Saber que alguien te espera
sin lugar fijo,
sin esquelas ni dominios.
Saber que alguien te acompaña
sin rutas marcadas,
sin rumbos precisos.
Saber que alguien te piensa
sin títulos,
sin compromisos.
Saber que alguien duerme
y despierta contigo
sin el mismo techo de abrigo.
Saber que alguien te nombra
sin vocales ni consonantes
en un silencio cómplice
y en un beso robado
a cada instante
de cada día, de cada noche.
Marcela Peralta
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