AVINGUDA DEL MARQUÉS DE L'ARGENTERA de José María Fonollosa
Al verme se apartó de sus amigas
y rodeando mi cuello con sus brazos
les dijo alegremente: -«Quiero a este hombre».
Los demás me miraron con envidia.
Es muy linda en verdad y entró en mi cuarto.
Llegué tarde al trabajo al otro día.
Después no se movió ya de mi casa.
Descubrí que son bellas las estrellas
y me gustó algún tiempo. Pero pronto
olvidé que hay estrellas en la noche.
Ahora su amor me oprime como un peso.
No puedo ya salir con mis amigos.
No puedo ya sonreír a las muchachas.
No puedo ni beber un solo trago.
Es mala esta mujer. De verdad mala.
Tan mala como linda. Si la dejo
me matará, lo sé. Lo sé de veras.
Mis amigos se ríen. Yo estoy triste
pues no logro apartarla de mi lado.
Ojalá no me amase o se muriese.
lunes, 30 de junio de 2008
domingo, 29 de junio de 2008
Nocturno Zaragoza
Nocturno Zaragoza de Miguel Ángel Yusta
Se alargan ya tus calles tan quebradas y solas.
negras, solemnes, frías, sólo viento y silencio.
Nocturnidad intensa de jazz y güisqui ahumados,
aceras sucias, rotas, irregulares surcos
sembrados de pisadas adolescentes, blandas,
de botellas vacías, de furtivos abrazos
de huellas no encontradas, de sombrías caricias
testigos de una noche de cristales de vodka.
Esta ciudad se ríe, pero enmudece al alba
guardándose en el vientre, vacío y aterido
las almas nebulosas de los últimos hombres,
los finales misterios de la vida y la muerte.
Zaragoza se escapa, fluida, evanescente
en mil amaneceres de plata perfumada
de olvido y de indolencia.
(De "Reloj de arena")
Se alargan ya tus calles tan quebradas y solas.
negras, solemnes, frías, sólo viento y silencio.
Nocturnidad intensa de jazz y güisqui ahumados,
aceras sucias, rotas, irregulares surcos
sembrados de pisadas adolescentes, blandas,
de botellas vacías, de furtivos abrazos
de huellas no encontradas, de sombrías caricias
testigos de una noche de cristales de vodka.
Esta ciudad se ríe, pero enmudece al alba
guardándose en el vientre, vacío y aterido
las almas nebulosas de los últimos hombres,
los finales misterios de la vida y la muerte.
Zaragoza se escapa, fluida, evanescente
en mil amaneceres de plata perfumada
de olvido y de indolencia.
(De "Reloj de arena")
viernes, 27 de junio de 2008
DAME UNGÜENTO DE CARNE, LOBA
DAME UNGÜENTO DE CARNE, LOBA de Félix Grande
La prisa despareja con que miro tu piel
la premura apretada con que altero tu cuerpo
y este desasosiego en que empapo mi lengua
para hablarle a tu carne y lamer a tu voz
son como ávidas gotas de estaño compasivo
que busca aminorar las grietas de la muerte
La planta de la edad nos chupa nuestros días
abriéndose como una flor negra, abominable
y en este esplendor de hoy se oculta la simiente
de una desposesión calcinada y perversa
como la del desierto. En el calcio del tacto
hay una lenta caries que nos invade desde
el fin aterrador del tiempo y de la vida
Presuroso y perdido unto en mí tu persona
y soy un bulto de hombre y de loco y de perro
que corre por tu cuerpo y a la vez por un túnel
despavoridamente lamiendo en las tinieblas
La prisa despareja con que miro tu piel
la premura apretada con que altero tu cuerpo
y este desasosiego en que empapo mi lengua
para hablarle a tu carne y lamer a tu voz
son como ávidas gotas de estaño compasivo
que busca aminorar las grietas de la muerte
La planta de la edad nos chupa nuestros días
abriéndose como una flor negra, abominable
y en este esplendor de hoy se oculta la simiente
de una desposesión calcinada y perversa
como la del desierto. En el calcio del tacto
hay una lenta caries que nos invade desde
el fin aterrador del tiempo y de la vida
Presuroso y perdido unto en mí tu persona
y soy un bulto de hombre y de loco y de perro
que corre por tu cuerpo y a la vez por un túnel
despavoridamente lamiendo en las tinieblas
jueves, 26 de junio de 2008
Francesca
FRANCESCA de Ezra Pound
Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
De la babel de lenguas que te nombra.
Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,
Monté en cólera cuando te mencionaron
En oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente
Que el mundo se trocara en hoja seca,
O en un vilano al viento,
Para que yo pudiera encontrarte de nuevo
Sola!
Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
De la babel de lenguas que te nombra.
Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,
Monté en cólera cuando te mencionaron
En oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente
Que el mundo se trocara en hoja seca,
O en un vilano al viento,
Para que yo pudiera encontrarte de nuevo
Sola!
Grecia
GRECIA de Friedrich Hölderlin
Tanto vale el hombre y tanto vale el esplendor de la vida,
Los hombres a menudo son amos de la naturaleza,
Para ellos la tierra hermosa no está escondida,
Sino que con dulzura se desnuda mañana y tarde.
Los campos abiertos son como los días de la siega,
Alrededor se extiende espiritual la vieja Leyenda,
Una vida nueva vuelve siempre a nuestra humanidad,
Y el año se inclina aún una vez silenciosamente.
Versión de Vicente Huidobro
Tanto vale el hombre y tanto vale el esplendor de la vida,
Los hombres a menudo son amos de la naturaleza,
Para ellos la tierra hermosa no está escondida,
Sino que con dulzura se desnuda mañana y tarde.
Los campos abiertos son como los días de la siega,
Alrededor se extiende espiritual la vieja Leyenda,
Una vida nueva vuelve siempre a nuestra humanidad,
Y el año se inclina aún una vez silenciosamente.
