jueves, 18 de noviembre de 2010
Poesía del miedo Premio del público (III)
SENDA DEL CHAMÁN
Es la voz de la extensión que habla
A las uñas y al hueso.
Henry Michaux
Ahí, al otro lado, alguien
Sigue un rastro de sangre donde
siquiera hay una ruta. Tú ya
Cruzas justo el mismo umbral
blanquecino que aparecía en tu
último sueño, vagas a ciegas,
apuras el bebedizo y su sino.
Ese halo te sume en el delirio.
Quizás luego has de perder pie,
quizás no vale sino abandonarse
más allá de cualquier voluntad,
a las esferas en ciernes, a ciertos
gestos, parajes y encrucijadas,
al trance y a la gran fosa celeste
que también emana del embrujo.
Y frente al despeñadero,
el tuétano hecho mirador.
Cuando solo, ante el vacío,
debes oírte por tus verdaderos
nombres, merced a quien te
suplanta… como si tu entraña
albergara únicamente dunas, una
suerte de laberinto, qué vía.
Todo el horizonte igual que
escamas, todo cuanto el espanto
vaticina, acaricia acá la yema
de los dedos. En ese ocaso, tal
abra, una pluma de cóndor bate,
sacude el aire glacial de hace eras.
Algo, furtivo, surgido de la
luna, mitad hidra, mitad jaguar,
se convierte a su vez en canoa
y cauce, en hormiguero, lasca,
liana, mientras tú avivas en mi
cadáver naciente un alfabeto de
lumbre. La llama que es tarántula.
Tantos ecos como eriales.
Tantos velos como hendiduras.
Acaso otras constelaciones y
universos, colgando de un hilo
gris, se suceden a vista de pájaro
y de repente caen por sí solos
al fondo, a la sima concéntrica
dentro del embudo de arena.
Como el atisbo el extravío.
Tu ser y las demás figuras despe-
dazados entre cometas, desde
el orbe donde cada pasaje aflora.
Epitafio
No quedan huellas atrás.
Por delante nada más
Que un regreso hacia la
Faz insondable del origen.
José Luis Mártinez Mallada
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1 comentario:
Interesante...
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