De Pablo Neruda en su libro "Cien sonetos de amor" el nº XVI
Amo el trozo de tierra que tú eres,
porque de las praderas planetarias
otra estrella no tengo. Tú repites
la multiplicación del universo.
Tus anchos ojos son la luz que tengo
de las constelaciones derrotadas,
tu piel palpita como los caminos
que recorre en la lluvia el meteoro.
De tanta luna fueron para mí tus caderas,
de todo el sol tu boca profunda y su delicia,
de tanta luz ardiente como miel en la sombra
tu corazón quemado por largos rayos rojos,
y así recorro el fuego de tu forma besándote,
pequeña y planetaria, paloma y geografía
lunes, 30 de abril de 2007
domingo, 29 de abril de 2007
Soy vulnerable
Soy vulnerable,
tan vulnerable como las hojas
verdes y blancas de los álamos.
Me humillo buscando la luz
y me dejo arrastrar por el viento,
quizás llore lágrimas de lluvia
y me abandone en el otoño
al sueño profundo
de los rincones del olvido.
Soy vulnerable
y debe ser ahora
que lo sé a ciencia cierta
cuando dentro de mi fragilidad
se esconde lo mejor de mi ternura.
tan vulnerable como las hojas
verdes y blancas de los álamos.
Me humillo buscando la luz
y me dejo arrastrar por el viento,
quizás llore lágrimas de lluvia
y me abandone en el otoño
al sueño profundo
de los rincones del olvido.
Soy vulnerable
y debe ser ahora
que lo sé a ciencia cierta
cuando dentro de mi fragilidad
se esconde lo mejor de mi ternura.
sábado, 28 de abril de 2007
Al irte
De Rolando Mix otro poema de su libro RÍO DE AMOR, el titulado “Al irte”:
La eternidad duró lo que la noche dura.
Impreso permanece tu color rojo fresa
en el sabor que abandonaste en mi garganta.
Al relamer ese tiempo se hace agua la boca,
no se completa el ciclo si falta tu presencia.
Al irte, lentos transcurren los segundos.
Tú, te difuminas en penumbras.
Tu aspecto se disuelve en las sombras.
Para alumbrarte siento el resabio
de tu fogata seductora.
Te alejas,
petrificada estatua, impávido panal,
el instante colmado empieza a adormecerse.
Descontenta entender el vuelo de los pasos
yendo desde el apego hacia el ropero cerrado.
Vestidos a destiempo se ruboriza el aire.
Falla el fuelle de pliegues para ocultar desgarros.
Se sangra al desistir. Es un deseo despojado.
La eternidad duró lo que la noche dura.
Impreso permanece tu color rojo fresa
en el sabor que abandonaste en mi garganta.
Al relamer ese tiempo se hace agua la boca,
no se completa el ciclo si falta tu presencia.
Al irte, lentos transcurren los segundos.
Tú, te difuminas en penumbras.
Tu aspecto se disuelve en las sombras.
Para alumbrarte siento el resabio
de tu fogata seductora.
Te alejas,
petrificada estatua, impávido panal,
el instante colmado empieza a adormecerse.
Descontenta entender el vuelo de los pasos
yendo desde el apego hacia el ropero cerrado.
Vestidos a destiempo se ruboriza el aire.
Falla el fuelle de pliegues para ocultar desgarros.
Se sangra al desistir. Es un deseo despojado.
viernes, 27 de abril de 2007
Diferencia y repetición
David Mayor en su libro EN OTRA PARTE
Diferencia y repetición
Hay noches cerradas a la fuerza de la voluntad
en que las palabras se desprenden de la boca
como un tren que se va dejando el andén
vacío,
una calma de retorcidas ramas negras.
Hay noches
que no sabes si viajas en el tren.
Diferencia y repetición
Hay noches cerradas a la fuerza de la voluntad
en que las palabras se desprenden de la boca
como un tren que se va dejando el andén
vacío,
una calma de retorcidas ramas negras.
