Sólo los pájaros abren los silencios de la mañana
y en ellos encontramos parajes donde asentar los muelles.
Habito una huella y soy desierto,
vivo en ese pulso de la arena con el humo,
mientras mi mano vacía
recoge las flores derramadas por el frío,
mis ojos saben distinguir
una lágrima de una gota de rocío.
Vengo en el sonido del viento,
un violín apenas percibido por la brisa.
Soy amante de las drizas
y de esa música que siempre recuerda
a nuestro último beso,
aquel de labios cortados
por un cuchillo de azúcar y canela.
Fernando Sarría
2 comentarios:
Ojalá en cambio de los pájaros, fuera su voz la que rompiendo el silencio me despertara...
Un gran poema en un gran blog, gran descubrimiento...
"Habito una huella y soy desierto,
vivo en ese pulso de la arena con el humo,
mientras mi mano vacía
recoge las flores derramadas por el frío"
Sublime.
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