Entre la realidad y yo hay un espacio a recorrer. Un espacio de silencio, de blanco papel. Se pueden erigir puentes, sin embargo. Se deben trazar puentes para que sea posible la vida. Dialéctica simple. Y ¿qué se precisa para ello? Una voluntad firme, perseverante, que simbolizará un lápiz de punta roma. Voluntad de crear o voluntad de escribir, porque al principio, ya se sabe, fue el Verbo. Escribir será ir colocando cuidadosamente las palabras como ladrillos en ese espacio en blanco. Escribir, así, es construir. El escritor se iguala al obrero: levanta, forma, realiza. Da luz a lo que permanece en lo oscuro; la realidad se ilumina y el poeta aparece en su interior, también desvelado; la vida surge como Vida. Esto será la belleza, la verdadera, la que impacta y duele, la que hiere y educa. Entre la realidad y yo no habrá más distancia porque ya estamos unidos, conectados. ¿Poesía o realidad, entonces? El poeta dice: poesía es realidad. Es la manzana de vaho de la que se alimenta, que, aunque evanescente e inasible, nutre. Y en la verdad de esa nutrición, de la belleza duramente elaborada, de la palabra cementada, conquistada papel tras papel, puente a puente, está su esperanza.
Juan Manuel Uría
2 comentarios:
Estas letras son tan grandes como ciertas, porque el poeta que se siente poeta deja su piel en cada letra que cementa en la pared de la vida.
Abrazos Fernando
Ay! Quién pudiera ser escritor, así como lo describe ese texto, constructor , dador de luz, creador ...¡Gracias por compartir !
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