Hay noches
que no sabes si viajas en el tren.
miércoles, 25 de abril de 2007
El Silencio
Poema de Luisa Miñana titulado EL SILENCIO
Amo más tu silencio, que se oculta
en la noche y en las azoteas,
que la extensión de tu palabra
sembrada de locuaces girasoles.
Yo te creo. Y me vale.
Amo más tu nostalgia atribulada,
con la que te defiendes
del trabajo y de los días,
que la firmeza cordial y gruesa
de tus aseveraciones.
No me importa esperarte.
Amo más tu cuerpo exhausto
y la cadencia de su latido
en el que la tierra tiembla y mi vida,
que la presencia exacta
del número de tus pasos
delineando las calles.
Yo te reconozco.
Yo te amo y no temo
que tu amor a veces no cobije
sino puertos y barcos que navegan crujiendo
contra el horizonte,
porque yo soy tu barco
como eres tú mi puerto
y eres tú mi horizonte
como yo soy la noche donde el amor
respira.
Amo más tu silencio, que se oculta
en la noche y en las azoteas,
que la extensión de tu palabra
sembrada de locuaces girasoles.
Yo te creo. Y me vale.
Amo más tu nostalgia atribulada,
con la que te defiendes
del trabajo y de los días,
que la firmeza cordial y gruesa
de tus aseveraciones.
No me importa esperarte.
Amo más tu cuerpo exhausto
y la cadencia de su latido
en el que la tierra tiembla y mi vida,
que la presencia exacta
del número de tus pasos
delineando las calles.
Yo te reconozco.
Yo te amo y no temo
que tu amor a veces no cobije
sino puertos y barcos que navegan crujiendo
contra el horizonte,
porque yo soy tu barco
como eres tú mi puerto
y eres tú mi horizonte
como yo soy la noche donde el amor
respira.
martes, 24 de abril de 2007
Madrugada (febrero 1988)
De Rafael Lobarte este poema
Madrugada (febrero 1988)
Entre una y otra antorcha,
rojo de amanecer, negro de ocaso,
el río se desliza
por un cielo aterido
que la luna ahonda.
Del holocausto vivamente se alzan
los restos de la víctima.
La aurora los dispersa
por el aire varado
sobre las aguas turbias.
Y la noche se torna
a la hondura del sueño,
en su lenta agonía
de miembros consumados.
Entre una y otra antorcha
se desliza el río
quieto de amanecer, frío de ocaso.
Madrugada (febrero 1988)
Entre una y otra antorcha,
rojo de amanecer, negro de ocaso,
el río se desliza
por un cielo aterido
que la luna ahonda.
Del holocausto vivamente se alzan
los restos de la víctima.
La aurora los dispersa
por el aire varado
sobre las aguas turbias.
Y la noche se torna
a la hondura del sueño,
en su lenta agonía
de miembros consumados.
Entre una y otra antorcha
se desliza el río
quieto de amanecer, frío de ocaso.
domingo, 22 de abril de 2007
De Ángel Guinda
NO
Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada.
La trampa de vivir y ver morir.
Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.
Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.
Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.
Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.
NO
Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada.
La trampa de vivir y ver morir.
Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.
Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.
Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.
Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.
sábado, 21 de abril de 2007
Silencio de café
Sé que este silencio de café no es más que el preludio,
nuestra amistad renace en cada esquina del recuerdo.
No tenemos más dolor que echar encima del otro.
Tú eres la mujer que pude amar, que de alguna manera amé,
en tanto la noche nos recibía con sus manos de seda
y éramos el centro de un universo olvidado por todos.
Ahora, de nuevo, como siempre,
casi nadie tiene en la mano su destino,
el nuestro es un juego de azar que conocemos bien:
siempre que nos la jugamos lo perdemos todo
y el día que tenemos las mejores bazas
nos derrumba una mirada en la partida.
Pero tú y yo seguimos siendo los únicos
que saben cuanto se apuesta en este envite,
en este silencioso y solitario café de mediodía.
nuestra amistad renace en cada esquina del recuerdo.
