Lo que debo hacer: volverme del revés. Convertirme en el reflejo que salta. Cambiar mis no en sí con un mágico gesto de la mano.
Todo dura lo que dura el instante.
Que entretanto estalle la granada del desasimiento. Me sea concedida la irresponsabilidad del zombi.
Porque aquí ya no hay referencias, ni destino. No hay un porqué de los actos, un argumento que hile. Sólo una habitación a la deriva y el falso horizonte.
Juan Manuel Uría
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