sábado, 19 de diciembre de 2015

Tánger o vislumbres desde el café París



Es el momento del poema:

Jane Bowles cruza la calle Libertad

del brazo de Cherifa, su amante bereber.

La mirada perdida, alcoholizada.

Pasan por el Gran Zoco donde hay puestos

de papagayos rojos y caminan

entre la multitud, la abulia, las especias.

Han pasado la tarde en el café París.

Sabe aburrirse la Sra. Bowles

con la elegancia de los elegidos.

Sabe sorber el té, los lugares comunes.

Queda lejos el Sáhara,

las alcobas de hotel desangeladas

donde escriben, febriles, los viajeros.

La Olivetti hace tiempo

que quedó relegada en un rincón

de su piso de Tánger.

Tiempo de la mentira y de la amnesia.

Queda la dispersión

y los atardeceres de gin tonic,

alguna que otra fiesta

en las mansiones del Marshan.



Es el tiempo del ocio y las postales

con tintes desvaídos, con enigmas,

de la vieja ciudad internacional.


Verónica Aranda



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