No tenemos más dolor que echar encima del otro.
Tú eres la mujer que pude amar, que de alguna manera amé,
en tanto la noche nos recibía con sus manos de seda
y éramos el centro de un universo olvidado por todos.
Ahora, de nuevo, como siempre,
casi nadie tiene en la mano su destino,
el nuestro es un juego de azar que conocemos bien:
siempre que nos la jugamos lo perdemos todo
y el día que tenemos las mejores bazas
nos derrumba una mirada en la partida.
Pero tú y yo seguimos siendo los únicos
que saben cuanto se apuesta en este envite,
en este silencioso y solitario café de mediodía.
jueves, 19 de abril de 2007
Aprendizaje tardío
Fernando Ainsa en su libro APRENDIZAJES TARDÍOS, precisamente el poema titulado “Aprendizaje tardío”:
Cuando florece el cerezo
y se cubre del presentimiento blanco de fruta,
empieza realmente la primavera.
Porque el almendro pudo confundir su flor
con las nieves de febrero
y el melocotón darnos falsa esperanza
de bonanza en el ventoso marzo,
tantos trajes tiene el vestuario de la naturaleza.
Son estos aprendizajes tardíos
- en realidad de hortelano improvisado –
los que ahora me ocupan:
descubrir el ritmo secreto de lo que me rodea,
la tenaz indiferencia con que llevan adelante su empeño
los árboles frutales de la huerta.
Cuando florece el cerezo
y se cubre del presentimiento blanco de fruta,
empieza realmente la primavera.
Porque el almendro pudo confundir su flor
con las nieves de febrero
y el melocotón darnos falsa esperanza
de bonanza en el ventoso marzo,
tantos trajes tiene el vestuario de la naturaleza.
Son estos aprendizajes tardíos
- en realidad de hortelano improvisado –
los que ahora me ocupan:
descubrir el ritmo secreto de lo que me rodea,
la tenaz indiferencia con que llevan adelante su empeño
los árboles frutales de la huerta.
martes, 17 de abril de 2007
Un español habla de su tierra
Luis Cernuda en su libro “Las nubes”, el poema UN ESPAÑOL HABLA DE SU TIERRA:
Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,
Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?.
Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,
Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?.
domingo, 15 de abril de 2007
Poeta delle ceneri
De Marta Navarro
Poeta delle ceneri (Poeta de la ceniza)
Un día más he vuelto
a varar en el patio de tu casa,
cerca de la ceniza azul,
para beberme un libro
que esconde olas
entre sus páginas.
Who is me, poeta delle ceneri.
Quizá por eso los lunes soy agua,
el resto del tiempo
una porción de historia urbana.
Hombres y mujeres nómadas
que tejen miradas de cristal alado,
que hacen arden el hielo si es preciso
y que cuando se lo pides
coronan con pálpitos de heno las leyes de la noche.
* Nota de la autora: POEMA dedicado a Piere Paolo Pasolini, o mejor dicho a su libro Who is me, Poeta delle ceneri (poeta de las cenizas). Impresionante libro, brutal, descarnado y lleno de ternura al mismo tiempo.
Poeta delle ceneri (Poeta de la ceniza)
Un día más he vuelto
a varar en el patio de tu casa,
cerca de la ceniza azul,
para beberme un libro
que esconde olas
entre sus páginas.
Who is me, poeta delle ceneri.
Quizá por eso los lunes soy agua,
el resto del tiempo
una porción de historia urbana.
Hombres y mujeres nómadas
que tejen miradas de cristal alado,
que hacen arden el hielo si es preciso
y que cuando se lo pides
coronan con pálpitos de heno las leyes de la noche.
