martes, 30 de septiembre de 2008

Soneto LXXXIV





Una vez más, amor, la red del día extingue
trabajos, ruedas, fuegos, estertores, adioses,
y a la noche entregamos el trigo vacilante
que el mediodía obtuvo de la luz y la tierra.

Sólo la luna en medio de su página pura
sostiene las columnas del estuario del cielo,
la habitación adopta la lentitud del oro
y van y van tus manos preparando la noche.

Oh amor, oh noche, oh cúpula cerrada por un río
de impenetrables aguas en la sombra del cielo
que destaca y sumerge sus uvas tempestuosas,

hasta que sólo somos un solo espacio oscuro,
una copa en que cae la ceniza celeste,
una gota en el pulso de un lento y largo río.




Pablo Neruda



Amor




Dentro, en tus ojos, donde calla y duerme
un palpitar de acuario submarino,
quisiera - licor tenue al difumino -
hundirme, decantarme, adormecerme.

Y a través de tu espalda, pura, inerme,
que me trasluce el ritmo de andantino
de tu anhelar, si en ella me reclino,
quisiera trasvasarme y extenderme.

Multiplicar mi nido en tus regazos
innumerables, que al cerrar los brazos
no encontrases mi carne, en ti disuelta.

Y que mi alma, en bulto y tacto vuelta,
te resbalase en torno, transparente
como tu frente, amor, como tu frente



Gerardo Diego



lunes, 29 de septiembre de 2008

En el amor






En el amor hay ansía y hay desazón

de igual manera

que hay ternura y pasión.


¿No sientes cómo te amo?

Coge una yema de tus dedos,

pincha en ella,

y en esa diminuta gota

del color de las amapolas

estoy yo,

prisionero de tu destino,

llevado por ti

tan lejos como quieras.



Fernando Sarría



domingo, 28 de septiembre de 2008

Posees el gozo de su risa



Posees el gozo de su risa
pero debes saber que partirá.
Te inunda su alegría
te ilumina su rotunda carcajada
con una luz muy dulce,
pero no ignores que se irá.
Ella fluye,
ella es un líquido que detesta estancarse
ella es un pájaro que anida y emigra,
ella se irá.
Ella se irá y te dejará una marca de amor
que solamente curarás con su regreso efímero.
Entonces la verás de paso
y será como tropezar con el sol de la mañana
descubrir de nuevo su alegría,
nadar en ella
plácido
hasta un próximo encuentro inesperado.



Darío Jaramillo



viernes, 26 de septiembre de 2008

CHAU NÚMERO TRES




Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres
sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
seguro sin seguro
te dejo frente al mar
descifrándote a solas
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía
pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono
estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos
estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra
estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen
y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.




Mario Benedetti


CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA




De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!



Jaime Gil de Biedman


miércoles, 24 de septiembre de 2008

Andante en tres tiempos




Más borroso que un velo tramado por la lluvia sobre
los ojos de la lejanía, confuso como un fardo,
errante como un médano indeciso en la tierra de nadie,
sin rasgos, sin consistencia, sin asas ni molduras,
así era tu porvenir visto desde las instantáneas rendijas del pasado.
Sin embargo detrás hay un taller que fragua sin cesar tu muestrario de máscaras.
Es un recinto que retrocede y que te absorbe exhalando el paisaje.
Allí en algún rincón están de pie tus primeras visiones,
y también las imágenes de ayer y aun los espejismos que no se condensaron,
más las ciegas legiones de fantasmas que son huecos anuncios todavía.
Entre todos imprimen un diseño secreto en las alfombras por donde pasarás,
muelen tus alimentos de mañana en el mortero de lo desconocido
y elaboran en rígidos lienzos los ropajes para tu absolución o tu condena.
Cambia, cambia de vuelo como la ráfaga del enjambre bajo la tormenta.
Un soplo habrá disuelto la reunión; un soplo la convoca en un nuevo diseño,
junto a nuevos ropajes y nuevos alimentos.
¡Qué vivero de formas al acecho de un molde desde el principio hasta el final!