Versión de Vicente Huidobro
miércoles, 25 de junio de 2008
Ésa es tu pena
ÉSA ES TU PENA de Olga Orozco
Ésa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo.
Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como ciertas flores si la roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre y al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre, no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio:
sepúltala en tu pecho hasta el final, hasta la empuñadura.
Ésa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo.
Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama
y se retrae como ciertas flores si la roza cualquier sombra extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre y al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre, no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio:
sepúltala en tu pecho hasta el final, hasta la empuñadura.
martes, 24 de junio de 2008
Dedicatoria
DEDICATORIA de L. García Montero
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
domingo, 22 de junio de 2008
Porque resulta que soy libre
PORQUE RESULTA QUE SOY LIBRE de Leonard Cohen
Todos conspiran para hacerme libre
Yo intenté sumarme a sus argumentos
pero había muy Pocas actitudes
y yo necesitaba bastantes
El abandonar a la muchacha adorable
no fue idea mía
pero ella se quedó dormida en la cama de alguien
Ahora más que nunca
deseo tener enemigos
Vosotros que florecéis
en el fácil mundo del amor moderno
tened cuidado conmigo
porque he desarrollado una terrible virginidad
y al encontrarse conmigo
todos aquellos que hayan sobrepasado el beso
perecerán sumidos en la vergüenza
con verrugas y pelos en las palmas de sus manos
Ya va siendo hora de que nuestros mejores hombres mueran
en el error y la iluminación
Moisés vigilando
David en su casa de sangre
Camus junto al río
Mis nuevas leyes favorecen
no el satori sino la perfección
por fin por fin
los judíos que van
demasiado lejos en el Sabbath
serán lapidados
Los católicos que blasfemen
sufrirán la electricidad aplicada
a sus genitales
Los budistas que adquieren propiedades
serán aserrados por la mitad
Los malos protestantes
tienen gobiernos
para hacerles la vida imposible
¡Ah! el universo vuelve al orden
Los nuevos rascacielos de Montreal
se chulean de los aparcamientos
como los ganadores de un concurso de higiene
una suite de encendidas ventanas aquí y allá
como una Banda de Primera Clase
otorgada como premio a una limpieza esmerada
Una muchacha que conocí
duerme en alguna cama
y de todas las cosas bonitas
que podría decir digo ésta
veo su cuerpo desconcertado
por las impresiones de las bocas
de todos los besos de todos los hombres
que ha conocido
como un piano arrabalero
anillado por años de vasos de cocktail
y mientras ella se da cuenta y tintinea
en la encantadora vieja y pecaminosa danza
yo camino bajo
la rubia lluvia de noviembre
castigándola con mi felicidad
Todos conspiran para hacerme libre
Yo intenté sumarme a sus argumentos
pero había muy Pocas actitudes
y yo necesitaba bastantes
El abandonar a la muchacha adorable
no fue idea mía
pero ella se quedó dormida en la cama de alguien
Ahora más que nunca
deseo tener enemigos
Vosotros que florecéis
en el fácil mundo del amor moderno
tened cuidado conmigo
porque he desarrollado una terrible virginidad
y al encontrarse conmigo
todos aquellos que hayan sobrepasado el beso
perecerán sumidos en la vergüenza
con verrugas y pelos en las palmas de sus manos
Ya va siendo hora de que nuestros mejores hombres mueran
en el error y la iluminación
Moisés vigilando
David en su casa de sangre
Camus junto al río
Mis nuevas leyes favorecen
no el satori sino la perfección
por fin por fin
los judíos que van
demasiado lejos en el Sabbath
serán lapidados
Los católicos que blasfemen
sufrirán la electricidad aplicada
a sus genitales
Los budistas que adquieren propiedades
serán aserrados por la mitad
Los malos protestantes
tienen gobiernos
para hacerles la vida imposible
¡Ah! el universo vuelve al orden
Los nuevos rascacielos de Montreal
se chulean de los aparcamientos
como los ganadores de un concurso de higiene
una suite de encendidas ventanas aquí y allá
como una Banda de Primera Clase
otorgada como premio a una limpieza esmerada
Una muchacha que conocí
duerme en alguna cama
y de todas las cosas bonitas
que podría decir digo ésta
veo su cuerpo desconcertado
por las impresiones de las bocas
de todos los besos de todos los hombres
que ha conocido
como un piano arrabalero
anillado por años de vasos de cocktail
y mientras ella se da cuenta y tintinea
en la encantadora vieja y pecaminosa danza
yo camino bajo
la rubia lluvia de noviembre
castigándola con mi felicidad
viernes, 20 de junio de 2008
Tal vez no me creáis
Tal vez no me creáis...de Sonia Fides
Tal vez no me creáis si os insinúo,
que mis ojos sólo son eficaces para lo que está
por debajo de lo que existe de manera oficial.
Porque si se recuentan los minutos tal y como
la vida decide enumerarlos,
los cronómetros siempre acaban escogiendo
convertirse en víctimas de esa decisión aleatoria.
Por eso desconfío tanto de los premios de consolación
y reivindico los secretos como materia de defensa
sobre todo en días como éste,
en los que la lluvia es un consejo de guerra
y los árboles actúan como sumisos soldados
que ofrecen sus bocas abiertas.
Tal vez no me creáis si os insinúo,
que mis ojos sólo son eficaces para lo que está
por debajo de lo que existe de manera oficial.
Porque si se recuentan los minutos tal y como
la vida decide enumerarlos,
los cronómetros siempre acaban escogiendo
convertirse en víctimas de esa decisión aleatoria.
