domingo, 27 de diciembre de 2015

Poetas para el 2016



A partir de enero, estos son los próximos poetas...volvemos el 11...


Germán Valva

Julio del Pino

Abril Paz

María Ramos

Gabriel del Molino

Nicolás Corraliza

Roberto Vivas Sanz

Francisco Javier Solé Ribas

Carlos Quintas

Carmen Ruth Boillos

Blanca Pérez Rama Ibarriola

Teresa Domingo Català


martes, 22 de diciembre de 2015

domingo, 20 de diciembre de 2015

Cinema Rif



Como sobreviver a uma cidade liquida?
                                                                                              FILIPA LEAL

           

Dejar que el tiempo sea esta evasión

en la sala de cine,

esta mezcla de planos y ciudades de agua,

cuando contamos a desconocidos

una verdad desconcertante

después de haber estado frente al mar,

frente a la duda y la desidia,

frente a amantes que observan a través de biombos.



Esta penumbra del cinematógrafo

nos restituye lo dejado atrás:

un estío remoto, la costumbre

de ascender las colinas de gladiolos salvajes

donde te revolvía los cabellos.



Aschenbach come fresas,

el tinte le chorrea por las sienes,

su delirio está hecho de música y efebos.

Busca el último soplo de embriaguez.

Pasa a cámara lenta la Belleza.


Verónica Aranda







sábado, 19 de diciembre de 2015

Tánger o vislumbres desde el café París



Es el momento del poema:

Jane Bowles cruza la calle Libertad

del brazo de Cherifa, su amante bereber.

La mirada perdida, alcoholizada.

Pasan por el Gran Zoco donde hay puestos

de papagayos rojos y caminan

entre la multitud, la abulia, las especias.

Han pasado la tarde en el café París.

Sabe aburrirse la Sra. Bowles

con la elegancia de los elegidos.

Sabe sorber el té, los lugares comunes.

Queda lejos el Sáhara,

las alcobas de hotel desangeladas

donde escriben, febriles, los viajeros.

La Olivetti hace tiempo

que quedó relegada en un rincón

de su piso de Tánger.

Tiempo de la mentira y de la amnesia.

Queda la dispersión

y los atardeceres de gin tonic,

alguna que otra fiesta

en las mansiones del Marshan.



Es el tiempo del ocio y las postales

con tintes desvaídos, con enigmas,

de la vieja ciudad internacional.


Verónica Aranda



viernes, 18 de diciembre de 2015

El cítrico esplendor



El cítrico esplendor, la desnudez

gestada bajo lámparas de aceite

tras una larga espera; madrugada

portadora de esencias de tomillo

y el roce de los torsos que escondían

la alquimia y sus secretos minerales.


Verónica Aranda



jueves, 17 de diciembre de 2015

El lenguaje del nómada




El lenguaje del nómada es sencillo,

se gesta en las vasijas de barro sin cocer,

no malgasta palabras. Era lúcida

esta forma de entrega.

La audacia y aquel vuelo de milanos

por las murallas de la vieja Delhi.


Verónica Aranda



miércoles, 16 de diciembre de 2015

Gwalior



Crecía un tamarindo

junto a la tumba del cantor virtuoso

y no probé sus frutos.

En aquella ciudad que descubrí

a través de mis miedos,

huía de mí misma, de las celdas

y el doble filo de la expectación.

Subí hasta el fuerte, prolongué las horas.

Ciudad-musculatura de caballo,

ciudad-nervio animal a mediodía

que simultaneaba sus acciones:

en la fatiga de los rickshaw wallahs

pedaleando con el viento en contra,

en los porteadores de costales de cúrcuma,

a través del joyero que un domingo

disecciona onix rojo.


Verónica Aranda



martes, 15 de diciembre de 2015

Cape Cross (Namibia)





El aislamiento es como este hotel

de muros gris lavanda, desolado

fuera de la estación vacacional.