Palmo a palmo, virando de un día a otro fulgor,
de una noche a otra sombra,
llegas con cada paso a ese lugar al que te remolcaron todas las corrientes:
una región de lobos o corderos donde erigir tu tienda una vez más
y volver a partir, aunque te quedes, aspirado de nuevo por la boca del viento.
Es esa la comarca, esa es la casa, esos son los rostros que veías difusos,
fraguados en el humo de la víspera,
apenas esculpidos por el aliento leproso de la niebla.
Ahora están tallados a fuego ya cuchillo en la dura sustancia del presente,
una roca escindida que ahora permanece, que ya se desmorona,
que se escurre sin fin por la garganta de insaciables arenas.
Entre la oscilación y la caída, si no te deslizas hacia adelante, mueres.
Apresúrate, atrapa el petirrojo que huye, la escarcha que se disuelve en el jardín.
Somételos con un ademán tan rápido que se asemeje a la quietud,
a esa trampa del tiempo solapado que se desdobla en antes y en después.
Sólo conseguirás un presagio de plumas y un resabio de hielo.
A veces, pocas veces, un modelo para los esplendores y las lágrimas de tu porvenir.
¿Y qué fue del pasado, con su carga de sábanas ajadas y de huesos roídos?
¿Es nada más que un embalaje roto,
una mano en el vidrio ceniciento a lo largo de toda la alameda?
¿O un depósito inmóvil donde se acumulan el oro y las escorias de los días?
Pliega las alas para ver.
Esa mole que llevas creciendo a tus espaldas es tu albergue vampiro.
No me hables solamente de un panteón o de algún tribunal embalsamado,
siempre en suspenso y hasta el fin del mundo.
Porque también allí cada dibujo cambia con el último trazo,
cada color se funde con el tinte de la nueva estación o la que viene,
cada calco envejece, se resquebraja y pierde su motivo en el polvo;
pero el muro en que guardas estampadas las manos de la infancia
es ese mismo muro que proyecta unas manos finales sobre los muros de tu porvenir.
¿Y acaso ayer no asoma algunas veces como marzo en septiembre y canta en la enramada?
Todo es posible cuando se desborda y rehace un recuento la memoria:
imprevistas alquimias, peldaños que chirrían, cajones clausurados y carruajes en marcha.
Sorprendente inventario en el que testimonian hasta las puertas sin abrir.
Hoy, mañana o ayer, nunca ningún refugio donde permanecer inalterable
entre la llama y el carbón.
Los oleajes se cruzan y conspiran como los visitantes en los sueños,
intercambian espumas, cáscaras, amuletos y papeles cifrados y jirones,
y todo tiempo inscribe su sentencia bajo las aguas de los otros tiempos,
mientras viajas a tumbos en tu tablón precario justo en el filo de las marejadas.
Pero hay algo, tal vez, que logró sustraerse a las maquinaciones de los años,
algo que estaba fuera de la fugacidad, la duración y la mudanza.
Guarda, guarda esa prenda invulnerable que cobraste al pasar y que llevas
oculta como un ladrón furtivo desde el comienzo hasta el futuro.
Estandarte o sortija, perla, grano de sal o escapulario,
describe una parábola de brasas a medida que te aproximas, que llegas, que te alejas:
tu credencial de amor en la noche cerrada.



Olga Orozco



viernes, 19 de septiembre de 2008

Pablo Neruda..La rama robada




La rama robada




En la noche entraremos
a robar
una rama florida.

Pasaremos el muro,
en las tinieblas del jardín ajeno,
dos sombras en la sombra.

Aún no se fue el invierno,
y el manzano aparece
convertido de pronto
en cascada de estrellas olorosas.
En la noche entraremos
hasta su tembloroso firmamento,
y tus pequeñas manos y las mías
robarán las estrellas.

Y sigilosamente,
a nuestra casa,
en la noche y en la sombra,
entrará con tus pasos
el silencioso paso del perfume
y con pies estrellados
el cuerpo claro de la primavera.



Pablo Neruda



Neruda en el corazón...23/9/08...35 años de su muerte

martes, 16 de septiembre de 2008

COMO LA MAR, LOS BESOS




No importan los emblemas
ni las vanas palabras que son un soplo sólo.
Importa el eco de lo que oí y escucho.
Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar
aquí aún te hablo.

Eras más consistente,
más duradera, no porque te besase,
ni porque en ti asiera firme a la existencia.
Sino porque como la mar
después que arena invade temerosa se ahonda.
En verdes o en espumas la mar, se aleja.
Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.

Quizá porque, rodada
sobre playa sin fin, no pude hallarte.
La huella de tu espuma,
cuando el agua se va, queda en los bordes.

Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que
en mí quedara.
Como un alga tus besos.
Mágicos en la luz, pues muertos tornan.



Vicente Aleixandre


sábado, 13 de septiembre de 2008

SIENTO TU TERNURA...




Siento tu ternura allegarse a mi tierra,
mirada de mis ojos, huir,
la veo interrumpirse para seguirme hasta la hora
de mi silencio absorto y de mi afán de ti.
Hela aquí tu ternura de ojos dulces que esperan.
Hela aquí, boca tuya, palabra nunca dicha.
Siento que se me suben los musgos de tu pena
y me crecen a tientas en el alma infinita.

Era esto el abandono, y lo sabías,
era la guerra oscura del corazón y todos,
era la queja rota de angustias conmovidas,
y la ebriedad, y el deseo, y el dejarse ir,
y era eso mi vida,
era eso que el agua de tus ojos llevaba,
era eso que en el hueco de tus manos cabía.

