miércoles, 29 de febrero de 2012

Cansada de esperar





De repente eres marioneta
en movimiento; luego,
cortas los hilos.


Beatriz Giovanna Ramírez




martes, 28 de febrero de 2012

Gris




No hay grises
más grises
que mis gestos.
El mar respira frío
y en la orilla
se ven caer
los témpanos.


Beatriz Giovanna Ramírez


lunes, 27 de febrero de 2012

Perro olmo hueso




Perro olmo hueso
como un perro que busca de tu mano la caricia
como el sueño utópico del olmo busco el fruto
con las piernas que tiemblan
camino sin vaivenes
perro olmo hueso
tu caricia reposa en otro lomo
el sueño del olmo está muy verde
escribo, el fruto se verá en el aire
los huesos vivirán para siempre
la caricia, volará de tu mano hasta otra mano
mi mano se hundirá en el pelo de un árbol
siendo perro olmo hueso.





Beatriz Giovanna Ramírez

domingo, 26 de febrero de 2012

Semana dedicada a Beatriz Giovanna Ramírez











Testimonio





A lo lejos está el apartheid en Sudáfrica
y los miles de casos denunciados
A lo lejos están el humo y las cenizas
en el campo de exterminio en Auschwitz
A lo lejos están los sitiados en Leningrado
en la época del hambre y de la guerra
A lo lejos están los stukas alemanes
y los infiernos que iluminaron a Guernica
A lo lejos están los ingenuos que cayeron
en la interminable Guerra de Vietnam
A lo lejos están los cerezos de Hiroshima y Nagasaki
y las dos bombas redentoras
A lo lejos están los hutus y tutsis
y los bailes de machetes en Ruanda
A lo lejos está una isla en el Caribe
y la sangre taína seca bajo tierra.

A lo lejos está la mayor creación: el hombre
semejante a un volcán o a una daga.

A lo lejos canta una madre en la cocina
y el recién nacido duerme sin presagiar lo que le espera.

A lo lejos el poeta escribe del amor y de la rosa.

Allá abajo el implacable cocodrilo se burla de nosotros.





Rosa Silverio


sábado, 25 de febrero de 2012

El crimen





Hoy se ha cometido un crimen
un cobertor protege al homicida
Los periódicos sólo han visto
la mancha entre mis dientes
No dijeron nada de la mano que apuntó a mi cabeza
de los fragmentos de cráneo esparcidos por la casa.

Mi alma ha enmudecido.
Mi corazón está cerrado.

Nunca imaginé algo tan horrendo.

¿Quién es la manzana, el gran reptil, la sombra bíblica?
Este crimen apesta demasiado.

Un pasado histórico pesa sobre mis hombros
Hay una mujer que ofrece para comer el fruto
otra voltea la cabeza y mira hacia atrás
sobre su hombro.

Debo ser responsable de algo
Algo debe caer en mi conciencia
(eso han escrito todos)

Miro al cielo
totalmente despejado
y pienso en el dios de los hombres
Dicen que ahora mismo me está mirando
Me lo imagino disfrutando de este juego
mientras yo echo mi último escupitajo.

Hoy se ha cometido un crimen
El homicida anda suelto
Por sus manos resbala la sangre de la víctima.

Mi alma muda… mi corazón cerrado.

Esta noche tiemblan todas las ventanas.