De repente sentimos

un deseo imperante de escribir

a los viejos amantes: la memoria,

el desaliento de la lejanía,

el olvido que encierra una postal

desde una playa atlántica con niebla,

chacales y preguntas silenciadas.



Más allá los desiertos, el hedor

de colonias de focas en la costa

donde los portugueses dejaron una cruz.



Poco más queda de los navegantes.


Verónica Aranda



lunes, 14 de diciembre de 2015

Pinar del Río (Cuba)





Mi bisabuelo posa con uniforme a rayas

en un estudio de Pinar del Río.

Tiene aquel gesto grave del recién reclutado

que siempre había pensado que la patria

se almacenaba entre la naftalina

de las casullas nazareno y oro,

o en la tarde de sol de un patio de cuadrillas,

hasta que en el embarque

los labios del sargento se llenaron altivos

con la palabra España.



El mismo gesto del torero clásico

y algo meditabundo que se enfrenta

a aquella artificiosa soledad del retrato.



Pero, ¿en qué pensaría el bisabuelo

hace más de cien años

en el etéreo instante de la fotografía?

Reconstruyo esta historia colectiva

que es la misma de siempre. Es el soldado

que ve pasar la muerte a cañonazos

en la explanada de los palmerales

o la intuye acechando entre epidemias

sobre lechos de yodo. Y se imagina,

cuando acabe esa guerra, perdida de antemano,

con aquella mulata que tenía

un puesto de santera frente a la catedral

y sabía a vainilla

y a jugosa guanábana. Se piensa

convertido en indiano, propietario

de un ingenio de azúcar,

paseando el domingo con su puro

y su traje de lino almidonado,

con fondo musical de banda de kiosco

y un olor familiar a caramelos

tostados en la feria. No sabía

mi bisabuelo en el etéreo instante

en que fue retratado, que esperaba

un barco de tullidos de regreso

a la vieja metrópoli, el vendaje

gangrenado de pérdidas, Castilla

y los caminos de la trashumancia.


Verónica Aranda



domingo, 13 de diciembre de 2015

Semana dedicada a Verónica Aranda
















Saberse



Saber que alguien te espera
sin lugar fijo,
sin esquelas ni dominios.
Saber que alguien te acompaña
sin rutas marcadas,
sin rumbos precisos.
Saber que alguien te piensa
sin títulos,
sin compromisos.
Saber que alguien duerme
y despierta contigo
sin el mismo techo de abrigo.
Saber que alguien te nombra
sin vocales ni consonantes
en un silencio cómplice
y en un beso robado
a cada instante
de cada día, de cada noche.


Marcela Peralta



sábado, 12 de diciembre de 2015

Previo aviso



Un día me iré.

Un día. No te diré cuándo.

En realidad, no lo sé bien.

Pero lo haré callado.

Y seguramente, temprano.

No quisiera decirte cuándo.

Porque quiero que vivamos

como el último, cada uno

de nuestros días.

Vale decir,

que lo hagamos con la osadía

de los amores jóvenes.

De los amores nuevos.

Más presos de libertades

que de ojos ajenos.

Quisiera que viviéramos

con la ansiedad del beso

en cada encuentro.

Con la proximidad de la caricia

en el deseo.

Con la simpleza de mirarnos

y entendernos.

Con la franqueza de decirnos

lo que no nos atrevemos.

Con la audacia de sentir

a pesar del tiempo.

Tanto es lo que aún sueño

como proyecto para los dos…

que no quiero que nos duerma la rutina.

Y nos saque, esa bandida,

toda nuestra posibilidad.

Por ello, te lo anuncio.

Para que estés con el aviso de mi partida.

Y ello haga que no claudiquemos nunca

en esto de aprender a amar.

Un día me iré.

Un día. No te diré cuando.

Pero si puedo decirte que no es hoy, todavía.

Así que, alma mía, apresura el trámite de tu vestido.