Ah, mariposa mía y arrullo de paloma,
ah vaso, ah estero, ah compañera mía!
Te llegó mi reclamo, dímelo, te llegaba,
en las abiertas noches de estrellas frías
ahora, en el otoño, en el baile amarillo
de los vientos hambrientos y las hojas caídas!

Dímelo, te llegaba
aullando o cómo o sollozando
en la hora de la sangre fermentada
cuando la tierra crece y se cimbra latiendo
bajo el sol que la raya con sus colas de ámbar?

Dímelo, me sentiste
trepar hasta tu forma por todos los silencios,
y todas las palabras?

Yo me sentí crecer. Nunca supe hacia dónde.
Es más allá de ti. Lo comprendes, hermana?
Es que se aleja el fruto cuando llegan mis manos
y ruedan las estrellas antes de mi mirada.

Siento que soy la aguja de una infinita flecha,
y va a clavarse lejos, no va a clavarse nunca,
tren de dolores húmedos en fuga hacia lo eterno,
goteando en cada tierra sollozos y preguntas.

Pero hela aquí, tu forma familiar, lo que es mío,
lo tuyo, lo que es mío, lo que es tuyo y me inunda,
hela aquí que me llena los miembros de abandono,
hela aquí, tu ternura,
amarrándose a las mismas raíces,
madurando en la misma caravana de frutas,
y saliendo de tu alma rota bajo mis dedos
como el licor del vino del centro de la uva.



Pablo Neruda



viernes, 12 de septiembre de 2008

AQUÍ ESTÁN TUS RECUERDOS...




Aquí están tus recuerdos:
este leve polvillo de violetas
cayendo inútilmente sobre las olvidadas fechas;
tu nombre,
el persistente nombre que abandonó tu mano entre las piedras;
el árbol familiar, su rumor siempre verde contra el vidrio;
mi infancia, tan cercana,
en el mismo jardín donde la hierba canta todavía
y donde tantas veces tu cabeza reposaba de pronto junto a mí,
entre los matorrales de la sombra.

Todo siempre es igual.
Cuando otra vez llamamos como ahora en el lejano muro:
todo siempre es igual.
Aquí están tus dominios, pálido adolescente:
la húmeda llanura para tus pies furtivos,
la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,
las antiguas leyendas,
la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto.

-¿Recuerdas la nevada? ¡Hace ya tanto tiempo!
¡Cómo han crecido desde entonces tus cabellos!
Sin embargo, llevas aún sus efímeras flores sobre el pecho
y tu frente se inclina bajo ese mismo cielo
tan deslumbrante y claro.

¿Por qué habrás de volver acompañado, como un dios a su mundo,
por algún paisaje que he querido?
¿Recuerdas todavía la nevada?

¡Qué sola estará hoy, detrás de las inútiles paredes,
tu morada de hierros y de flores!
Abandonada, su juventud que tiene la forma de tu cuerpo,
extrañará ahora tus silencios demasiado obstinados,
tu piel, tan desolada como un país al que sólo visitaran cenicientos pétalos
después de haber mirado pasar, ¡tanto tiempo!,
la paciencia inacabable de la hormiga entre sus solitarias ruinas.

Espera, espera, corazón mío:
no es el semblante frío de la temida nieve ni el del sueño reciente.
Otra vez, otra vez, corazón mío:
el roce inconfundible de la arena en la verja,
el grito de la abuela,
la misma soledad, la no mentida,
y este largo destino de mirarse las manos hasta envejecer.



Olga Orozco



jueves, 11 de septiembre de 2008

Porque se parte la noche...




PORQUE se parte la noche en diez pedazos

Y sobre tu hogar de leche

-delicado asilo de su hambre-

Una boca allá arriba te arroja besos

Porque diez veces su llanto te amanece

Y precipitando sus labios ciegos a tus pechos

Su necesidad a oscuras te va tragando

Porque mientras tu vientre como el mar le mece

Él succiona el nocturno cielo de tus algas

Hasta quedar arrebujado

En el rojo aullido de tus pezones

Con el recuerdo en un sueño

De lo que le has dado

Entonces tus senos caen

Como murciélagos dormidos

Hasta que la noche lentamente

Va cediendo



Nuria Ruiz de Viñaspre




lunes, 8 de septiembre de 2008

Carta de amor




No es fácil expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
No me moviste un ápice, tampoco
me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los astros o el azul con ellos.

No fue eso. Dormí: una serpiente
como una roca entre las rocas hiende
el intervalo del invierno blanco,
cual mis vecinos, nunca disfrutando
del millón de mejillas cinceladas
que a cada instante para fundir se alzan
las mías de basalto. Como ángeles
que lloran por la gente tonta hacen
lágrimas que se congelan. Los muertos
tenían yelmos helados. No les creo.

