martes, 12 de mayo de 2009
El albatros
Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
Charles Baudelaire
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1 comentario:
No se puede poner la primera parte y dejar sin poner la segunda
Por encima de estanques, por encima de valles,
de montañas y bosques, de mares y de nubes,
más allá de la lumbre del sol, y de los vientos,
más allá de los límites de esferas estrelladas,
espíritu, te mueves ágilmente, y lo mismo
que el nadador muy bueno que se mece en las ondas,
cruzas alegremente la inmensidad profunda
llevado de indecible y masculino goce.
Elévate bien lejos de los miasmas morbosos,
vuela a purificarte en el aire más alto.
Bebe, como si fuera licor puro y divino,
claro fuego, el que llena los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y las grandes tristezas
que agobian la existencia brumosa con su peso,
dichoso aquel que puede con alas vigorosas
lanzarse a los serenos y luminosos campos,
el que sus pensamientos, cual si fuesen alondras,
a los cielos del alba tienden un libre vuelo,
está sobre la vida y sin esfuerzo entiende
la lengua de las flores y de las cosas mudas.
Besos
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