider,
com el seny que li va fer aquest infern
quan a cada desig li deia "demà tindràs temps encara".
I fa memòria del plaer que va frenar,
cada albada de goig que es va negar,
cada estona perduda que ara li fa escarni del cos llaurat pels anys.
És vell, prou que ho sap; és vell, prou que ho nota...
A la taverna del Mar hi seu un vell
que, de tant recordar, tant somniar,
s’ha quedat adormit damunt la taula.
--------------------------------------------------------------------------------
EN LA TABERNA DEL MAR
(A LA TAVERNA DEL MAR)
En la taberna del Mar está sentado un viejo,
la blanquecina cabeza decaída,
enfrentado al periódico porque nadie le hace compañía.
Conoce el menosprecio que los ojos tienen por su cuerpo,
sabe que el tiempo pasó sin gozo alguno,
que ya no puede dar el antiguo frescor de la belleza que tuvo.
Es viejo, lo sabe muy bien, es viejo, se da cuenta,
es viejo, y lo nota cada vez que llora,
es viejo, y tiene tiempo, demasiado tiempo para verlo.
Era, era cuando, era ayer, todavía.
Y se acuerda del ¡seny!, el embustero
como el ¡seny! le preparó este infierno,
cuando a cada deseo le oponía: ¡mañana tendrás tiempo todavía!.
Y hacen memoria del placer que frenó,
de cada alba de gozo que se negó,
de cada hora perdida que ahora escarnece su cuerpo labrado.
A LA TAVERNA DEL MAR
A la taverna del Mar hi seu un vell
amb el cap blanquinós, deixat anar;
té el diari al davant perquè ningú no li fa companyia.
Sap el menyspreu que els ulls tenen pel seu cos,
sap que el temps ha passat sense cap goig,
que ja no pot donar l’antiga frescor d’aquella bellesa que tenia.
És vell, prou que ho sap; és vell, prou que ho nota.
És vell, prou que ho sent cada instant que plora.
És vell, i té temps, massa temps per a veure-ho.
Era, era quan era ahir encara.
I se’n recorda del seny, el mentider,
com el seny que li va fer aquest infern
quan a cada desig li deia "demà tindràs temps encara".
I fa memòria del plaer que va frenar,
cada albada de goig que es va negar,
cada estona perduda que ara li fa escarni del cos llaurat pels anys.
És vell, prou que ho sap; és vell, prou que ho nota...
A la taverna del Mar hi seu un vell
que, de tant recordar, tant somniar,
s’ha quedat adormit damunt la taula.
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EN LA TABERNA DEL MAR
(A LA TAVERNA DEL MAR)
En la taberna del Mar está sentado un viejo,
la blanquecina cabeza decaída,
enfrentado al periódico porque nadie le hace compañía.
Conoce el menosprecio que los ojos tienen por su cuerpo,
sabe que el tiempo pasó sin gozo alguno,
que ya no puede dar el antiguo frescor de la belleza que tuvo.
Es viejo, lo sabe muy bien, es viejo, se da cuenta,
es viejo, y lo nota cada vez que llora,
es viejo, y tiene tiempo, demasiado tiempo para verlo.
Era, era cuando, era ayer, todavía.
Y se acuerda del ¡seny!, el embustero
como el ¡seny! le preparó este infierno,
cuando a cada deseo le oponía: ¡mañana tendrás tiempo todavía!.
Y hacen memoria del placer que frenó,
de cada alba de gozo que se negó,
de cada hora perdida que ahora escarnece su cuerpo labrado.
lunes, 27 de agosto de 2007
Cenizas
Poema de Alejandra Pizarnik
CENIZAS
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te...
La noche sufre.
CENIZAS
La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.
Pronto nos iremos
Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.
¿Qué haré conmigo?
Porque a Ti te debo lo que soy
Pero no tengo mañana
Porque a Ti te...
La noche sufre.
domingo, 26 de agosto de 2007
Lisboa
Gabriel Sopeña
Lisboa
Lisboa era brisa de Alfama y de mar,
mar como lanzada de sal sin secar.
Lisboa era el mundo, Lisboa era la luz,
Lisboa era mía, Lisboa eras tú.
Lisboa era un puerto donde yo atraqué,
Lisboa era un sueño dentro de un cuartel
que tus labios dulces supieron romper.
Lisboa te amaba, como yo te amé.
Derramando besos llegué hasta el final,
donde las palabras no quieren hablar.
Me serví otro trago, y otro trago más:
Lisboa era el paso hacía la eternidad.
