sábado, 16 de mayo de 2009

Otra cita



Mañana escribiré. El poema está hecho.

Se perderán definitivamente

-quizá ya se han perdido-

los hábitos que anteceden al día del dictado:

el capricho con que un tema nos busca,

el hallazgo del metro necesario,

la memorización de los versos finales.

Todo se perderá definitivamente,

Porque ha llegado la hora de escribir.

A esas citas uno acaba acudiendo

tarde o temprano.


Ejercicios idénticos

nos conceden la ilusión de avanzar:

la sagrada violencia del fuego,

relegar al olvido un rostro del amor,

una breve y feliz convalecencia.

Mañana escribiré. Y volverán los hábitos

que acompañan al día del dictado:

el capricho con que un tema se pierde, se transforma,

las dudas sobre el metro necesario,

la modificación de los versos finales.

Después se hará el silencio una vez más,

como si nunca hubiese dicho nada.

Y sabré esperar de nuevo,

soportaré la idea de que toda palabra

bien pudiera ser la última.

Siento nostalgia de momentos antiguos.

La impotencia de escribir, en aquel tiempo,

era capaz de herirme.

Hoy ya sé que a las citas se acude

para poder librarnos de las citas.


Ignoro si soy dichoso o desdichado.

El caso es que mañana escribiré.



Carlos Marzal


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