sábado, 29 de septiembre de 2012

DISCUSIONES DE ALTOS VUELOS






Fui con Marina a la azotea.

Madrid estaba borracho de alborada.

Habíamos pasado la noche discutiendo.

Me lanzó a la cabeza

un tresillo, el armario lleno de gente

a punto de salir,

y una sota de bastos.

No comprendía que me hubiera enamorado de ella

por foto.

Le costaba entender que quisiera

construirle el futuro

sin saber su pasado.

Era más fácil

cuando sólo soñaba con sus pies.

Los pies de Marina,

capaces de tocar serenatas

en lugares prohibidos.

Todo es más fácil

desde la tierra firme.

En la azotea puedes columpiarte

y jugar a aeronave.

Las cadenas del cielo

son de humo macizo.

Discutíamos, sí,

pero por decadencia.

Lo dicho, dicho estaba.

Y lo no dicho, también.

Me gusta ver a Marina enfadada.

Se le pone un color rubí

en las mejillas

y parece la luz de un lupanar.

Amsterdam de visita

por los techos de Madrid,

con mi amor irascible

en tiempo de rebajas.




Luis Ricardo Suárez Fernández


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