Lisboa pedía el poema mejor,
la mirada más tierna, flores, la voz,
la sangre más joven de mi corazón.
Lisboa era el tiempo, Lisboa era yo.
Lisboa de barcos, turquesa y hollín;
Lisboa y tu pecho, Lisboa y carmín.
Lisboa era un verso, Lisboa era el sol,
Lisboa no tenía herida. Y lloró.
Lisboa fue lluvia, tabaco y canción;
Lisboa fue como un desgarro de ron
que prendió en la almohada cuando amaneció.
Lisboa gritaba cuando dije adiós.
Lisboa me grita veinte años después,
la voz más amarga, más dura que ayer.
Lisboa me cuenta que te abandoné
y Lisboa te ama,
como yo te amé.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Lisboa
Lisboa era brisa de Alfama y de mar,
mar como lanzada de sal sin secar.
Lisboa era el mundo, Lisboa era la luz,
Lisboa era mía, Lisboa eras tú.
Lisboa era un puerto donde yo atraqué,
Lisboa era un sueño dentro de un cuartel
que tus labios dulces supieron romper.
Lisboa te amaba, como yo te amé.
Derramando besos llegué hasta el final,
donde las palabras no quieren hablar.
Me serví otro trago, y otro trago más:
Lisboa era el paso hacía la eternidad.
Lisboa pedía el poema mejor,
la mirada más tierna, flores, la voz,
la sangre más joven de mi corazón.
Lisboa era el tiempo, Lisboa era yo.
Lisboa de barcos, turquesa y hollín;
Lisboa y tu pecho, Lisboa y carmín.
Lisboa era un verso, Lisboa era el sol,
Lisboa no tenía herida. Y lloró.
Lisboa fue lluvia, tabaco y canción;
Lisboa fue como un desgarro de ron
que prendió en la almohada cuando amaneció.
Lisboa gritaba cuando dije adiós.
Lisboa me grita veinte años después,
la voz más amarga, más dura que ayer.
Lisboa me cuenta que te abandoné
y Lisboa te ama,
como yo te amé.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
sábado, 25 de agosto de 2007
Si yo pudiera amarte
Poema de Antón Castro
Si yo pudiera amarte: entregar flores
De atardecida en tus ojos rotos por un mar
De olivos, desandar la tersura de tus manos
Hasta la caricia más dulce, volver
A una claridad de playa silenciosa y sin olas.
No hay más afanes que agregar a mi corazón:
Te escabulles irremisiblemente como un disparo,
Como un letargo de ausencia y precipicio.
Contemplo esa senda que te engulle, la polvareda
De tu adiós sin despedida, el vaivén
De un cuerpo sombrío que he perdido entre nubes
O en noches de plenilunio con música de cigarras.
Si aún pudiera amarte: arrancar de tu boca
Jazmines de sal, otro beso con sabor a sangre.
Otros labios, el deseo intacto, toda la transparencia
Del mar: otro beso con sabor a sangre.
Si yo pudiera amarte: entregar flores
De atardecida en tus ojos rotos por un mar
De olivos, desandar la tersura de tus manos
Hasta la caricia más dulce, volver
A una claridad de playa silenciosa y sin olas.
No hay más afanes que agregar a mi corazón:
Te escabulles irremisiblemente como un disparo,
Como un letargo de ausencia y precipicio.
Contemplo esa senda que te engulle, la polvareda
De tu adiós sin despedida, el vaivén
De un cuerpo sombrío que he perdido entre nubes
O en noches de plenilunio con música de cigarras.
Si aún pudiera amarte: arrancar de tu boca
Jazmines de sal, otro beso con sabor a sangre.
Otros labios, el deseo intacto, toda la transparencia
Del mar: otro beso con sabor a sangre.
jueves, 23 de agosto de 2007
Cúbreme, amor, el cielo de la boca...
Rafael Alberti
CÚBREME, AMOR, EL CIELO DE LA BOCA...
Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.
Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.
¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,
para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!
CÚBREME, AMOR, EL CIELO DE LA BOCA...
Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.
Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.
¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,
para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!
miércoles, 22 de agosto de 2007
Desnuda
Pablo Neruda
DESNUDA
Desnuda eres tan simple como una de tus manos:
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente.
Tienes líneas de luna, caminos de manzana.
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.
Desnuda eres azul como la noche en Cuba:
tienes enredaderas y estrellas en el pelo.
Desnuda eres redonda y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.
Desnuda eres pequeña como una de tus uñas:
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo
como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.