Tenemos que ser felices con el mundo por testigo.

Y ya el sol pretende esconderse… y vuelve el frío.

Alcánzame el abrigo.

Vamos a salir a caminar…



Mi corazón estalla por volver a festejar

el aún que hoy nos roza.

Aún no es tarde. Es otra cosa.

Es la franca promesa de un quizás.


Marcela Peralta



viernes, 11 de diciembre de 2015

Despojados




No hay desnudo más bello

que aquel en que van cayendo

los miedos, uno a uno.

Los despojos del ayer.

Los prejuicios. Los mandatos.

Las dudas sin sentido.

Y el sentido común.

No hay desnudo más bello aún

que aquel que nos libera de ser presos

de nosotros mismos.

Y deja caer los viejos trapos

de lo que entonces

allá lejos, un día fuimos.



Y luego,

en un luego de tiempos desmedidos,

se desliza al suelo el último juicio.

Y la ropa.


Marcela Peralta



jueves, 10 de diciembre de 2015

Hete aquí





Si te contara de mis miedos, tal vez, me entenderías.

Puede ser que hasta pudieras quererme, quién sabe… todavía.

Si te permitiera entrar más allá de la vitrina en la que me muestro, cada día.

Si me atreviera a más. Si te atrevieras.

Si descubriera ante vos el otro lado del espejo. El otro lado de mi imagen.

Ese que guardo de todos los destellos. Ese que protejo. ¿Por qué?

No lo sé. Quién sabe.

Pero hete aquí un reto para mí. Hete aquí. Frente a mis pies. Y en tu mirada.

Es una vez distinta, ésta que estamos armando.

Porque fíjate que hay algo. Algo intrínseco en nosotros que me hace hablarte así.

Como queriendo descubrirme frente a tus ojos.

Y hace tanto que no pasa. Hace tanto que no alcanza otro, para mi desvestir.

Que estoy pensando seriamente en dejarte.

No dejarte ir. Dejarte entrar en mi escaparate.

En mi salón de ensayos. En mi escondite. En mi espacio.

El que me sabe vulnerable. El que permite lo imposible.

El que me deja sin disfraz. Y sin maquillaje.

Estoy pensando que empiezo a tocar la dicha de dejarte…

Estoy pensando que me ha tocado, una vez más, enamorarme.


Marcela Peralta



miércoles, 9 de diciembre de 2015

Descalza



E iré descalza hasta tu encuentro.

Libre de ataduras, de supuestos.

Sin rasgar ninguna vestidura

y abrazando sólo el deseo.

Llevaré conmigo este sueño

que cabalgó mis noches del ayer…

y hoy reposa conmigo

en las tardes de un otoño

que no quiere verme envejecer.

Iré descalza y sin prisa.

Segura de tener como premisa

solamente… ser feliz.


Marcela Peralta



martes, 8 de diciembre de 2015

Conocerme




Cuando me quieras, hazlo a tu manera. No a la mía.

No dejes que mis ansias te transformen ni un poco.

Sé puro. Sé contundente. Siembra mi asombro.

Confunde mis sentidos con tu esmero. Y déjame conocerme,

a través de lo que sientes. Déjame alcanzarme, en ello

que en ti provoco. Déjame descubrirme, poco a poco,

sabiendo que estoy naciendo a mí misma.

A esa mujer que anima a otro ser a amarme.

A quien admira a su amante, tanto… como para pedirle,

casi rogarle… que cuando me quiera, lo haga a su manera.

Jamás, a la mía.


Marcela Peralta



lunes, 7 de diciembre de 2015

Confesión




Voy a confesar que nunca fui libre.

Que después de haberte encontrado,

todo espacio quedó impregnado

de la necesidad que de ti tengo.

Que cada noche, viajas conmigo hasta el sendero

en que me pierdo

cuando mis ojos se duermen, buscándote.