Por eso desconfío tanto de los premios de consolación
y reivindico los secretos como materia de defensa
sobre todo en días como éste,
en los que la lluvia es un consejo de guerra
y los árboles actúan como sumisos soldados
que ofrecen sus bocas abiertas.
jueves, 19 de junio de 2008
Anny Bould
ANNY BOULD de Dolan Mor
Un día imaginé que yo era Anny Bould
(una poeta que se ahogó en un lago de Suiza).
Pensé que yo era ella y que me levantaba
antes de que saliera el enfermo sol de noviembre,
tomaba un té con tostadas y me despedía
en silencio de mi pequeño perro.
Después pensé que bajaba unas escaleras de madera,
tomaba un camino angosto, recogía algunas piedras
del suelo y silbaba una canción de Morbid Tales
cuando iba en dirección al lago asesino.
Cuando llegué a la orilla del lago,
me acosté boca arriba sobre la hierba,
y hablé un rato con el cielo que a esa hora lanzaba
sus primeras luces sobre la ciudad de Lucerna.
“Qué bello eres”, le dije al cielo, y el viento
helado, que en ese instante previo a mi suicidio
sopló como unos belfos de caballo salvaje
alzó, como una tela de oro, mi pelo amarillo.
También pensé en el misterio de la muerte,
en las teorías sobre la metempsicosis de Pitágoras,
y en los primeros filósofos y poetas de la antigüedad.
Pensé en estos tiempos de clones y ciencias vanas
y medité en la maldad del hombre sobre el mundo,
“¿por qué tienen que pasar estas cosas?”
--le pregunté al viento helado que ahora se escondía,
como una rata invisible, entre los árboles.
Pero nadie respondió a mi pregunta aquel día,
y esto que ahora les cuento, esto que imaginé una vez,
sucedió también por noviembre, pero hace ya mucho tiempo.
Ese día que imaginé que yo era la poeta Anny Bould,
y que lloraba boca arriba sobre la hierba, acostada
a la orilla de un lago que apenas reflejaba
en su lomo la cronología y los misterios del universo.
Lloraba sin consuelo, y pensaba, como ahora,
en mi pequeño perro, antes de meterme para siempre en el agua.
Un día imaginé que yo era Anny Bould
(una poeta que se ahogó en un lago de Suiza).
Pensé que yo era ella y que me levantaba
antes de que saliera el enfermo sol de noviembre,
tomaba un té con tostadas y me despedía
en silencio de mi pequeño perro.
Después pensé que bajaba unas escaleras de madera,
tomaba un camino angosto, recogía algunas piedras
del suelo y silbaba una canción de Morbid Tales
cuando iba en dirección al lago asesino.
Cuando llegué a la orilla del lago,
me acosté boca arriba sobre la hierba,
y hablé un rato con el cielo que a esa hora lanzaba
sus primeras luces sobre la ciudad de Lucerna.
“Qué bello eres”, le dije al cielo, y el viento
helado, que en ese instante previo a mi suicidio
sopló como unos belfos de caballo salvaje
alzó, como una tela de oro, mi pelo amarillo.
También pensé en el misterio de la muerte,
en las teorías sobre la metempsicosis de Pitágoras,
y en los primeros filósofos y poetas de la antigüedad.
Pensé en estos tiempos de clones y ciencias vanas
y medité en la maldad del hombre sobre el mundo,
“¿por qué tienen que pasar estas cosas?”
--le pregunté al viento helado que ahora se escondía,
como una rata invisible, entre los árboles.
Pero nadie respondió a mi pregunta aquel día,
y esto que ahora les cuento, esto que imaginé una vez,
sucedió también por noviembre, pero hace ya mucho tiempo.
Ese día que imaginé que yo era la poeta Anny Bould,
y que lloraba boca arriba sobre la hierba, acostada
a la orilla de un lago que apenas reflejaba
en su lomo la cronología y los misterios del universo.
Lloraba sin consuelo, y pensaba, como ahora,
en mi pequeño perro, antes de meterme para siempre en el agua.
miércoles, 18 de junio de 2008
Te quiero porque tienes.....
TE QUIERO PORQUE TIENES....de Jaime Sabines
Te quiero porque tienes
las partes de la mujer en el lugar preciso
y estás completa.
No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared,
alguna raya que tus ojos, sin ti,
se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.
Te quiero porque tienes
las partes de la mujer en el lugar preciso
y estás completa.
No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared,
alguna raya que tus ojos, sin ti,
se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.
Cerqué, cercaste..
CERQUÉ, CERCASTE....de J.Á. Valente
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
Alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.
Tierra ajena y más nuestra, allende, en lo lejano.
Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
Alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.
Tierra ajena y más nuestra, allende, en lo lejano.
Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.
martes, 17 de junio de 2008
Como si nunca hubiera sido mía
COMO SI NUNCA HUBIERA SIDO MÍA...Claudio Rodríguez
Como si nunca hubiera sido mía,
dad al aire mi voz y que en el aire
sea de todos y la sepan todos
igual que una mañana o una tarde.
Ni a la rama tan sólo abril acude
ni el agua espera sólo el estiaje.
¿Quién podrá decir que es suyo el viento,
suya la luz, el canto de las aves
en el que esplende la estación, más cuando
llega la noche y en los chopos arde
tan peligrosamente retenida?
¡Que todo acabe aquí, que todo acabe
de una vez para siempre! La flor vive
tan bella porque vive poco tiempo
y, sin embargo, cómo se da, unánime,
dejando de ser flor y convirtiéndose
en ímpetu de entrega. Invierno, aunque
no esté detrás la primavera, saca
fuera de mí lo mío y hazme parte,
inútil polen que se pierde en tierra
pero ha sido de todos y de nadie.
Sobre el abierto páramo, el relente
es pinar en el pino, aire en el aire,
relente sólo para mí sequía.
Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio éste del cuerpo, éste
de no poder ser hostia para darse.
