Si te contara de mis miedos, tal vez, me entenderías.
Puede ser que hasta pudieras quererme, quién sabe… todavía.
Si te permitiera entrar más allá de la vitrina en la que me muestro, cada día.
Si me atreviera a más. Si te atrevieras.
Si descubriera ante vos el otro lado del espejo. El otro lado de mi imagen.
Ese que guardo de todos los destellos. Ese que protejo. ¿Por qué?
No lo sé. Quién sabe.
Pero hete aquí un reto para mí. Hete aquí. Frente a mis pies. Y en tu mirada.
Es una vez distinta, ésta que estamos armando.
Porque fíjate que hay algo. Algo intrínseco en nosotros que me hace hablarte así.
Como queriendo descubrirme frente a tus ojos.
Y hace tanto que no pasa. Hace tanto que no alcanza otro, para mi desvestir.
Que estoy pensando seriamente en dejarte.
No dejarte ir. Dejarte entrar en mi escaparate.
En mi salón de ensayos. En mi escondite. En mi espacio.
El que me sabe vulnerable. El que permite lo imposible.
El que me deja sin disfraz. Y sin maquillaje.
Estoy pensando que empiezo a tocar la dicha de dejarte…
Estoy pensando que me ha tocado, una vez más, enamorarme.
Marcela Peralta
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