* Nota de la autora: POEMA dedicado a Piere Paolo Pasolini, o mejor dicho a su libro Who is me, Poeta delle ceneri (poeta de las cenizas). Impresionante libro, brutal, descarnado y lleno de ternura al mismo tiempo.
sábado, 14 de abril de 2007
Hundidos en el fondo
Brenda Ascoz
Ático calle Corona de Aragón, 2002
Brenda Ascoz Carrió para Jesús Sáiz
Hundidos en el fondo
de aquel igloo de tabiques transparentes,
armándonos de valor para ir al baño,
armándonos de valor para sacar los brazos desnudos de la cama.
Pero nunca necesitamos valor
para pasear nuestros tacones de aguja
por las cornisas desahuciadas.
El alcohol y la desesperada juventud
lo hicieron todo – casi todo --.
Nos reventaron las vejigas
y terminamos sangrando orina
por los conductos lacrimales.
Eso, y una fama decadente y provinciana,
lo que nos ha mantenido con vida
Ático calle Corona de Aragón, 2002
Brenda Ascoz Carrió para Jesús Sáiz
Hundidos en el fondo
de aquel igloo de tabiques transparentes,
armándonos de valor para ir al baño,
armándonos de valor para sacar los brazos desnudos de la cama.
Pero nunca necesitamos valor
para pasear nuestros tacones de aguja
por las cornisas desahuciadas.
El alcohol y la desesperada juventud
lo hicieron todo – casi todo --.
Nos reventaron las vejigas
y terminamos sangrando orina
por los conductos lacrimales.
Eso, y una fama decadente y provinciana,
lo que nos ha mantenido con vida
jueves, 12 de abril de 2007
Més fort que la mort és l,amor
De Carlos Bozalongo en el epílogo del libro de Rolando Mix escribe un hermoso poema:
Més fort que la mort és l,amor
Porque el amor también
Tiene uñas labios heridas
Porque persigo un cuerpo interrogante
Porque más allá de los límites
Borrosos de mis dedos
La carne azul del mundo está llamando
Porque para que yo fuera he sido
Multitudes vertidas en torrente
Porque para que vaya a ser
He de encontrar mi cauce en el tumulto
Porque para llegar crucé tantos ríos
Crucé un río azul
De lágrimas que abrió mis ojos
Un blanco caudal de leche sagrada
Una roja ola de sangre
Derramada de cuna en cuna
Porque pongo en juego la vida
Cada vez que muero y apuro
La copa de tu cuerpo hasta las heces
Porque amo todo lo que con la sangre
Entra o sale
Amo la cifra de tu cuerpo
Que te donó la madre
La traza de los pasos de tu danza
Sobre la tierra fértil
La letra dura la pisada
Del hombre en la carne del tiempo
Los remolinos ácidos
De la memoria
Porque he probado tu sabor
Porque tu piel está en mis dedos
Porque tendrá tus ojos
Mi cuerpo renacido
Porque tus manos serán alas
Para está larva empecinada
Porque está ya en mí tu sabor
Més fort que la mort és l,amor
Porque el amor también
Tiene uñas labios heridas
Porque persigo un cuerpo interrogante
Porque más allá de los límites
Borrosos de mis dedos
La carne azul del mundo está llamando
Porque para que yo fuera he sido
Multitudes vertidas en torrente
Porque para que vaya a ser
He de encontrar mi cauce en el tumulto
Porque para llegar crucé tantos ríos
Crucé un río azul
De lágrimas que abrió mis ojos
Un blanco caudal de leche sagrada
Una roja ola de sangre
Derramada de cuna en cuna
Porque pongo en juego la vida
Cada vez que muero y apuro
La copa de tu cuerpo hasta las heces
Porque amo todo lo que con la sangre
Entra o sale
Amo la cifra de tu cuerpo
Que te donó la madre
La traza de los pasos de tu danza
Sobre la tierra fértil
La letra dura la pisada
Del hombre en la carne del tiempo
Los remolinos ácidos
De la memoria
Porque he probado tu sabor
Porque tu piel está en mis dedos
Porque tendrá tus ojos
Mi cuerpo renacido
Porque tus manos serán alas
Para está larva empecinada
Porque está ya en mí tu sabor
miércoles, 11 de abril de 2007
Oda a la primavera
He dejado deshacerse mis palabras,
hablaban del largo camino del sarmiento
para llegar a mi
y ser encendido en el ángaro nocturno del otoño,
pero traían esa sensación del paso
imperturbable
de las estaciones y de la vida.