Como si nunca hubiera sido mía,
dad al aire mi voz y que en el aire
sea de todos y la sepan todos
igual que una mañana o una tarde.
Ni a la rama tan sólo abril acude
ni el agua espera sólo el estiaje.
¿Quién podrá decir que es suyo el viento,
suya la luz, el canto de las aves
en el que esplende la estación, más cuando
llega la noche y en los chopos arde
tan peligrosamente retenida?
¡Que todo acabe aquí, que todo acabe
de una vez para siempre! La flor vive
tan bella porque vive poco tiempo
y, sin embargo, cómo se da, unánime,
dejando de ser flor y convirtiéndose
en ímpetu de entrega. Invierno, aunque
no esté detrás la primavera, saca
fuera de mí lo mío y hazme parte,
inútil polen que se pierde en tierra
pero ha sido de todos y de nadie.
Sobre el abierto páramo, el relente
es pinar en el pino, aire en el aire,
relente sólo para mí sequía.
Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio éste del cuerpo, éste
de no poder ser hostia para darse.
lunes, 16 de junio de 2008
EL VINO A SOLAS, LA MEMORIA ARDIENDO
EL VINO A SOLAS, LA MEMORIA ARDIENDO de Félix Grande
Sombra, qué tarde llegas y te vas qué temprano.
Te has sentado en mis sillas, perfumando mi pieza.
Llovían mis propios años sobre mi pelo cano.
Discretamente heme revolcado en tristeza.
Sagrada es la inocencia con su olor a verano,
y con su olor a mundo sagrada es la belleza.
Vienen toros de nieve lamiéndome la mano;
y el Tiempo, en la ventana aplasta su cabeza.
Delicada catástrofe; desgracia taciturna.
La escasa fe maltrecha que queda se embadurna
en interrogaciones sin futuro ni afán.
Y me he quedado solo, sin sombra, mortecino,
rebuscando calor en mi aterido vino.
La vida nos engaña, las cosas se nos van.
Sombra, qué tarde llegas y te vas qué temprano.
Te has sentado en mis sillas, perfumando mi pieza.
Llovían mis propios años sobre mi pelo cano.
Discretamente heme revolcado en tristeza.
Sagrada es la inocencia con su olor a verano,
y con su olor a mundo sagrada es la belleza.
Vienen toros de nieve lamiéndome la mano;
y el Tiempo, en la ventana aplasta su cabeza.
Delicada catástrofe; desgracia taciturna.
La escasa fe maltrecha que queda se embadurna
en interrogaciones sin futuro ni afán.
Y me he quedado solo, sin sombra, mortecino,
rebuscando calor en mi aterido vino.
La vida nos engaña, las cosas se nos van.
viernes, 13 de junio de 2008
Oda a Walt Whitman
ODA A WALT WHITMAN de F.García Lorca
Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión,
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para turbar al cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte:
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de tus anémonas manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid,
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un solo momento, Adán de sangre, Macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te señalan-
¡También ése! ¡También! y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbre de gritos y ademanes,
como los gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas,
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
Pero tú no buscabas los ojos arañados
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños
ni la saliva helada
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y en terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades.
La guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo;
mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada;
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero;
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución;
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades
de carne tumefacta y pensamiento inmundo.
Madres de lodo. Arpías. Enemigos sin sueño
del amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
«Faeries» de Norteamérica,
«Pájaros» de la Habana,
«Jotos» de Méjico,
«Sarasas» de Cádiz,
«Apios» de Sevilla,
«Cancos» de Madrid,
«Floras» de Alicante,
«Adelaidas» de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer. Perras de sus tocadores.
Abiertos en las plazas, con fiebre de abanico
o emboscados en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes,
os cierren las puertas de la bacanal.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme: no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes,
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión,
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para turbar al cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte:
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de tus anémonas manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid,
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un solo momento, Adán de sangre, Macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te señalan-
¡También ése! ¡También! y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbre de gritos y ademanes,
como los gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas,
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
Pero tú no buscabas los ojos arañados
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños
ni la saliva helada
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y en terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades.
La guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo;
mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada;
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero;
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución;
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades
de carne tumefacta y pensamiento inmundo.
Madres de lodo. Arpías. Enemigos sin sueño
del amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
«Faeries» de Norteamérica,
«Pájaros» de la Habana,
«Jotos» de Méjico,
«Sarasas» de Cádiz,
«Apios» de Sevilla,
«Cancos» de Madrid,
«Floras» de Alicante,
«Adelaidas» de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer. Perras de sus tocadores.
Abiertos en las plazas, con fiebre de abanico
o emboscados en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes,
os cierren las puertas de la bacanal.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme: no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes,
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
jueves, 12 de junio de 2008
ADIÓS
ADIÓS de Claudio Rodríguez
Cualquier cosa valiera por mi vida
esta tarde. Cualquier cosa pequeña
si alguna hay. Martirio me es el ruido
sereno, sin escrúpulos, sin vuelta
de tu zapato bajo. ¿Qué victorias
busca el que ama? ¿Por qué son tan derechas
estas calles? Ni miro atrás ni puedo
perderte ya de vista. Esta es la tierra
del escarmiento: hasta los amigos
dan mala información. Mi boca besa
lo que muere, y lo acepta. Y la piel misma
del labio es la del viento. Adiós. Es útil
norma este suceso, dicen. Queda
tú con las cosas nuestras, tú, que puedes,
que yo me iré donde la noche quiera.
