lunes, 28 de enero de 2008

27 de marzo

Alfonso Canales y su poema 27 de marzo

Suelo pensar que un día
este entrañable amor por el que me conozco,
esta carne en que se apacienta mi deseo
de ocupar un lugar entre las cosas,
me pueden ser tan ajenos
como la pasión, ya escindida, en cuyo fuego se modeló el principio de los límites.

Es difícil adentrarse en el olvido
mientras los instantes unos a otros
fieramente abrazados permanecen,
y nos reconocemos en el viejo retrato
de hace 32 años.

¿Mas quién nos dice que en la muerte
no engendremos a otro:
alguien que aladamente se desprenda
de nuestros actos, alguien
que, sin turbarse, mire los huesos que se pudren
en su origen?

Y entonces, ¿qué será de los viejos caminos,
los amenos cordeles, las cañadas sombrías
por donde
discurrió la conciencia?
¿Será olvidar el premio?
Porque ¿cómo veríamos a Dios tras una nube que el horizonte cierra
más allá de esta mano
tendida ávidamente hacia el futuro?

5 comentarios:

NINGUNO dijo...

Hola, Fernando: Te respondo aquí al último comentario. De mi blog puedes disponer y coger el/los poemas que más te gusten; será par mí un honor que alguno de la serie Alera II pueda figurar en tu Crepusculario, yo lo llamo a esto la "estrategia del cuclillo", o sea, el poner los huevos en el nido de otro.
Tú ya me entiendes.
Un abrazo
Mariano Ibeas

Anónimo dijo...

Personalmente prefiero:

Vita Facta Momentis

Hoy es el primer día del tiempo que me queda,
y quiero celebrarlo bebiéndome contigo
un trago de esperanza.
Lo de de atrás ya está hecho:
invítame al futuro, por corto que resulte.
Pon con aire solemne, como quien inaugura,
la primera caricia de esta pequeña torre
de instantes que a tu lado
aún más breves serán. Demórate en la dulce
ceremonia del beso, no pensando en aquéllos
que a éste se adelantaron
sen los que nos faltan. Incluso olvida el roce
que los labios tuvieron hace un punto. Es ahora,
en este ahora inaprensible, cuando
sentimos que amanece.

A los clementes dioses

Dejadme disfrutar lentamente del tiempo,
cosechar los minutos vareando las horas,
retrasar las semanas como quien no desea
que un delirante sueño termine en un fracaso
de olvido. Permitidme demorar los instantes,
hacer eternidades de las briznas de vida,
presentarle a la noche cara, saber que nunca
una vez que esto acabe habrá moneda válida
para pegar un soplo de viento fugitivo.
Dejad que no me canse de caminar, de irme
con mansedumbre, igual que desemboca un río
derrochando un tesoro de frondas y de nubes.
Permitid que la paz definitiva invada
con sosiego el recinto de esta dulce zozobra

Simplemente Olimpia. dijo...

No hará falta responder...

Olimpia.

albalpha dijo...

Bellos poemas.
un abrazo
Alba

ybris dijo...

Difícil adentrarse en el olvido.
Sobre todo porque no nos resignamos.

Bello poema. Abrazos