sábado, 28 de mayo de 2011
4 de Octubre
4 de Octubre
Aprisionada entre el metal, el asfalto,
la sal y el cemento, entre las ruinas
generacionales y el cielo despiadado.
Retorciéndome como una serpiente
o como un lagarto de escamas verdosas,
ofreciéndome en los mercados de marchitas verduras,
comiendo con sistema y durmiendo
con obligado horario cada noche,
huyendo por las rendijas luminosas,
mirándome en vergonzosos y desolados espejos,
metiendo las manos garganta abajo,
pecho abajo,
para extraer el vómito.
Mientras, la sangre sigue en las arterias
arrastrando innumerables circulacioenes,
viajando como un tren lleno de pasajeros.
¿Dónde encontrar los ojos de la noche?
¿Dónde la rosa, el águila?
Manuela Fernández Santamaría
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