Rosa Silverio


viernes, 24 de febrero de 2012

Hay que ponerle nombre a esta tristeza





Hay que ponerle un nombre a esta tristeza
hay que ponerle un corazón,
un ojo de gato o de serpiente,
hay que ponerle un vestido
tacones
maquillaje
y sacarla a pasear
emborracharla
y cogérsela en una esquina
o en un motel de mala muerte.
Hay que golpear a esta tristeza,
darle latigazos,
enseñarle quién manda,
amarrarla a un poste eléctrico
o deshojarla en una tarde de septiembre.
Hay que saber que el mundo
es una telaraña o una sombra ancha
dispuesta a devorarlo todo,
a tragárselo todo de una bocanada
o de un zarpazo.
Hay que entender que las cosas
tienen un lugar geográfico, un nombre,
una textura exacta y una forma
y que dentro de esas cosas
está desnuda y en silencio
la tristeza,
como una corriente de aire frío
o el mar cuando se han dormido las olas,
como un conuco solitario,
un rancho de tabaco a oscuras
o Matanzas a las cinco de la tarde.
Hay que saber que la tristeza existe
como existe la casa, la tacita de té,
el reloj, el árbol, los recuerdos
o la fotografía de mi abuela
con una blusa llena de pájaros blancos
y una mirada que me hace recordar
a todos los muertos que ha tenido que llorar
mi pobre abuela.
Hay que saber que la tristeza no sólo existe
sino que también tiene su espacio,
su rincón en el interior de cada cosa,
su propia coloratura, sus exigencias
e incluso sus horarios
y que a veces uno se cansa,
se harta de tanta mansedumbre,
de tumbarse en una cama,
de tomarse un frasco de pastillas,
de pensar en sogas, en puentes
o en desahogos sentimentales,
y de repente uno se levanta
y dice coño
y decide cambiar el orden del mundo,
ponerle un nombre a la tristeza,
etiquetarla,
mandarla a la mierda,
y seguir hacia delante,
siempre adelante,
como el que va en un tren
o en un motoconcho,
aunque el vacío siga en el lugar de siempre,
aunque nada sea como antes,
aunque el amanecer no sea luminoso,
aunque la tristeza jamás desaparezca.




Rosa Silverio


jueves, 23 de febrero de 2012

La mujer transparente




De repente, como por arte de magia,
mi cuerpo comienza a volverse transparente
y salgo por el mundo para ver si no estoy delirando,
camino por la calle El Conde, me siento en el parque,
y saludo a un turista que enamora a una muchacha,
pero ni él, ni el limpiabotas, ni las palomas hambrientas
se fijan en mí, no advierten mi presencia,
no saben que estoy aquí sentada,
totalmente desnuda, como una recién nacida o un fantasma
que se detiene a escarbarles las imperfecciones y las sombras.

De repente me doy cuenta de que esto es en serio,
de que a partir de ahora nadie reparará en mí,
y quizás tampoco nadie me extrañe.
Nadie dirá “¿dónde está María?”, “¿por qué no llega?”,
“¿le habrá pasado algo?”, “¿estará enojada esta María?”.
Nadie se preocupará, a nadie le dolerá,
nadie irá a rescatarme,
nadie irá a derribar la puerta y a devolverme la vida.

Desde hace mucho tiempo,
desde antes de que mis líneas se borraran de esta historia,
yo había empezado a desaparecer para todos,
había ido, poco a poco, borrándome a mí misma,
despojándome de todo lo que no me hacía falta,
descarnándome con el viejo cuchillo de cocina,
dejando en la goma rosada toda mi negrura.

Y qué felicidad la de ser transparente,
la de no existir, la de no ser para nadie,
qué manera de enfrentar el mundo,
qué forma de salvarme, qué crueldad,
qué método,
qué solución más extraña he encontrado.

Mientras tanto la vida sigue su curso.
Nadie sospecha que un pez se ha escapado del acuario.




Rosa Silverio


miércoles, 22 de febrero de 2012

Un hombre con un fusil en la mano





Un hombre con un fusil en la mano va por su camino
encuentra una mujer y la penetra
también con el fusil la penetra
no sé sabe si saldrá con vida
y si lo hace ya no será bienvenida en casa.

Un hombre con un fusil en la mano
desciende la colina
se acuerda de su descarga de esperma
de su gran fuerza inimitable
de la advertencia que ha enviado al enemigo.

El hombre
se relame los labios, se sabe satisfecho
se acomoda felizmente la mochila
y sigue su camino.

La tierra, enrojecida, delira esa mañana.



Rosa Silverio


martes, 21 de febrero de 2012

Silencio





Recorro el silencio
lo palpo
construyo una casa sobre sus hombros
escalo sus inmensas colinas
ruedo cuesta abajo

Miento cada vez más
y soy exacta en la mentira

La mudez despliega sus garras
y ya no hay voz ni llanto ni palabra

Siento el peso obligatorio de la piedra
el amor que se escapa
el silencio que camino, el que macero
el hundimiento del barco de la infancia
el repudio de mí misma

Para sobrevivir al mal
me refugio en la locura
y cedo la palabra.




