Llévame oh llévame a la perdición
en mobilette mi amor.
Aníbal Núñez
Haberme dicho, amor, en tus cartas
cibernéticas, que el descapotable
ese del que me hablabas
y me jurabas –qué cara tienes-
aparcar en mi puerta, las vecinas
pendientes, yo arreglada,
haberme dicho, leche, que ese coche
era como eres tú, un amasijo
de risas/ una cosa por revisar
sin puertas, sin cadenas, sin ventanas,
sin luces, ¿y el techo?
- contigo siempre llego a la Encomienda
con la atmósfera por montera-.
Si yo hubiera sabido antes esto,
(quién iba a imaginar)
que una tartana, tú la llamas Mehari,
sin tilde, así: “Mehari”,
era tu descapotable tan famoso,
y que ahora me sonríes, las manos
al volante, las chanclas sobre el freno,
que me maten si no salgo corriendo
a buscarte y a darnos a la vida
al vuelo, a ras, al Duero.
Tocata y fuga a dos caballos. Esta
es la hora de darnos jaque, pronto.
Haberme dicho, amor, que tú eras esto.
Hubiéramos cabalgado antes.
Carmen Camacho
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