EL VINO A SOLAS, LA MEMORIA ARDIENDO de Félix Grande
Sombra, qué tarde llegas y te vas qué temprano.
Te has sentado en mis sillas, perfumando mi pieza.
Llovían mis propios años sobre mi pelo cano.
Discretamente heme revolcado en tristeza.
Sagrada es la inocencia con su olor a verano,
y con su olor a mundo sagrada es la belleza.
Vienen toros de nieve lamiéndome la mano;
y el Tiempo, en la ventana aplasta su cabeza.
Delicada catástrofe; desgracia taciturna.
La escasa fe maltrecha que queda se embadurna
en interrogaciones sin futuro ni afán.
Y me he quedado solo, sin sombra, mortecino,
rebuscando calor en mi aterido vino.
La vida nos engaña, las cosas se nos van.
lunes, 16 de junio de 2008
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1 comentario:
Siempre me gustó la palabra sombra.
Sobre todo por su calidad de proyección velada de la realidad.
Por eso me llega muy dentro la efímera tardanza de su llegada y la pronta presteza de su marcha.
A ciertas edades uno es muy sensible al paso de las cosas.
Abrazos.
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