Rosa Silverio


lunes, 20 de febrero de 2012

Constatación



He visto mi rostro en el espejo
el pasar de los años
el estropicio que dejó la tormenta

He visto mi vida en una ráfaga de segundo
y he comprendido
lo mal que lo he hecho todo

No hay amor que no haya despedazado
No hay amor que haya sobrevivido a mi tortura

Cansada de andar
he detenido la carreta en esta casa
he lavado el dolor en la vieja jofaina
y me he acostado con la certeza
de haber caminado demasiado

He sido para mí misma mi peor estratagema
Por necedad he bebido del agua equivocada

Con resignación miro los relojes
esperando a que caigan las hojas de mi árbol
Ya nada espero aunque lo haya dado todo
porque todo lo que di lo he roto en su momento

He sido torpe, lo reconozco,
pero nada me importa
lo único valedero ahora mismo
es el azul que pervive en mi memoria
el irresoluble enigma de la vida
y la constatación de la caída en todos los espejos.




Rosa Silverio









domingo, 19 de febrero de 2012

Semana dedicada a Rosa Silverio





ESTOY...



En
el
nudo
de
letras
susurrantes
que
saben
decirme
en
una
línea
recta
y
sutil.



Ana María Arroyo

sábado, 18 de febrero de 2012

BAJO TU SOMBRA...





Mi ave demoníaca
¡posa tus garras
en mi agónico gemido!

Vuela sin fin...
exultante, en mi cuerpo.
Dibuja círculos,
sombras cautelosas.

Bajo tus alas de bestia
se ensombrece mi temor.

Tu mirada herida
mis ojos esculpen...
tu rugido sacudo
porque enfrío tu fuego
y la llama extingo.

Mi cuerpo es ballesta
clavada en tu vientre.

Mi carne... ceniza.



Ana María Arroyo

viernes, 17 de febrero de 2012

EN ESTE DELIRIO...




Voy a atrapar los silencios para gritarlos
en cada trueno...
ensordeciendo tu tormenta.
Voy a domarlos al antojo de mi fiebre
en mi sudor...
resbalando tus manos.
Voy a subirme a lomos del blanco.
En cada vértice...
cabalgando tu presencia.

Y si de ti tengo el resuello de un unicornio en sueños.
Y si de mí te llega el galopar del deseo infinito.
Y si entre ambos se engrandece la distancia venenosa...
no habrá nada que temer.

Porque nadie, nunca, entendería.
Porque sólo los unicornios escuchan.
Porque en este delirio estaré, bendita.

Para sanar con cada una de tus palabras.



Ana María Arroyo



jueves, 16 de febrero de 2012

DESHABITADA...




Miente el dolor que te separa de este cuerpo.
Libera tan sólo un leve resquicio de sabor
de besos, de piel a tientas
presagiando el olvido.

Remoloneando en tu pelo
la fantasmal sombra del recuerdo.
Secretamente reclinada en la oscuridad del ser.

Distingues el incontrolable tintineo del fuego,
el gozo, el calor desmesurado
se ramifica en cada extremidad del alma,
se apiada de la razón convertida
en silencio, en lujuria,
en la ceremoniosa curva de tus labios
cediendo al fantasmal susurro,
apresando latidos incrédulos.

Deshabitada.



Ana María Arroyo


miércoles, 15 de febrero de 2012

EN TUS SUEÑOS...






Surjo desde tu bruma para provocar
la niebla envolvente,
la fuerza despiadada
que todo lo puede.

Recorro cada palmo de tu frialdad dibujando sinuosos caminos de carne.

Decido el color
de tu deseo
con un millón
de pinceladas atrevidas.

Y desde el poder de saberte vencido te alimento con pasión.

Derramo cada gota de rocío en tus extremos ávidos.
Difumino tu invierno.

Y te obligo a estallar
en un sinfín de brillos
cegados de amor,
antes,
de volver a perderme en la noche.

Hasta el próximo sueño.


Ana María Arroyo






martes, 14 de febrero de 2012

PRESIENTE...



