miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cuando, dormida tú, me echo en tu alma...




Cuando, dormida tú, me echo en tu alma
y escucho, con mi oído
en tu pecho desnudo,
tu corazón tranquilo, me parece
que, en su latir hondo, sorprendo
el secreto del centro
del mundo. Me parece
que legiones de ángeles,
en caballos celestes
-como cuando, en la alta
noche escuchamos, sin aliento
y el oído en la tierra,
trotes distantes que no llegan nunca-,
que legiones de ángeles,
vienen por ti, de lejos
-como los Reyes Magos
al nacimiento eterno
de nuestro amor-,
vienen por ti, de lejos,
a traerme, en tu ensueño,
el secreto del centro
del cielo.



J.R. Jiménez


1 comentario:

Zarela Pacheco Abarca dijo...

Ciertamente, el corazón alberga nuestra alma. Que delicada y emotiva forma de decir que el secreto del mundo recide ahí, justamente en nuestro centro. Te felicito, hermosa poesía. Cariños.