Y cada día, despierto en la ansiedad y la osadía,

de lanzarme a las letras que hace tiempo, te trajeron.

Sólo para volver a leerlas.

Y encontrarte, en ellas.

Voy a confesar que me fui perdiendo

y más de un crimen he cometido.

Comencé matando a mi egoísmo.

Ese que me mantenía a la defensa de ti,

que me hacías feliz.

Lo arruiné a golpes de esperanza.

Por alcanzar la brasa

que ponía calor a mis madrugadas.

Seguí por mi mañana.

Dejé de interesarme en él, sólo para vivir el hoy.

A la espera de una nota cualquiera,

que me hablara de amor.

Terminé con la arrogancia de mi presencia.

Dándome cuenta que la urgencia

era mi única cómplice, necesaria.

Esa, que sabiendo de tu ausencia, te traía igual…

imaginaria.

Y me permitía sospecharte en una sonrisa, al hallarme.

En un dejo de simpatía, al escribir una palabra.

Ella, me hablaba de ahora y borraba las nostalgias.

Ella, sostenía la prisa, que me era necesaria…

y el ruego de mi plegaria:

cruzarte.

Compartir camino, aún sin conocerte.

Construir la magia… y alcanzarte.

Debo confesar…

que tu nombre me hace falta.


Marcela Peralta



domingo, 6 de diciembre de 2015

Semana dedicada a Marcela Peralta




VIAJE A LA PIEDRA



De mi lengua despiertan las aves de la noche
y el idioma del hambre,
estoy pensando en ti como se piensa en la avaricia,
penetrada de aliento.

Tú cruzas la respiración y los escombros
y juegas a mi nombre,

yo, viajo hacia la piedra.

Sucedo en el desorden
mientras las piernas gritan el lenguaje del vértigo
y la palabra cae,
extensa
como tu cuerpo en la memoria,

el yugular gemido,
la sangre con sus perros.

Viajo hacia la piedra, sí,
donde la voz gotea las manzanas obscenas
y bebo un corazón
y escupo pájaros:

putas golondrinas que regresan siempre.


Sara Castelar



sábado, 5 de diciembre de 2015

EL VERBO SE ADELANTA


“Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda ciencia trascendiendo.”
SAN JUAN DE LA CRUZ


El verbo se adelanta, y me toca

hay algo de mí en su lengua de aire

en la anchura del frío, amaneciendo.

El verbo se adelanta, corrige el señuelo de la noche

y despierta un silencio sonoramente largo

donde todo se oculta

pero existe, así, intuido y abierto.



Amo la libertad que el aire arroja para mí,

soy la niña que aúlla con su disfraz de bosque

sobre la humedad volátil y el salitre,

amo el despertar despedazado por los ojos

donde se forma el vuelo;

hembra que construye la redondez del mundo.



El verbo se adelanta, sí, conmigo adentro,

y todas las razones giran

y los sentidos giran

y una muchacha gira con mi nombre y mi pelo.



Inventaré un cuerpo, y lo llamaré mío

y no entenderá la boca de la tierra

ni los pronombres débiles

de un himno que no sangra



o la forma que tienen de morir los cipreses:

sobreviviendo.


Sara Castelar



viernes, 4 de diciembre de 2015

MIMARIO V



Has venido a mi pecho y en sus muros

se escuchan los cerrojos gravemente exhaustos,

es el temblor del mundo y sus raíces

bajo los patios largos que albergan la pureza

o la memoria frágil de los niños,

volaron las palabras entre las golondrinas

y cayeron del aire sus ruidos hambrientos.



Qué oscuridad tan lenta bordea el almanaque,

cubre la edad un cirio adormecido

que delinea el tiempo entre el cielo y la sombra.



Te acerco un faro virgen para cada tormenta,

un presagio de luz que lentamente crece

en la fugacidad del aire

y se enciende en el pecho como un metal furioso.