DESNUDA
Desnuda eres tan simple como una de tus manos:
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente.
Tienes líneas de luna, caminos de manzana.
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.
Desnuda eres azul como la noche en Cuba:
tienes enredaderas y estrellas en el pelo.
Desnuda eres redonda y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.
Desnuda eres pequeña como una de tus uñas:
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo
como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.
lunes, 20 de agosto de 2007
Si esta tarde me tumbo en la arena
Carmen Ruiz
Si esta tarde me tumbo en la arena
y descarto que este metro setenta y cuatro
y estos 53 kilos son míos
(los hago ajenos)
y me miro en secreto
con los ojos de otro
puedo descubrir que, quizá,
la vida,
para la gente como yo,
no sea más que mirar.
Tomar distancia de las emociones
y esconderse de las aventuras;
del viento que desordena los papeles
y hace volar las sombrillas de esta playa
en la que me miro.
Si estos labios resecos y estos dedos arrugados
no me pertenecen,
ni son una postal imaginaria,
entonces lo tengo claro:
prefiero mirar a vivir.
No soy tan valiente
como para elegir lo contrario.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Si esta tarde me tumbo en la arena
y descarto que este metro setenta y cuatro
y estos 53 kilos son míos
(los hago ajenos)
y me miro en secreto
con los ojos de otro
puedo descubrir que, quizá,
la vida,
para la gente como yo,
no sea más que mirar.
Tomar distancia de las emociones
y esconderse de las aventuras;
del viento que desordena los papeles
y hace volar las sombrillas de esta playa
en la que me miro.
Si estos labios resecos y estos dedos arrugados
no me pertenecen,
ni son una postal imaginaria,
entonces lo tengo claro:
prefiero mirar a vivir.
No soy tan valiente
como para elegir lo contrario.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
domingo, 19 de agosto de 2007
BAJO EL SOL DE CORINTO
Poema de Luisa Miñana
Bajo el sol de Corinto moría aquella tarde
el mundo. Yo habitaba en un cuerpo de seda y miraba
a tus ojos como a los del oráculo.
Todo el tiempo que sucedió después, y sigue sucediendo,
venía diluido en aquella cerveza que apuré, mientras el mar
buscaba entre mis piernas y me volvía ciega, porque para los dioses
la oscuridad es roja, aunque yo no supiera entonces de colores.
Te amaba. Pero tarareaba canciones de la Joplin
o fumaba para disimular. Nunca he sabido dejar pistas.
Es verdad que te amaba. Para amarte fui a Grecia,
joven de la camisa desabrochada a rayas, que se batía
al viento delante de mis ojos, olas del mar Egeo – entre mis piernas:
te adoré como a un dios praxiteliano, pero nunca te dije
mi secreto, ni aun sabiendo que, como a la perfección,
no volvería a verte.
Crucé entre líneas rectas por la historia.
Metí en el equipaje las sandalias compradas como quien compra un modo ]
de volver.
Envolví entre mis ropas, de regreso, los carretes de fotos
que me hicieron después creíble tu existencia, y hasta un poema breve
que tú me dedicaste sobre un mantel a cuadros desastrado, como eran
entonces los manteles en Grecia en los cafés baratos. En línea recta
transité hasta llegar al mundo de los vivos.
No duró mucho el duelo: los aviones recorren demasiada distancia
y apenas queda tiempo y lugar de ordenar sentimientos.
Desde entonces, te añoré como a la infancia, interminablemente. No importa. ]
Bajo el sol de Corinto, que moría como hay que morirse de amor
al final de las óperas, dejé que me mintieras porque así era preciso,
joven de la camisa desabrochada a rayas, que se batía al viento
delante de mis ojos como un dios inmutable desde hoy,
que te nombro,
para reconocerte, finalmente, ya como de otro tiempo,
el de la juventud.
Bajo el sol de Corinto moría aquella tarde
el mundo. Yo habitaba en un cuerpo de seda y miraba
a tus ojos como a los del oráculo.
Todo el tiempo que sucedió después, y sigue sucediendo,
venía diluido en aquella cerveza que apuré, mientras el mar
buscaba entre mis piernas y me volvía ciega, porque para los dioses
la oscuridad es roja, aunque yo no supiera entonces de colores.
Te amaba. Pero tarareaba canciones de la Joplin
o fumaba para disimular. Nunca he sabido dejar pistas.