Cualquier cosa valiera por mi vida
esta tarde. Cualquier cosa pequeña
si alguna hay. Martirio me es el ruido
sereno, sin escrúpulos, sin vuelta
de tu zapato bajo. ¿Qué victorias
busca el que ama? ¿Por qué son tan derechas
estas calles? Ni miro atrás ni puedo
perderte ya de vista. Esta es la tierra
del escarmiento: hasta los amigos
dan mala información. Mi boca besa
lo que muere, y lo acepta. Y la piel misma
del labio es la del viento. Adiós. Es útil
norma este suceso, dicen. Queda
tú con las cosas nuestras, tú, que puedes,
que yo me iré donde la noche quiera.
martes, 10 de junio de 2008
Como quien oye llover
COMO QUIEN OYE LLOVER de Octavio Paz
Óyeme como quien oye llover,
ni atenta ni distraída,
pasos leves, llovizna,
agua que es aire, aire que es tiempo,
el día no acaba de irse,
la noche no llega todavía,
figuraciones de la niebla
al doblar la esquina,
figuraciones del tiempo
en el recodo de esta pausa,
óyeme como quien oye llover,
sin oírme, oyendo lo que digo
con los ojos abiertos hacia adentro,
dormida con los cinco sentidos despiertos,
llueve, pasos leves, rumor de sílabas,
aire y agua, palabras que no pesan:
lo que fuimos y somos,
los días y los años, este instante,
tiempo sin peso, pesadumbre enorme,
óyeme como quien oye llover,
relumbra el asfalto húmedo,
el vaho se levanta y camina,
la noche se abre y me mira,
eres tú y tu talle de vaho,
tú y tu cara de noche,
tú y tu pelo, lento relámpago,
cruzas la calle y entras en mi frente,
pasos de agua sobre mis párpados,
óyeme como quien oye llover,
el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,
es la niebla errante en la noche,
como quien oye llover
es la noche dormida en tu cama,
es el oleaje de tu respiración,
tus dedos de agua mojan mi frente,
tus dedos de llama queman mis ojos,
tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,
manar de apariciones y resurrecciones,
óyeme como quien oye llover,
pasan los años, regresan los instantes,
¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?
no aquí ni allá: los oyes
en otro tiempo que es ahora mismo,
oye los pasos del tiempo
inventor de lugares sin peso ni sitio,
oye la lluvia correr por la terraza,
la noche ya es más noche en la arboleda,
en los follajes ha anidado el rayo,
vago jardín a la deriva
entra, tu sombra cubre esta página.
Óyeme como quien oye llover,
ni atenta ni distraída,
pasos leves, llovizna,
agua que es aire, aire que es tiempo,
el día no acaba de irse,
la noche no llega todavía,
figuraciones de la niebla
al doblar la esquina,
figuraciones del tiempo
en el recodo de esta pausa,
óyeme como quien oye llover,
sin oírme, oyendo lo que digo
con los ojos abiertos hacia adentro,
dormida con los cinco sentidos despiertos,
llueve, pasos leves, rumor de sílabas,
aire y agua, palabras que no pesan:
lo que fuimos y somos,
los días y los años, este instante,
tiempo sin peso, pesadumbre enorme,
óyeme como quien oye llover,
relumbra el asfalto húmedo,
el vaho se levanta y camina,
la noche se abre y me mira,
eres tú y tu talle de vaho,
tú y tu cara de noche,
tú y tu pelo, lento relámpago,
cruzas la calle y entras en mi frente,
pasos de agua sobre mis párpados,
óyeme como quien oye llover,
el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,
es la niebla errante en la noche,
como quien oye llover
es la noche dormida en tu cama,
es el oleaje de tu respiración,
tus dedos de agua mojan mi frente,
tus dedos de llama queman mis ojos,
tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,
manar de apariciones y resurrecciones,
óyeme como quien oye llover,
pasan los años, regresan los instantes,
¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?
no aquí ni allá: los oyes
en otro tiempo que es ahora mismo,
oye los pasos del tiempo
inventor de lugares sin peso ni sitio,
oye la lluvia correr por la terraza,
la noche ya es más noche en la arboleda,
en los follajes ha anidado el rayo,
vago jardín a la deriva
entra, tu sombra cubre esta página.
lunes, 9 de junio de 2008
Encuentros
ENCUENTROS DE Darío Jaramillo
Afuera el frío viento
el ocre del sol en el crepúsculo,
el azul de un solo tono en todo el cielo,
y tú lejos,
y tú lejos.
* * * * *
Apuro esta euforia,
como un vino escaso la apuro hasta sus más íntimos delirios.
Perfume preciso que aletea en la alcoba,
aroma de la expulsión de los demonios,
viento fresco el cuerpo del amor.
Ajeno a toda zozobra
me convierto en brizna de la nada entre el amor,
oh alegría, azúcar de mi noche.
* * * * *
Arrodillado te degusto
te lamo y lamo
olfateo cada parte de ti
te aprendo con labios y nariz
te estremezco y ensalzo
subo y bajo
lengua de pezón a pubis
lengua de boca a oreja
interminable.
* * * * *
Cuatro preguntas
¿Cuándo más descarriamiento
más subir a la nada
cuándo más estallar tan total
cuándo más un tan claro delirio
más abrazo un abrazo?
* * * * *
La luna es un zepelín de mandarina
flotando entre los edificios de Manhattan.
Inflada de verano
la luna es un zepelín sostenido por un beso.
Las lenguas toman posesión de nuestros cuerpos y ascendemos,
livianos de nosotros flotamos en abrazo y en saliva.
* * * * *
Por qué no tu boca aquí,
por qué no sobre mi piel tu aliento
por qué no adentro yo de tus abismos?
* * * * *
Que el azar me lleve hasta tu orilla,
ola o viento, que tome tu rumbo,
que hasta ti llegue y te venza mi ternura.
Afuera el frío viento
el ocre del sol en el crepúsculo,
el azul de un solo tono en todo el cielo,
y tú lejos,
y tú lejos.
* * * * *
Apuro esta euforia,
como un vino escaso la apuro hasta sus más íntimos delirios.
