De Vicente Gallego NOVIEMBRE, 15
Con esta sola mano
me fatigo al amarte desde lejos.
Tendido bajo el viejo ventanal,
espero a que el sudor se quede frío,
contemplo el laberinto de mis brazos.
Soy dueño de un rectángulo de cielo
que nunca alcanzaré.
Pero debemos ser más objetivos,
olvidar los afanes, los engaños,
el inútil deseo de unos versos
que atestigüen la vida. Celebrar
el silencio de un cuerpo satisfecho,
esa altura sin dios a la que llega
nuestra carne mortal. Saber así
la plenitud que algunos perseguimos:
un hombre, bajo el cielo, ve sus manos.
jueves, 3 de abril de 2008
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3 comentarios:
Me pierdo en dos sentidos -o varios-, si, no escapa uno a uno mismo cuando lee.
Por lo pronto, voy a quedarme con la plenitud que todo ser humano persigue, y con ello, calla y se satisface.
Bello poema para mi noche entreverada:)
Un beso, Fer
La plenitud del placer es siempre plena. No hay pasados ni futuros, ni huecos insatisfechos. El placer nos instala en pleno paraíso. Excelente.
Saludos.
Fascinante...la plenitud es un instante y mientras dura es eterno.
mil besos
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