nos reuníamos por las noches
en la cocina, para solidarizarnos
conversar y permitir un flujo de humor:
mi madre
mi hermano
mi hermana
alrededor de la mesa,
muchacho, aquello fluía
como estar en una cena de antiguos colegas
ya sabes: camaradería, buenas vibraciones, relax
pero todo lo bueno dura poco
minutos después de habernos reunido
se oía la llave en la cerradura,
seguida de un portazo violento
y la sensación de un nudo en la garganta:
una presencia incómoda
entrando por la puerta,
el marido y padre irrumpiendo en casa,
llenando las paredes
de malas vibraciones,
de enfado, de rabia, de odio, de tensión
nos mirábamos entre nosotros
y un silencio espeso y terrible
se abría con su llegada
entraba murmurando algo: hum,
abreviatura de su saludo cotidiano
nadie reía
nadie hablaba
nadie estaba cómodo
cuando él
se sentaba a la mesa,
nosotros huíamos sin hacer ruido
a otras habitaciones, a leer, mirar la tele
o, simplemente,
a reunirnos de nuevo los cuatro,
como si aquello fuera una conspiración
contra el tirano y su silencio autoritario.
José Ángel Barrueco
lunes, 5 de diciembre de 2011
el silencio del tirano
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1 comentario:
A quien no le habra pasado lo mismo, me pregunto. Hay tantos hogares con las mismas historias repetidas, pero admiro la valentia tuya en contarlas y hacerlas visibles en este espacio. Felicitaciones. me gustaria que pudieras incluir tu blog en mi directorio de blogs para que te lean mis lectores. Si lo crees conveniente me avisas, saludos cordiales. www.buscarblog.blogspot.com
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