En el lebrillo de la noche se fricciona la hojarasca de un temblor infinito, que me acuna entre sus fauces. (Bebés agresivos convocan ejércitos, a punto para el combate). Cristales y presencias rasgan la córnea del buey, que se anega de un cuarzo líquido, luminoso. La mirada inquietante de un pájaro mudo atraviesa la ventana de mi cuarto, y lo enciende. Presagios ambiguos en la bisagra del mar. Un horizonte valiente insinúa cobijo. Y los gemelos despiertan lenta-mente: Eros et Ars.
Idoia Arbillaga Guerrero
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