Porque caminaste enfermo de rosas y salitre

y te cayeron nidos sobre tus pies de niño

y los árboles grises te anudaron sus lenguas,

yo te arrullo la noche y los cordeles

la percusión del nombre en el destierro,

la quema de sus himnos.



Los caballos son rastros en la arena vencida,

nada saben del mar.


Sara Castelar



jueves, 3 de diciembre de 2015

LA MEMORIA IMPERFECTA XV



El poema acude,

la sangre suena a agujas y a mordiscos

a esos ríos que agitan las arterias

como un temblor de cuerdas amarillas,

y suenan las ventanas a domingo

y el miedo suena a miedo,

tan sólo suena a miedo.



No ha llovido a este lado de la noche

y las cosechas mienten tras los escaparates,

mienten las muchachas en sus torres salinas

y miente la madera corroída de años.



Hay una verdad tan pura que a nadie se parece.



Entonces tú regresas,

escribes con la noche los indecibles árboles

y toda oscuridad se agota.



Ya viste los arbustos brotar entre los dedos

el verso detenido en la ternura del pájaro

la sequía salvaje de sus huellas

y sus crujidos largos como lenguas de insecto.



Tú ya no tienes nombre, eres sólo el arbusto

y sigues naciendo de su sombra abolida.


Sara Castelar



miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA MEMORIA IMPERFECTA IV





Se apagaron los puentes

y todo se inundó de exilio, entonces

las iglesias fundaron sus corredores mudos

y la oscuridad entera sopló sus golondrinas.

Tú escuchabas la voz de los cordeles y el silencio

más puro,

la levedad que suena con la tarde falseando las fechas.

Pero ahora es invierno adentro de los ojos

y la paz corrosiva del silencio aguarda la memoria,

la ama, la transforma.

Aún lloras la palabra ilesa, su piedra o su cordura;

porque ni el rubor punzante del acero

ni el tibio despertar de las semillas

valieron el vientre de la madre.

Vuelves a caer desnudo a través de la noche

y abrazas cada límite.


Nada retorna

sólo el poema espera.


Sara Castelar



martes, 1 de diciembre de 2015

EL PULSO VIII



Sí, perdóname el cuerpo,

perdóname la sangre que me late, roja y sucia

que me embiste por dentro y se contiene

para no salir de golpe hacia tu corazón dormido,

desnudo de niñez, ciego de árboles.

Haz de mí un animal sonoro

y dame la palabra para que la mastique

para hacer con ella ave funeraria o pedregal

donde el tiempo nombre sus raíces

y sume al alfabeto su condición de espora,

vida de cuantas vidas sucesivas leguen sus multiplicaciones.



Dame la voz enferma, mutilada

para que sólo yo la escuche y la consuele

y me inyecte en los años la mitad del dolor

que por tu faringe cruza

o cae,

como sonámbulo erial de invierno.

No perdones los ojos, los ojos de mi madre,

las colecciones de ojos que apuntan a la nuca,

los ojos de mis hijos, de los hijos varones de la noche

o de las hijas ciegas que cuelgan del deseo.

Marca con el dedo cada franja de blanco,

cada pregunta que en la luz detiene la retina

y en un himno carcelario condena la hermosura.



Derríbame en la rabia de mil generaciones

y sígueme desnudo, muerte adentro,

con la boca cosida de cadáveres

hasta poder fingir, como Pessoa,

que alguna eternidad nos alimenta.



Sé verdugo de todo cuanto nombre



y deja que me incline para morir despacio

mientras siembro naciones en el verbo,

hazme negación y tinta,

pero deja este armazón que late

y me sostiene

para que te columpie,

para que te resbale como gota incendiaria

y amadamente tuyo surja de tus huesos.



Ahora que caemos sobre el día

ya sin alas

y el corazón nos ata con el látigo agudo de la tierra,

haz con tu voz un nido


y perdóname el cuerpo.


Sara Castelar