Vuela tu nombre en permanente tránsito
para manipular los propósitos de la luna.
Y argumentas desérticos paisajes
que aderezas con tu tinta audaz.
Mil bocas, mil templos... aletean
volátiles, en cada ruina de soledad.
Tanto cariño, tanto apego... colma
la imaginación del alma censurada.

Cruza los dedos, pide un deseo.
Ladea las curvas del corazón.
Cerca tu ser auténtico, deslízalo...
con la suavidad desconcertante
de la verdad (entre paréntesis).
Presiente.




Ana María Arroyo

lunes, 13 de febrero de 2012

TU SILENCIO...




En el silencio de la multitud
se esconden los murmullos
de tus ojos,
los secretos de tus labios,
tu tierna presencia.

De cada noche en ruinas
queda la suavidad de tu aroma,
el deseo,
la cálida sombra de tus manos,
el último beso dulce.

Si en mí estallase la tormenta.
Si en ti el olvido anidase.
Si sobre ambos,
sobre nuestros rincones,
en estos cuerpos heridos,
de tanta frialdad malditos...
se instalase el hielo eterno.
No más lágrimas.

Dedícame tu recuerdo,
para sentirte cerca
y no huyas
de la soledad que dejo.

Ámame en silencio.




Ana María Arroyo



domingo, 12 de febrero de 2012

Semana dedicada a Ana María Arroyo







NUBLE








Una vihuela con la madera circuncisa
anuncia al extranjero que el umbral de mi memoria
ha sido rebasado.
Yo provengo del pálpito y el granito,
del nódulo de sal macerada en la lluvia,
del espeso tiempo de la niebla atravesada
por abejas casi imperceptibles
y en mis manos, somnolientos residuos,
crucifijos de cal desgajados del olvido,
herejías maltratadas por el éxodo de la quimera
permanecen en carnosa confluencia
de féretros sin raíces.

Sí,
mi memoria es un largo túmulo sostenido por el calcio,
con certeros tentáculos que no descansan y a menudo se enroscan
en las lenguas de los curiosos sin cautela,
a los que arrastra y succiona sus vísceras morales.

Sí,
mi memoria desconoce los vocablos de la misericordia.

¿Quién oferta mayor sinceridad, quién mayor jactancia
ante lo inevitable del seísmo?
Más atrás de la memoria, sólo el légamo de la negación
extendía sus membranas hasta los confines de la presencia,
pero entonces corrían otros tiempos,
y la miseria transformaba el trigo en hambre sin demora
como una terrible alquimia nacida del salagón,
y bajo los chamizos mi nombre no sonaba como un nombre,
sino que era el símbolo remoto de la perpetuidad.
Las ninfas del vino ahuyentaban la melancolía
amarrada en los corazones abatidos,
y los muertos sucedían a los muertos
en un cotidiano desfile de ritos sin espanto.
Así,
así transcurrían las estaciones sobre el baldío légamo
que ya he mencionado.
Pero las horas, los minutos,
los días insaciables avanzan, siempre avanzan,
y es sabido que no existe el mañana para quien no beba
en las fuentes de su conciencia,
y el ayer adquiere a menudo las formas lascivas
de ciertas sirenas;
por ello ahora, aquí,
bajo esta nieve de enero,
en este preciso fotograma de un invierno sin luz,
¿qué hacer,
qué hacer con mi vida?.
Como si de una tangible densidad se tratara,
como el dolor que en algunas ocasiones arrastran
los animales heridos,
pesa,
pesa en exceso la memoria,
y es una lápida hostilmente colocada sobre mi verbo,
y es un látigo que lacera los frágiles genes de la belleza.



Miguel Carcasona





sábado, 11 de febrero de 2012

ANIVERSARIO




A Rosa, por supuesto.



Tras lo pasajero,
sumido en el cansancio del nómada,
deambulaba por sendas y hospitales,
por retratos y agostos sin lluvia,
con el pasado sojuzgando mi sangre
y la destrucción haciendo nido en mi deseo.
Era el hombre del ruido y la indolencia,
el hombre que al pasar parece repetido,
prófugo de su sombra y sin sombra en los espejos,
con los rasgos por el cincel desdibujados
como un esbozo consumido en el aprendizaje.

