lunes, 1 de febrero de 2010

LAMENTO



Los días de mi poder y felicidad ya han sucedido.
Nada espero ahora de la vida porque ya todo me lo ha dado.
Mi voz —altar de la condena que hoy padezco entre
los muertos, santuario en el que soporto aún los ecos y
espejismos de mi biografía— partió conmigo y hoy
es la piedra que machaca los perfiles irredentos de mi alma.
Mi alma —ese lugar ardiente y oscuro batido por el hielo y
por la luz, abrasada columna de mis días—
se postra ahora miserable como el despojo o
la lágrima de una vida arrasada por el fuego.
Días de esplendor y miseria he vivido entre los hombres.




Alfredo Saldaña


1 comentario:

Doberka dijo...

Gran poema, Alfredo, poderoso lamento...

Besos