Perfume preciso que aletea en la alcoba,
aroma de la expulsión de los demonios,
viento fresco el cuerpo del amor.
Ajeno a toda zozobra
me convierto en brizna de la nada entre el amor,
oh alegría, azúcar de mi noche.
* * * * *
Arrodillado te degusto
te lamo y lamo
olfateo cada parte de ti
te aprendo con labios y nariz
te estremezco y ensalzo
subo y bajo
lengua de pezón a pubis
lengua de boca a oreja
interminable.
* * * * *
Cuatro preguntas
¿Cuándo más descarriamiento
más subir a la nada
cuándo más estallar tan total
cuándo más un tan claro delirio
más abrazo un abrazo?
* * * * *
La luna es un zepelín de mandarina
flotando entre los edificios de Manhattan.
Inflada de verano
la luna es un zepelín sostenido por un beso.
Las lenguas toman posesión de nuestros cuerpos y ascendemos,
livianos de nosotros flotamos en abrazo y en saliva.
* * * * *
Por qué no tu boca aquí,
por qué no sobre mi piel tu aliento
por qué no adentro yo de tus abismos?
* * * * *
Que el azar me lleve hasta tu orilla,
ola o viento, que tome tu rumbo,
que hasta ti llegue y te venza mi ternura.
domingo, 8 de junio de 2008
Lorelei
Lorelei de Sylvia Plath
No es noche ésta de ahogarse:
luna llena, reacio
río bajo luz suave,
acuosas nieblas bajan
tupidas como redes
cuyos dueños reposan,
traduciéndose en vidrio
lúcido mientras flotan
las torres del castillo
hacia mí hiriendo el rostro
del silencio. Ascienden
sus miembros poderosos
y álgidos, pelo grave
más que mármol, y cantan
de un mundo más amable
que ninguno. Estos cantos,
hermanas, sobrepasan
al oído gastado
que aquí, en el campo, escucha
bajo el orden impuesto.
La armonía caduca
el orden que vosotras
sitiáis con vuestras voces.
Vivís entre las rocas
de oníricas promesas
de refugio. De día
bajáis de la pereza,
de altas ventanas. Peor
que vuestro enloquecido
canto o mudez. La voz
de vuestro fondo llama:
embriaguez del abismo.
Oh río, veo tu larga
y honda línea argentina,
esas diosas de paz.
Piedra, piedra, me abismas.
No es noche ésta de ahogarse:
luna llena, reacio
río bajo luz suave,
acuosas nieblas bajan
tupidas como redes
cuyos dueños reposan,
traduciéndose en vidrio
lúcido mientras flotan
las torres del castillo
hacia mí hiriendo el rostro
del silencio. Ascienden
sus miembros poderosos
y álgidos, pelo grave
más que mármol, y cantan
de un mundo más amable
que ninguno. Estos cantos,
hermanas, sobrepasan
al oído gastado
que aquí, en el campo, escucha
bajo el orden impuesto.
La armonía caduca
el orden que vosotras
sitiáis con vuestras voces.
Vivís entre las rocas
de oníricas promesas
de refugio. De día
bajáis de la pereza,
de altas ventanas. Peor
que vuestro enloquecido
canto o mudez. La voz
de vuestro fondo llama:
embriaguez del abismo.
Oh río, veo tu larga
y honda línea argentina,
esas diosas de paz.
Piedra, piedra, me abismas.
sábado, 7 de junio de 2008
viernes, 6 de junio de 2008
Amores imposibles
AMORES IMPOSIBLES de Dario Jaramillo
1. Entre el amor imposible y la presencia de la muerte
transcurre el día.
¿Se detiene el corazón o explota?
El olor de la clínica me trae las preguntas:
¿Me licuaré por dentro? ¿Me aferraré a la vida
o dejaré sereno que el fin llegue?
El amor absoluto es el amor imposible,
este feliz amor en que te invoco obsesivo
y tú ni me recuerdas.
Este amor imposible es la manera como la muerte
se apodera de mí por la mañana.
* * * * *
2. Un amor imposible es el más feliz de los amores.
O puede serlo.
Basta que creas que es posible un amor imposible
y esto hará la felicidad del amor imposible.
Puede que seas el amor imposible de tu amor imposible.
Pero esto es un milagro.
* * * * *
3. Un día en la penumbra te enamoras de tu amor imposible.
Una breve charla, si acaso una mirada, una sonrisa leve,
un levísimo guiño inolvidable
y cae el azul entero de cielo sobre tu alma
y desfalleces de la dicha,
llueve la luz en tus adentros.
Sabes que es un amor imposible.
Sabes que no hay manera de cruzar una vida con la otra,
que, acaso, fue una fortuna que un día tocaras a tu amor imposible.
Pero también sabes que es imposible tu amor,
que no lo verás más,
que el amor que le tienes a tu amor imposible
no necesita a tu amor imposible,
que amas a una quimera que un día se encarnó debajo de la piel
más lejana y que más amas.
* * * * *
6. Qué ternura encontrarte, viejo amor imposible,
qué dulce conocerte después de que el olvido
hizo más imposible nuestro amor imposible.
Nunca tú supiste el amor que te tuve:
entonces escuchaba con tu fantasma un vals
y conocía el asombro de mirar tus pestañas
y, sin tú darte cuenta, mi alma cabía completa
en tu labio inferior.
No creas que había fotos.
Era la presencia real que sólo poseen los amores imposibles.
Nada de esto te dije cuando me dio tanto gusto
que alguien nos presentara sin saber lo que hacía,
acercarme a tu ternura que ahora no invento.
Nada de esto te dije.
Esas ridiculeces no se dicen.
Los amores imposibles son los más ridículos amores.
Contigo no me equivoqué cuando te amaba,
pero ya no te amo.
Un beso en la mejilla.
"Volveremos a vernos".