Me dormí como un dedo curvo yace.
Lo primero que vi fue puro aire
y gotas que se alzaban de un rocío
límpidas como espíritus. y miro
densas y mudas piedras en tomo a mí,
sin comprender. Reluzco y me deshojo
como mica que a sí misma se escancie,
igual que un líquido entre patas de ave,
entre tallos de planta. Mas no pienses
que me engañaste, eras transparente.

Árbol y piedra nítidos, sin sombras.
Mi dedo, cual cristal de luz sonora.
Yo florecía como rama en marzo:
una pierna y un brazo y otro brazo.
De piedra a nube iba yo ascendiendo.
A una especie de dios ya me asemejo,
hiende el aire la veste de mi alma
cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.



Sylvia Plath


sábado, 6 de septiembre de 2008

CUERPO DE LA MUJER




...Tántalo en fugitiva fuente de oro
Quevedo

Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.

Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las manos, no sabemos,
si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro...

Cuerpo de la mujer, fuente de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil, de Tántalo es la pena.

Suena la soledad de Dios. Sentimos
la soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y limos.



Blas de Otero


viernes, 5 de septiembre de 2008

LLEGA, TOCA, LÁRGATE




Es inútil, le dije.
Escribir.
Escribir es inútil.
Ya, me contestó.
Ya lo estaba yo pensando
el otro día.
¿Y a qué conclusión llegaste?
Pues eso. Lo que dices
tú. Que carece por completo
de sentido.
Sólo que...; bueno,
también poner ladrillos
es inútil.
Sirve para construir casas...,
y paredes. Paredones, también.
Quizá se trate de eso.
¿De qué?
Un oficio, joder, un
oficio. Ni más ni menos
que un oficio.
¿Como decía Pavese?
No, como Pavese no. Como ese músico
de jazz. ¿Te acuerdas?
Freddie Green.
Llega, toca, lárgate.



Roger Wolfe


jueves, 4 de septiembre de 2008

FRONTERA



La única frontera que reconozco
la forman las babas del mar,
la aguamarina sobre la arena,
que va y viene,
que siente la ausencia de la Luna
y el calor del viento.

Y es frontera indefinida,
perdida en bucles efímeros,
en centellas salinas,
en dorados convertidos en pardos,
en húmedos que son mojados y
al instante
ya ni eso,
ya son secos trocitos nacarados
de vulva de mar.

Y nunca sé si estoy aquí o allí,
o si quiero cruzarla o no,
pero ando descalzo buscando jugar con ella
para que no me atrape,
pero dejándome mojar los pies.

Y no es frontera porque separe,
nunca pienso en restar,
es frontera porque allí se hace de noche
y no cesa el rumor,
y aunque esté solo o me rodee la gente,
no cesa el rumor,
y cada vez que pierdo la mirada entre los añiles del horizonte,
no cesa el rumor.

Puedo escucharlos cantar,
puedo sentir sus saltos sobre el albero del desierto,
puedo verlos mirar hacia aquí
con los ojos llenos de esperanza,
arrojo en la saliva la hiel de la incomprensión
que mancha sus labios
y los míos.

La piedra habla,
dice el chamán,
señala el tiempo entre las rendijas de las montañas,
es mucho tiempo,
millones de años, quizás ciento cincuenta millones,
cuando se seque el mar
y desaparezca la frontera,
pero entonces será tarde,
les oigo susurrar,
y ya no habrá ninguna mirada sobre este mundo,
ninguna,
capaz de conmover.


Esteban Gutiérrez Gómez


martes, 2 de septiembre de 2008

EL OTOÑO SE ACERCA






El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.

Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.

Y lo perdimos para siempre.



Ángel González



lunes, 1 de septiembre de 2008

DESTINO ALEGRE




Nos han abandonado en medio del camino.
Entre la luz íbamos ciegos.
Somos aves de paso, nubes altas de estío,
vagabundos eternos.
Mala gente que pasa cantando por los campos.
Aunque el camino es áspero y son duros los tiempos,
cantamos con el alma. Y no hay un hombre solo
que comprenda la viva razón del canto nuestro.

Vivimos y morimos muertes y vidas de otros.
Sobre nuestras espaldas pesan mucho los muertos.
Su hondo grito nos pide que muramos un poco,
como murieron todos ellos,
que vivamos deprisa, quemando locamente
la vida que ellos no vivieron.

Ríos furiosos, ríos turbios, ríos veloces,
(Pero nadie nos mide lo hondo, sino lo estrecho.)
Mordemos las orillas, derribamos los puentes.
Dicen que vamos ciegos.

Pero vivimos. Llevan nuestras ,aguas la esencia
de las muertes y vidas de vivos y de muertos.
Ya veis si es bien alegre saber a ciencia cierta
que hemos nacido para esto.


José Hierro