Estos minutos por ambos vividos
en el ático donde desordenas los libros,
la música y las estaciones
que afuera se suceden implacables,
con una cadencia que tu risa aún ignora.
Estos minutos, junto a otros,
irán formando el poso de tu dicha;
el que te sostendrá cuando, como esta tarde,
antes de bajar la escalera
tras sufrir la carraña,
mires hacia atrás con ojos tristes,
premonitorios,
y sólo veas recortarse ante el sol de diciembre
el polvo de los libros ordenados,
muertos.
Miguel Carcasona
martes, 7 de febrero de 2012
A HÉCTOR
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