* * * * *
7. Todos los amores imposibles son eternos,
el tiempo no los toca
y no existen traiciones entre los amores imposibles.
Amo con toda intensidad, amo sin límites
a cada uno de mis amores imposibles.
A veces el olor del café trastoca el orden de los años
y voy a dar a la madrugada
de un resplandor que a mí me alumbra
o de pronto la voz de Janis Joplin
me ensarta en una noche cítrica,
de alambre,
la noche del hechizo,
puede ser una forma precisa de mecerse el viento entre los árboles
y la danza del cuerpo,
la eterna danza de un cuerpo eterno
entre la eterna danza de la brisa.
Los eternos amores imposibles
no se tocan, no se cruzan, no pueden verse entre sí,
no existen los celos entre los amores imposibles,
son perfectos los amores imposibles.
* * * * *
10. Fisuras en la luz de la mañana,
fracturas de lo que veo y oigo,
por ellas se acerca lo lejano,
se paraliza con crueldad lo que transcurre.
Adrede esta curva misteriosa,
adrede,
de pensamiento y de deseo adrede
está presente el gesto más presente,
por la grieta que ahora vivo,
por allí asoman un amor imposible y otro amor imposible.
* * * * *
11. Altar donde te invoco,
ara de ofrendas ante la mención de lo sagrado:
una pregunta, una mirada,
el vello suave de tu brazo izquierdo,
el miedo de que noten los otros que por ti me muero,
tu risa entre un silencio que sólo quiere oír tu risa,
Un viaje, una postal, este poema,
mi remoto amor imposible,
ahora te invoco,
ahora te invoco y vuelvo a embriagarme de un instante de cielo,
de mi más lejano amor imposible.
* * * * *
15. La vida está hecha de amores imposibles,
de ilusiones encontradas que ayudan a curar
las ilusiones perdidas.
En un hotel de una ciudad desconocida
un aroma te rescata,
amor imposible de otro hotel remoto
que me acompaña aquí y ahora,
amor imposible convertido en perfume.
* * * * *
16. Yo fui lentamente a tumbos perdiéndome...
"Yo fui lentamente a tumbos perdiéndome. "
Damián Bayon
Yo fui lentamente a tumbos perdiéndome
sin rumbo y contra las paredes,
yo me aniquilé por capricho de un mal amor posible.
Sufrí. Descendí a los infiernos, a varios infiernos,
usé las máscaras más degradantes, repté.
Sufrí.
Vinieron a salvarme los amores imposibles,
amores sin astucia y sin heridas,
amores curativos que no existen.
* * * * *
21. A estas alturas rodando
literalmente rodando
asumo mi destino,
araño cielos, tiento paraísos,
busco la clave que me traspase,
sin buscarla la busco,
la llave es un torso, un gesto,
la sonrisa de un amor imposible
o de otro amor imposible.
Los amores imposibles
-es tan evidente que siempre lo olvido-
son partes de ese mundo imposible
que es mi mundo verdadero.
1. Entre el amor imposible y la presencia de la muerte
transcurre el día.
¿Se detiene el corazón o explota?
El olor de la clínica me trae las preguntas:
¿Me licuaré por dentro? ¿Me aferraré a la vida
o dejaré sereno que el fin llegue?
El amor absoluto es el amor imposible,
este feliz amor en que te invoco obsesivo
y tú ni me recuerdas.
Este amor imposible es la manera como la muerte
se apodera de mí por la mañana.
* * * * *
2. Un amor imposible es el más feliz de los amores.
O puede serlo.
Basta que creas que es posible un amor imposible
y esto hará la felicidad del amor imposible.
Puede que seas el amor imposible de tu amor imposible.
Pero esto es un milagro.
* * * * *
3. Un día en la penumbra te enamoras de tu amor imposible.
Una breve charla, si acaso una mirada, una sonrisa leve,
un levísimo guiño inolvidable
y cae el azul entero de cielo sobre tu alma
y desfalleces de la dicha,
llueve la luz en tus adentros.
Sabes que es un amor imposible.
Sabes que no hay manera de cruzar una vida con la otra,
que, acaso, fue una fortuna que un día tocaras a tu amor imposible.
Pero también sabes que es imposible tu amor,
que no lo verás más,
que el amor que le tienes a tu amor imposible
no necesita a tu amor imposible,
que amas a una quimera que un día se encarnó debajo de la piel
más lejana y que más amas.
* * * * *
6. Qué ternura encontrarte, viejo amor imposible,
qué dulce conocerte después de que el olvido
hizo más imposible nuestro amor imposible.
Nunca tú supiste el amor que te tuve:
entonces escuchaba con tu fantasma un vals
y conocía el asombro de mirar tus pestañas
y, sin tú darte cuenta, mi alma cabía completa
en tu labio inferior.
No creas que había fotos.
Era la presencia real que sólo poseen los amores imposibles.
Nada de esto te dije cuando me dio tanto gusto
que alguien nos presentara sin saber lo que hacía,
acercarme a tu ternura que ahora no invento.
Nada de esto te dije.
Esas ridiculeces no se dicen.
Los amores imposibles son los más ridículos amores.
Contigo no me equivoqué cuando te amaba,
pero ya no te amo.
Un beso en la mejilla.
"Volveremos a vernos".
* * * * *
7. Todos los amores imposibles son eternos,
el tiempo no los toca
y no existen traiciones entre los amores imposibles.
Amo con toda intensidad, amo sin límites
a cada uno de mis amores imposibles.
A veces el olor del café trastoca el orden de los años
y voy a dar a la madrugada
de un resplandor que a mí me alumbra
o de pronto la voz de Janis Joplin
me ensarta en una noche cítrica,
de alambre,
la noche del hechizo,
puede ser una forma precisa de mecerse el viento entre los árboles
y la danza del cuerpo,
la eterna danza de un cuerpo eterno
entre la eterna danza de la brisa.