Así sucedía el éxodo.
Así hasta tu encuentro.
No diré que descubrí la luz,
ni hablaré de noches y tempestades,
como relatan las mentiras románticas.
Tampoco nombraré sinónimos de saetas,
fulgores
o biologías abrasadas por la pasión,
porque no existen el vértigo ni la desmesura:
el amor es lento como la curación
de los errores:
las raíces del consuelo, los términos de la lujuria
van naciendo sin dentelladas,
sobre un prolijo material de costumbre,
macerando el aire y sus alrededores
hasta volverlo aliento transparente.

Aún habitamos la época del ascenso
y en ella todo se permite,
incluso un toque de humor en los signos,
por ello, antes de la cúspide
y el freno, antes de la caída
en el letargo de la vejez,
en los arcanos de la muerte o el desaliento,
escojamos una hora en el azar del día
y celebremos nuestro aniversario.



Miguel Carcasona

viernes, 10 de febrero de 2012

CAVE CANEM





Cuidado con el perro
que vela la ortodoxia.
Suele beber en la sangre
del hereje.



Miguel Carcasona

jueves, 9 de febrero de 2012

EN EL ARCEN DE LA COSTUMBRE




En el arcén de la costumbre.
En el paraje angosto donde yace el herido
y el ave posa su candor de presa.
En la lengua interminable
por la que el romero huye sin volver la vista,
terco,
pertrechado en la excusa de su rumbo.

Allí resido.
Allí resisto sin queja al cuervo de la duda
en su afán por hendirme un pico en el hígado
- a mí, que sólo he visto el fuego en los anuncios
y ni siquiera creo en dioses -.
Sin ternos ni harapos,
vestido con ropa de calle,
asisto impasible al desfile de las modas
que, al estallar, cubren el aire de humo
y pavesas.

En el arcén de la costumbre.
Entre amapolas y alquitrán,
fronteras del asombro y afluentes del canto
- las dos arterias del espacio fértil -.
Al este del ciclón y al oeste del olvido.




Miguel Carcasona

miércoles, 8 de febrero de 2012

LA ENREDADERA




Caen las hojas de la enredadera
tras la primera helada del otoño.
Junto a la puerta de metal
van formando un tapiz, discreto
en su muda presencia, que ignoramos
al pisarlo cada mañana
en nuestra presurosa huida del hogar.
Con mecánico empeño, el sol licua la escarcha
sobre su faz sin savia y las disuelve
en un proceso gradual y oscuro
a nuestros ojos, al que contribuimos
en el hambriento retorno del mediodía.
Muy poco nos importan estos cambios
a nuestro alrededor; menos aún
indagar su sentido:
llenos de aplomo y permanencia,
nos limitamos a limpiar las suelas
en la esterilla, antes de ingresar
en el fértil cobijo de la casa.




Miguel Carcasona


martes, 7 de febrero de 2012

A HÉCTOR



Estos minutos por ambos vividos
en el ático donde desordenas los libros,
la música y las estaciones
que afuera se suceden implacables,
con una cadencia que tu risa aún ignora.
Estos minutos, junto a otros,
irán formando el poso de tu dicha;
el que te sostendrá cuando, como esta tarde,
antes de bajar la escalera
tras sufrir la carraña,
mires hacia atrás con ojos tristes,
premonitorios,
y sólo veas recortarse ante el sol de diciembre
el polvo de los libros ordenados,
muertos.



Miguel Carcasona


lunes, 6 de febrero de 2012

ENFOQUE



Es una cuestión de enfoque:
tú observas la poesía desde afuera,
la analizas como a un ente extraño
cuya fisonomía te gusta pincelar
y cuya sinergia aspiras a definir.
En ella, perla abstraída, fijas tu mirada
y, como un satélite, orbitas a su alrededor
mientras te alumbran los reflejos de su luz.

Yo vivo en la poesía.
En el coágulo de su sangre comprimo el mundo.
Con la luz de sus ojos te ilumino,
e ilumino el yermo que agoniza entre ambos,
y revelo el espacio que florece a tu espalda.



Miguel Carcasona


domingo, 5 de febrero de 2012