Y hoy quiero escribir algo alegre,
dejar esta contumaz nostalgia
que me hace impenitente fiel del recuerdo.
Sentir que hay deseos en que no anida el alma del olvido,
que no hay amor que siempre se deshaga,
ni pasión que vaya perdiendo la luz de nuestro cuerpo.
Hoy quiero desnudar la primavera,
esa hermosa mujer que sabe despertar
el viejo odeón con sus canciones
y que, derramada como la lluvia
sobre nuestros corazones,
abre un paréntesis de aromas, luces y colores,
que siempre nos ha de brindar
una brizna diminuta de felicidad.
Mañana...mañana será otro río
el que se lleve mis palabras y mis recuerdos.
hablaban del largo camino del sarmiento
para llegar a mi
y ser encendido en el ángaro nocturno del otoño,
pero traían esa sensación del paso
imperturbable
de las estaciones y de la vida.
Y hoy quiero escribir algo alegre,
dejar esta contumaz nostalgia
que me hace impenitente fiel del recuerdo.
Sentir que hay deseos en que no anida el alma del olvido,
que no hay amor que siempre se deshaga,
ni pasión que vaya perdiendo la luz de nuestro cuerpo.
Hoy quiero desnudar la primavera,
esa hermosa mujer que sabe despertar
el viejo odeón con sus canciones
y que, derramada como la lluvia
sobre nuestros corazones,
abre un paréntesis de aromas, luces y colores,
que siempre nos ha de brindar
una brizna diminuta de felicidad.
Mañana...mañana será otro río
el que se lleve mis palabras y mis recuerdos.
martes, 10 de abril de 2007
Ítaca
Francisca Aguirre y su poema Ítaca
¿Y quién alguna vez no estuvo en Ítaca?
¿Quién no conoce su áspero panorama,
el anillo de mar que la comprime,
la austera intimidad que nos impone,
el silencio de suma que nos traza?
Ítaca nos resume como un libro,
nos acompaña hacia nosotros mismos,
nos descubre el sonido de la espera.
Porque la espera suena:
mantiene el eco de voces que se han ido.
Ítaca nos denuncia el latido de la vida,
nos hace cómplices de la distancia,
ciegos vigías de una senda
que se va haciendo sin nosotros,
que no podremos olvidar porque
no existe olvido para la ignorancia.
Es doloroso despertar un día
y contemplar el mar que nos abraza,
que nos unge de sal y nos bautiza como nuevos hijos.
Recordamos los días del vino compartido,
las palabras, no el eco;
las manos, no el diluido gesto.
Veo el mar que me cerca,
el vago azul por el que te has perdido,
compruebo el horizonte con avidez extenuada,
dejo a los ojos un momento
cumplir su hermoso oficio;
luego, vuelvo la espalda
y encamino mis pasos hacia Ítaca.
¿Y quién alguna vez no estuvo en Ítaca?
¿Quién no conoce su áspero panorama,
el anillo de mar que la comprime,
la austera intimidad que nos impone,
el silencio de suma que nos traza?
Ítaca nos resume como un libro,
nos acompaña hacia nosotros mismos,
nos descubre el sonido de la espera.
Porque la espera suena:
mantiene el eco de voces que se han ido.
Ítaca nos denuncia el latido de la vida,
nos hace cómplices de la distancia,
ciegos vigías de una senda
que se va haciendo sin nosotros,
que no podremos olvidar porque
no existe olvido para la ignorancia.
Es doloroso despertar un día
y contemplar el mar que nos abraza,
que nos unge de sal y nos bautiza como nuevos hijos.