Los eternos amores imposibles
no se tocan, no se cruzan, no pueden verse entre sí,
no existen los celos entre los amores imposibles,
son perfectos los amores imposibles.
* * * * *
10. Fisuras en la luz de la mañana,
fracturas de lo que veo y oigo,
por ellas se acerca lo lejano,
se paraliza con crueldad lo que transcurre.
Adrede esta curva misteriosa,
adrede,
de pensamiento y de deseo adrede
está presente el gesto más presente,
por la grieta que ahora vivo,
por allí asoman un amor imposible y otro amor imposible.
* * * * *
11. Altar donde te invoco,
ara de ofrendas ante la mención de lo sagrado:
una pregunta, una mirada,
el vello suave de tu brazo izquierdo,
el miedo de que noten los otros que por ti me muero,
tu risa entre un silencio que sólo quiere oír tu risa,
Un viaje, una postal, este poema,
mi remoto amor imposible,
ahora te invoco,
ahora te invoco y vuelvo a embriagarme de un instante de cielo,
de mi más lejano amor imposible.
* * * * *
15. La vida está hecha de amores imposibles,
de ilusiones encontradas que ayudan a curar
las ilusiones perdidas.
En un hotel de una ciudad desconocida
un aroma te rescata,
amor imposible de otro hotel remoto
que me acompaña aquí y ahora,
amor imposible convertido en perfume.
* * * * *
16. Yo fui lentamente a tumbos perdiéndome...
"Yo fui lentamente a tumbos perdiéndome. "
Damián Bayon
Yo fui lentamente a tumbos perdiéndome
sin rumbo y contra las paredes,
yo me aniquilé por capricho de un mal amor posible.
Sufrí. Descendí a los infiernos, a varios infiernos,
usé las máscaras más degradantes, repté.
Sufrí.
Vinieron a salvarme los amores imposibles,
amores sin astucia y sin heridas,
amores curativos que no existen.
* * * * *
21. A estas alturas rodando
literalmente rodando
asumo mi destino,
araño cielos, tiento paraísos,
busco la clave que me traspase,
sin buscarla la busco,
la llave es un torso, un gesto,
la sonrisa de un amor imposible
o de otro amor imposible.
Los amores imposibles
-es tan evidente que siempre lo olvido-
son partes de ese mundo imposible
que es mi mundo verdadero.
jueves, 5 de junio de 2008
Cae la noche
CAE LA NOCHE de J.A.Valente
Cae la noche.
El corazón desciende
infinitos peldaños,
enormes galerías,
hasta encontrar la pena.
Allí descansa, yace,
allí, vencido,
yace su propio ser.
El hombre puede
cargarlo a sus espaldas
para ascender de nuevo
hacia la luz penosamente:
puede caminar para siempre,
caminar...
¡Tú que puedes,
danos nuestra resurrección de cada día!
Cae la noche.
El corazón desciende
infinitos peldaños,
enormes galerías,
hasta encontrar la pena.
Allí descansa, yace,
allí, vencido,
yace su propio ser.
El hombre puede
cargarlo a sus espaldas
para ascender de nuevo
hacia la luz penosamente:
puede caminar para siempre,
caminar...
¡Tú que puedes,
danos nuestra resurrección de cada día!
miércoles, 4 de junio de 2008
domingo, 1 de junio de 2008
TREN EN MITAD DE LA NOCHE
TREN EN MITAD DE LA NOCHE de Lorenzo Oliván
A Eva y Rodolfo
Tendido en la litera
estrecha de este tren, como en un nicho,
atraviesas la noche ignorada de Francia.
Del paisaje de fuera nada sabes.
No sabes si te adentras en bosques que te acosan
con sus ramas o en playas que se entregan,
si cruzas por pantano o tierra fértil.
Y apenas si conoces un cúmulo de datos imprecisos
de la extraña ciudad inabarcable
a la que te diriges.
Temeroso ante tanta realidad
desconocida, el sueño
es meta que no alcanzas.
Sin embargo, tu sangre
va asimilando poco
a poco la andadura
del tren: sus balanceos
repentinos te muestran
con qué decisión pasa, atropellándolos,
sobre todos los miedos, dudas e incertidumbres
que en mitad de la noche
cruzan su corazón.
Pasa así tú también sobre tu angustia,
que tu latir sea el latir del tren,
a su ritmo resbala
en el limo del sueño,
y que mañana el alba
te sorprenda en París.
Con todos tus sentidos bien despiertos,
que te sorprenda el alba de París.
A Eva y Rodolfo
Tendido en la litera
estrecha de este tren, como en un nicho,
atraviesas la noche ignorada de Francia.
Del paisaje de fuera nada sabes.
No sabes si te adentras en bosques que te acosan
con sus ramas o en playas que se entregan,
si cruzas por pantano o tierra fértil.
Y apenas si conoces un cúmulo de datos imprecisos
de la extraña ciudad inabarcable
a la que te diriges.
Temeroso ante tanta realidad
desconocida, el sueño
es meta que no alcanzas.
Sin embargo, tu sangre
va asimilando poco
a poco la andadura
del tren: sus balanceos
repentinos te muestran
con qué decisión pasa, atropellándolos,
sobre todos los miedos, dudas e incertidumbres
que en mitad de la noche
cruzan su corazón.
Pasa así tú también sobre tu angustia,
que tu latir sea el latir del tren,
a su ritmo resbala
en el limo del sueño,
y que mañana el alba
te sorprenda en París.
Con todos tus sentidos bien despiertos,
que te sorprenda el alba de París.
CON ESTA BOCA, EN ESTE MUNDO...
CON ESTA BOCA, EN ESTE MUNDO...de Olga Orozco
No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.
Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.
Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.
¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.
Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.
Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.
¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
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