Es verdad que te amaba. Para amarte fui a Grecia,
joven de la camisa desabrochada a rayas, que se batía
al viento delante de mis ojos, olas del mar Egeo – entre mis piernas:
te adoré como a un dios praxiteliano, pero nunca te dije
mi secreto, ni aun sabiendo que, como a la perfección,
no volvería a verte.
Crucé entre líneas rectas por la historia.
Metí en el equipaje las sandalias compradas como quien compra un modo ]
de volver.
Envolví entre mis ropas, de regreso, los carretes de fotos
que me hicieron después creíble tu existencia, y hasta un poema breve
que tú me dedicaste sobre un mantel a cuadros desastrado, como eran
entonces los manteles en Grecia en los cafés baratos. En línea recta
transité hasta llegar al mundo de los vivos.
No duró mucho el duelo: los aviones recorren demasiada distancia
y apenas queda tiempo y lugar de ordenar sentimientos.
Desde entonces, te añoré como a la infancia, interminablemente. No importa. ]
Bajo el sol de Corinto, que moría como hay que morirse de amor
al final de las óperas, dejé que me mintieras porque así era preciso,
joven de la camisa desabrochada a rayas, que se batía al viento
delante de mis ojos como un dios inmutable desde hoy,
que te nombro,
para reconocerte, finalmente, ya como de otro tiempo,
el de la juventud.
viernes, 17 de agosto de 2007
AMO, AMAS
Rubén Darío
AMO, AMAS
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
AMO, AMAS
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
Pues sí, hoy cumplo años
Mis amigas de Entrenómadas se han apresurado a subir un post dedicado a este día de mi cumpleaños. Les doy desde aquí las gracias, sinceramente.
Cuantos más años pasan, más cuenta te das de que lo importante es cómo pasan.
Dejo un par de videos de una de las canciones que más me gustan (a mí también: "Mujeres de Irlanda". Una versión es la de Sinéad O´Connor, y la otra una composición de John Everett Millais sobre la versión musical de The Chieftains.
martes, 14 de agosto de 2007
AMOR
Antonio Gamoneda
AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
lunes, 13 de agosto de 2007
Epitafio para dos extranjeros
Javier Rodríguez Marcos
Epitafio para dos extranjeros
Resurrecturis
Ni el olvido podrá arruinar la vida
que mantiene esta llama lejos de la ruina.
No diga nadie
que comienza la nada,
que se termina el hombre,
cuando el tiempo se apaga,
cuando brota el silencio
(poca cosa es el tiempo
comparado a la vida
y a la pasión de un hombre).
Como el árbol y el árbol
que cruzan sus raíces
en la tierra profunda cruzaron su existencia.
Vivieron como uno y como uno quedan.
Que nadie piense
que hay dos corazones,
ahora que nada pueden,
donde hubo uno solo
que todo lo podía.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Epitafio para dos extranjeros
Resurrecturis
Ni el olvido podrá arruinar la vida
que mantiene esta llama lejos de la ruina.
No diga nadie
que comienza la nada,
que se termina el hombre,
cuando el tiempo se apaga,
cuando brota el silencio
(poca cosa es el tiempo
comparado a la vida
y a la pasión de un hombre).
Como el árbol y el árbol
que cruzan sus raíces
en la tierra profunda cruzaron su existencia.
Vivieron como uno y como uno quedan.
Que nadie piense
que hay dos corazones,
ahora que nada pueden,
donde hubo uno solo
que todo lo podía.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
domingo, 12 de agosto de 2007
HUELE A SANGRE MEZCLADA CON ESPLIEGO...
Rafael Albertí
HUELE A SANGRE MEZCLADA CON ESPLIEGO...
Huele a sangre mezclada con espliego,
Venida entre un olor de resplandores.
A sangre huelen las quemadas flores
Y a súbito ciprés de sangre el fuego.
Del aire baja un repentino riego
De astro y sangre resueltos en olores,
Y un tornado de aromas y colores
Al mundo deja por la sangre ciego.
Fría y enferma y sin dormir y aullando,
Desatada la fiebre va saltando,
Como un temblor, por las terrazas solas.
Coagulada la luna en la cornisa,
Mira la adolescente sin camisa
Poblársele las ingles de amapolas.
HUELE A SANGRE MEZCLADA CON ESPLIEGO...
Huele a sangre mezclada con espliego,
Venida entre un olor de resplandores.
A sangre huelen las quemadas flores
Y a súbito ciprés de sangre el fuego.
Del aire baja un repentino riego
De astro y sangre resueltos en olores,
Y un tornado de aromas y colores
Al mundo deja por la sangre ciego.
