Mi ave demoníaca
¡posa tus garras
en mi agónico gemido!
Vuela sin fin...
exultante, en mi cuerpo.
Dibuja círculos,
sombras cautelosas.
Bajo tus alas de bestia
se ensombrece mi temor.
Tu mirada herida
mis ojos esculpen...
tu rugido sacudo
porque enfrío tu fuego
y la llama extingo.
Mi cuerpo es ballesta
clavada en tu vientre.
Mi carne... ceniza.
Ana María Arroyo
sábado, 18 de febrero de 2012
BAJO TU SOMBRA...
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