Recordamos los días del vino compartido,
las palabras, no el eco;
las manos, no el diluido gesto.
Veo el mar que me cerca,
el vago azul por el que te has perdido,
compruebo el horizonte con avidez extenuada,
dejo a los ojos un momento
cumplir su hermoso oficio;
luego, vuelvo la espalda
y encamino mis pasos hacia Ítaca.
lunes, 9 de abril de 2007
Capaz de patentar
De Almudena Vidorreta
Capaz de patentar este ridículo modo
de acercarme a tus principios de forma pueril
pienso en quién dormirá contigo.
Soy el animal más posesivo de la Tierra.
Vomito la inocencia en tu guarida de lobo
y siento por un momento que también es mía
para esconderme entre tus sabanas y pensar
“Tranquila, fiera, las hay más ridículas que tú”.
Pero no…no las hay tan niñas.
(Tintación 2006)
Capaz de patentar este ridículo modo
de acercarme a tus principios de forma pueril
pienso en quién dormirá contigo.
Soy el animal más posesivo de la Tierra.
Vomito la inocencia en tu guarida de lobo
y siento por un momento que también es mía
para esconderme entre tus sabanas y pensar
“Tranquila, fiera, las hay más ridículas que tú”.
Pero no…no las hay tan niñas.
(Tintación 2006)
domingo, 8 de abril de 2007
Cuando acerco mi oído
Luis García Montero en su libro II el II poema
Cuando acerco mi oído hasta tu cuello
-igual que el mar se oye-
puede oírse el amor. No sé si el viento,
ese animal que silba por tus venas,
conoce la región terrible a donde llama,
el viejo acantilado que hay detrás de sus voces.
Pero la luz acuática nos llega
cada vez más sombría,
llena de vigilada soledad,
con el olor a césped que tienen los ahogados.
Cuando tu corazón es un cronómetro
enredado en el mío
y acompasadamente
somos barcos desnudos que se hunden,
cuando la superficie
dura sólo un segundo,
las sirenas nos dicen que desaparecemos.
Silban los metros bajo el mar también.
Puede oírse el amor junto a tu cuello.
La ciudad sumergida nos espera.
Cuando acerco mi oído hasta tu cuello
-igual que el mar se oye-
puede oírse el amor. No sé si el viento,
ese animal que silba por tus venas,
conoce la región terrible a donde llama,
el viejo acantilado que hay detrás de sus voces.
Pero la luz acuática nos llega
cada vez más sombría,
llena de vigilada soledad,
con el olor a césped que tienen los ahogados.
Cuando tu corazón es un cronómetro
enredado en el mío
y acompasadamente
somos barcos desnudos que se hunden,
cuando la superficie
dura sólo un segundo,
las sirenas nos dicen que desaparecemos.
Silban los metros bajo el mar también.
Puede oírse el amor junto a tu cuello.
La ciudad sumergida nos espera.
sábado, 7 de abril de 2007
Apasionadamente
jueves, 5 de abril de 2007
Cenizas
De León Felipe de su libro EL Ciervo (1958) el poema Cenizas:
Soy hijo del agua y de la tierra,
pero mi sepultura está en el Viento.
Que él recoja el legado de polvo y de ceniza, el mineral residuo,
la ingrávida reliquia que no se trague el fuego.
Soy hijo del agua y de la tierra,
pero mi sepultura está en el Viento.
