lunes, 11 de febrero de 2008

El sudor del deseo






He descubierto que las gotas de tu cuerpo,
ese sudor que encierra el deseo cuando se cumple su ciclo,
se han pegado a mis manos.
Las yemas de mis dedos se confunden con ellas,
para su instinto precisan de una geografía,
esos rincones húmedos donde guareces tu dicha,
y así poder saber que el camino de tu piel
siempre guarda el milagro de las cosas
que se aprecian cuando se van.
De estas gotas conservadas en mí,
el néctar derramado de la noche,
hago la clepsidra del tiempo
en que mi imaginación te espera.




Fotografía aquí

1 comentario:

ybris dijo...

Qué tendrá el cuerpo amado.
Nunca acabamos de aprender su geografía.

aBRAZOS