Fría y enferma y sin dormir y aullando,
Desatada la fiebre va saltando,
Como un temblor, por las terrazas solas.
Coagulada la luna en la cornisa,
Mira la adolescente sin camisa
Poblársele las ingles de amapolas.
sábado, 11 de agosto de 2007
YO VOY SOÑANDO CAMINOS...
Poema de Antonio Machado
YO VOY SOÑANDO CAMINOS...
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino se serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
Aguda espina dorada,
quién te volviera a sentir
en el corazón clavada.
YO VOY SOÑANDO CAMINOS...
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino se serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
Aguda espina dorada,
quién te volviera a sentir
en el corazón clavada.
YO AMÉ A UN MUCHACHO COMUNISTA
Sonia R. Fides
YO AMÉ A UN MUCHACHO COMUNISTA
Si amas sin despertar amor,
(...) tu amor es impotente,
una desgracia.
Karl Marx
No tengo pocos años, pero tampoco demasiados.
La edad perfecta, dice el recuerdo,
para empezar a escribir frases subordinadas.
Yo amé a un muchacho comunista
en aquellos años en que Marcelo Mastroianni huía a Rusia
y La Mangano ocultaba el dolor
entre el guipur de una estilosa camisa blanca.
Entonces era el tiempo de las reinas del baile.
Todas querían ser guapas y enseñar en los recreos
el botín de guerra de las tardes de discoteca.
Yo, en cambio, quería al héroe.
Ese chico de ojos horizontales y profundos
que hacía cola para ver películas subtituladas
en cines que nunca olerían a palomitas,
mientras hablaba de huelgas de estudiantes.
¿Cuántos minutos habrán pasado desde aquel "llámame luego"
en clase de filosofía?
Quizás logre descubrirlo si le saco brillo
a la fecha de caducidad de los espejos
o a un teléfono limpio de nicotina
que me habla de ese chico miope
que le entregó la voz a muchas noches de vodka
y cigarrillos rubios.
Lo anuncia como un poeta y me pregunta
por qué sigo sin fumar.
Podría haber pensado una respuesta fácil,
pero la conjugación del recuerdo es una ecuación de segundo grado
y yo siempre fui de letras para las cosas del amor.
YO AMÉ A UN MUCHACHO COMUNISTA
Si amas sin despertar amor,
(...) tu amor es impotente,
una desgracia.
Karl Marx
No tengo pocos años, pero tampoco demasiados.
La edad perfecta, dice el recuerdo,
para empezar a escribir frases subordinadas.
Yo amé a un muchacho comunista
en aquellos años en que Marcelo Mastroianni huía a Rusia
y La Mangano ocultaba el dolor
entre el guipur de una estilosa camisa blanca.
Entonces era el tiempo de las reinas del baile.
Todas querían ser guapas y enseñar en los recreos
el botín de guerra de las tardes de discoteca.
Yo, en cambio, quería al héroe.
Ese chico de ojos horizontales y profundos
que hacía cola para ver películas subtituladas
en cines que nunca olerían a palomitas,
mientras hablaba de huelgas de estudiantes.
¿Cuántos minutos habrán pasado desde aquel "llámame luego"
en clase de filosofía?
Quizás logre descubrirlo si le saco brillo
a la fecha de caducidad de los espejos
o a un teléfono limpio de nicotina
que me habla de ese chico miope
que le entregó la voz a muchas noches de vodka
y cigarrillos rubios.
Lo anuncia como un poeta y me pregunta
por qué sigo sin fumar.
Podría haber pensado una respuesta fácil,
pero la conjugación del recuerdo es una ecuación de segundo grado
y yo siempre fui de letras para las cosas del amor.
jueves, 9 de agosto de 2007
Cuatro
José Luis Piquero
Cuatro
Haz el amor con todo lo que sabes
Jaime Sabines
Esta noche los cuatro
nos damos libremente, como obsequios.
Ya no somos parejas y formamos
un círculo perfecto.
Un placer sin palabras,
algo así como un juego de calor,
mas con las mismas mañas
del amor entre dos.
Y el latido de manos y de bocas
con su idioma de sed:
en cada piel absorta que se posan
tocan un corazón bajo la piel.
Sobre este cuarto ha descendido el mundo,
la luz intacta de la vida breve
envolviéndonos juntos
mientras la noche afuera dura y llueve.
No volveré a estar solo.
Después de haber amado así, la muerte
no me tendrá del todo.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Cuatro
Haz el amor con todo lo que sabes
Jaime Sabines
Esta noche los cuatro
nos damos libremente, como obsequios.