Que él recoja el legado de polvo y de ceniza, el mineral residuo,
la ingrávida reliquia que no se trague el fuego.
miércoles, 4 de abril de 2007
Historia de una camarera
De Manuel Vilas y su libro “El cielo” el poema titulado HISTORIA DE UNA CAMARERA
Encima de la cama estoy, sin sueño, está amaneciendo en Cádiz,
se oyen gaviotas trayendo el nuevo día, que yo no sé si viviré,
porque tengo ganas de morir, y llaman a la puerta, y es el servicio
de habitaciones, que me trae un desayuno delicioso: pruebo
un poco de todo, y he salido desnudo a recibir mi bandeja,
y una camarera veinteañera se ha ruborizado, es la playa y el mar,
le he dicho con acento francés, fingiendo ser un turista,
y ella iba tan guapa con su bata azul, y tan limpia y tan mona,
y cómo se notaba lo bien que había dormido; ven, pasa,
le he dicho, enséñame el color de tus bragas y te daré diez
billetes, sólo quiero saber de qué color son y tal vez si están
ya un poco viejas, cuánto te pagan en el hotel, enséñamelas
y luego te dejaré mi cartera y coges lo que te dé la gana.
Está bueno el café, el cruasán lleva miel y las frutas están
maduras, y ella ha puesto una pierna sobre la silla y se ha subido
la falda y no llevaba bragas, me ha enseñado el culo,
su precioso culo de camarera y se ha reído un buen rato,
y casi me ha apetecido tocarle el culo pero para qué hacerlo,
para qué acariciar una bestia salvaje como ésta que se esconde
bajo la apariencia de una inocente camarera, con ver
el capricho de su ausencia de bragas, su descaro virginal,
su carne dulce y su muslo firme, el vello suave, ordenado, me basta,
y le he dado un cheque de cien billetes porque pensaba
morirme esta mañana, pero la sorpresa de que mi camarera
no llevase bragas, ni rojas ni negras ni blancas, me ha devuelto
el interés por la vida, porque la vida es una inacabable fantasía.
Me despido de ella y le digo lo que el espectro del padre
de Hamlet a su hijo “recuérdame” y pongo voz grave y teatral,
y ella me sonríe de nuevo, y se va contenta con su pequeña fortuna.
Y otra vez vuelvo a ser feliz, y dejo el café con leche y las tostadas
y me pongo ginebra en el vaso del zumo de naranja, y ya hace calor,
y miro el mar desde la terraza de mi habitación, y me afeito
y me ducho, y paseo desnudo por la habitación, y bebo más,
y me pongo un exquisito traje de verano, y salgo a la calle.
Encima de la cama estoy, sin sueño, está amaneciendo en Cádiz,
se oyen gaviotas trayendo el nuevo día, que yo no sé si viviré,
porque tengo ganas de morir, y llaman a la puerta, y es el servicio
de habitaciones, que me trae un desayuno delicioso: pruebo
un poco de todo, y he salido desnudo a recibir mi bandeja,
y una camarera veinteañera se ha ruborizado, es la playa y el mar,
le he dicho con acento francés, fingiendo ser un turista,
y ella iba tan guapa con su bata azul, y tan limpia y tan mona,
y cómo se notaba lo bien que había dormido; ven, pasa,
le he dicho, enséñame el color de tus bragas y te daré diez
billetes, sólo quiero saber de qué color son y tal vez si están
ya un poco viejas, cuánto te pagan en el hotel, enséñamelas
y luego te dejaré mi cartera y coges lo que te dé la gana.
Está bueno el café, el cruasán lleva miel y las frutas están
maduras, y ella ha puesto una pierna sobre la silla y se ha subido
la falda y no llevaba bragas, me ha enseñado el culo,
su precioso culo de camarera y se ha reído un buen rato,
y casi me ha apetecido tocarle el culo pero para qué hacerlo,
para qué acariciar una bestia salvaje como ésta que se esconde
bajo la apariencia de una inocente camarera, con ver
el capricho de su ausencia de bragas, su descaro virginal,
su carne dulce y su muslo firme, el vello suave, ordenado, me basta,
y le he dado un cheque de cien billetes porque pensaba
morirme esta mañana, pero la sorpresa de que mi camarera
no llevase bragas, ni rojas ni negras ni blancas, me ha devuelto
el interés por la vida, porque la vida es una inacabable fantasía.
Me despido de ella y le digo lo que el espectro del padre
de Hamlet a su hijo “recuérdame” y pongo voz grave y teatral,
y ella me sonríe de nuevo, y se va contenta con su pequeña fortuna.
