El amor también había sido un tema central
aquel otoño en los bares de copas
con la música comiéndonos las entrañas.
Desolation Road esquina Passion Square,
una avenida como mi corazón
-de ida y vuelta- adornada con robustos árboles
sin hojas, que dan sombra
y en los que ella siempre descansa,
reposa en sus troncos
y desaparece y regresa
siempre en mis sueños, cada noche,
cada vez que cierro los ojos
y su melodía me despedaza una vez más.
Unos días felices y tristes
como no habrá otros
creyendo en ti y pensando que la verdad
es sólo un buffet libre, un self service universal,
apoyado en tus palabras
a sabiendas de que en ellas
y en su paraíso tenía yo mi infierno.
Recuerdo de mis días en Desolation Road
el vaivén de las hojas caídas y la danza
de los cuerpos entre ellas, la voz de Dylan
y esa sensación de nausea constante.
Y la espera,
con los ojos muy abiertos
de quien aguarda un milagro
que nunca llega y sigue vivo.
Ignacio Escuín
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