Ya no somos parejas y formamos
un círculo perfecto.
Un placer sin palabras,
algo así como un juego de calor,
mas con las mismas mañas
del amor entre dos.
Y el latido de manos y de bocas
con su idioma de sed:
en cada piel absorta que se posan
tocan un corazón bajo la piel.
Sobre este cuarto ha descendido el mundo,
la luz intacta de la vida breve
envolviéndonos juntos
mientras la noche afuera dura y llueve.
No volveré a estar solo.
Después de haber amado así, la muerte
no me tendrá del todo.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
miércoles, 8 de agosto de 2007
La poesía
José Hierro
...La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar.
Hace vibrar árboles, ropas,
abrasa espigas, hojas secas,
acuna en su oleaje los objetos
que duermen en la playa...
...La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar.
Hace vibrar árboles, ropas,
abrasa espigas, hojas secas,
acuna en su oleaje los objetos
que duermen en la playa...
lunes, 6 de agosto de 2007
Alguien
Carlos Pardo
Alguien está tensando
la malla de los términos,
pero dónde suceden las palabras de amor
y quién se atrevería a mantener
tirante el arco rilkeano
sin dispararse en una identidad
y que lo llamen cura.
Vivimos para nuestro tiempo.
Clásicos. Indigentes.
No ocupamos lugar
en las metáforas de lo habitable.
El ojo ya no acude a la mano,
aunque le llega el eco de los huesos
y le habla de tú.
Contigo nada tiene
que ver la arquitectura
puritana. La luz no te limita
y curva el horizonte
para que te imagine
sensual: exactamente como
las cosquillas de un perro entre el estómago,
que da melancolía,
y el corazón, que da conversación.
Traiciono mis principios porque no te poseo,
pero soy rico porque no poseo
y pobre por lo poco que pudiera perder.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Alguien está tensando
la malla de los términos,
pero dónde suceden las palabras de amor
y quién se atrevería a mantener
tirante el arco rilkeano
sin dispararse en una identidad
y que lo llamen cura.
Vivimos para nuestro tiempo.
Clásicos. Indigentes.
No ocupamos lugar
en las metáforas de lo habitable.
El ojo ya no acude a la mano,
aunque le llega el eco de los huesos
y le habla de tú.
Contigo nada tiene
que ver la arquitectura
puritana. La luz no te limita
y curva el horizonte
para que te imagine
sensual: exactamente como
las cosquillas de un perro entre el estómago,
que da melancolía,
y el corazón, que da conversación.
Traiciono mis principios porque no te poseo,
pero soy rico porque no poseo
y pobre por lo poco que pudiera perder.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
El tigre
De Pablo Neruda en su libro "Los versos del Capitán"
El tigre
Soy el tigre.
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
El río blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil, lejos
del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.
El tigre
Soy el tigre.
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
El río blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil, lejos
del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.
domingo, 5 de agosto de 2007
Ojalá
Silvio Rodríguez canta esta canción incluida en su disco "Al final de este viaje" 1979.
Ojalá
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Ojalá
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
sábado, 4 de agosto de 2007
Luz de tarde
José Hierro un poema de su libro "Alegría" (1947)
LUZ DE TARDE
Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.
De "Alegría" 1947
LUZ DE TARDE
Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.
De "Alegría" 1947
jueves, 2 de agosto de 2007
VENCIDOS
León Felipe
VENCIDOS
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
Y ahora ociosa y abollada
va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero,
sin peto y sin espaldar...
va cargado de amargura...
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar...
va cargado de amargura...
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar...
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
va cargado de amargura...
va, vencido, el caballero
de retorno a su lugar.
Cuántas veces, Don Quijote,
por esa misma llanura
en horas de desaliento
así te miro pasar...
y cuántas veces te grito:
Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
VENCIDOS
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
Y ahora ociosa y abollada
va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero,
sin peto y sin espaldar...
va cargado de amargura...
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar...
va cargado de amargura...
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar...
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
va cargado de amargura...
va, vencido, el caballero
de retorno a su lugar.
Cuántas veces, Don Quijote,
por esa misma llanura
en horas de desaliento
así te miro pasar...
y cuántas veces te grito:
Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
miércoles, 1 de agosto de 2007
Aquí tenéis en canto y alma...
Blas de Otero
AQUÍ TENÉIS EN CANTO Y ALMA...
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
AQUÍ TENÉIS EN CANTO Y ALMA...
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
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