Y otra vez vuelvo a ser feliz, y dejo el café con leche y las tostadas
y me pongo ginebra en el vaso del zumo de naranja, y ya hace calor,
y miro el mar desde la terraza de mi habitación, y me afeito
y me ducho, y paseo desnudo por la habitación, y bebo más,
y me pongo un exquisito traje de verano, y salgo a la calle.
martes, 3 de abril de 2007
Cuando el olvido
Cuando el olvido nos arrincone
y sólo seamos un montón de polvo y borra
humedecido por la larga aurora,
entre las esquina perdidas de las calles
seguiremos buscando un nuevo encuentro.
Con el recuerdo de nuestros labios
susurraremos los viejos versos,
aquellos que hablaban de la ternura
y del milagro de las noches estrelladas
y, aunque entonces sólo el silencio nos acompañe,
en el aire, y sin que nadie nos vea,
acariciaremos nuestras almas desnudas
mientras un aroma a romero arrastrará la brisa.
PD. Este poema quiero dedicarselo a tod@s los que escriben poesía y a tod@s los que leyendola sienten cualquier tipo de emoción.
y sólo seamos un montón de polvo y borra
humedecido por la larga aurora,
entre las esquina perdidas de las calles
seguiremos buscando un nuevo encuentro.
Con el recuerdo de nuestros labios
susurraremos los viejos versos,
aquellos que hablaban de la ternura
y del milagro de las noches estrelladas
y, aunque entonces sólo el silencio nos acompañe,
en el aire, y sin que nadie nos vea,
acariciaremos nuestras almas desnudas
mientras un aroma a romero arrastrará la brisa.
PD. Este poema quiero dedicarselo a tod@s los que escriben poesía y a tod@s los que leyendola sienten cualquier tipo de emoción.
domingo, 1 de abril de 2007
Yo te amé
Os dejo aquí un poema de Magdalena Lasala de su libro “Todas las copas me conducen a tu boca”
Yo te amé una vez sobre las alas
de palomas invisibles
acudiendo a los altos tejados de cenizas.
Te amé en el barco rojo a la deriva
del vino embravecido
en nuestras bocas
y mis dedos como peces
recalaban muertos de vida en tu orilla.
Yo te amé una vez
a la sombra de pitillos
deslumbrados
entre cientos de llamas de velas
sobre el humo
desdoblados,
en el humo convertidos,
y el jardín era un océano verde
y los árboles eran sus dioses,
y el cielo oscurecido era un volcán
lleno de voces
que inundaban mis oídos con tu nombre amante.
Una vez te amé mientras cortabas la flor
de un lilo, yo hablaba
con el fuego y él crepitó
en tu honor y el mío,
te amé, y te añoré luego
cuando los pájaros callaban
y las palomas caían confusas
en el calor de los restos,
te amé y te seguí
amando más allá de las alas,
más allá del licor afrutado de aquel beso,
más allá.
Yo te amé una vez sobre las alas
de palomas invisibles
acudiendo a los altos tejados de cenizas.
Te amé en el barco rojo a la deriva
del vino embravecido
en nuestras bocas
y mis dedos como peces
recalaban muertos de vida en tu orilla.
Yo te amé una vez
a la sombra de pitillos
deslumbrados
entre cientos de llamas de velas
sobre el humo
desdoblados,
en el humo convertidos,
y el jardín era un océano verde
y los árboles eran sus dioses,
y el cielo oscurecido era un volcán
lleno de voces
que inundaban mis oídos con tu nombre amante.
Una vez te amé mientras cortabas la flor
de un lilo, yo hablaba
con el fuego y él crepitó
en tu honor y el mío,
te amé, y te añoré luego
cuando los pájaros callaban
y las palomas caían confusas
en el calor de los restos,
te amé y te seguí
amando más allá de las alas,
más allá del licor afrutado de aquel beso,
más allá.
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