Sumábamos las horas de vacío,
los sueños incompletos,
los insomnios,
los besos apagados en los labios
con la oscura certeza de perdernos.
Sumábamos los tuyos con los míos
y el resultado nunca
daba el nuestro,
nos daba incertidumbre, miedo, dudas
como única razón para alejarnos.
Pasábamos las noches
entre sumas
y haciendo los balances más extraños
y nunca aparecía esa palabra
que cuadrara el montante de futuros.
Hoy, solo sumo ausencias,
desgarrones
y lágrimas vertidas entre líneas,
junto a la soledad que hoy me recuerda
que no siempre mi vida fue silencio.
Voy dejando de lado
ya las cuentas,
¿Con qué puedo sumar la mitad mía?
esta débil mitad que de mí, resta
no es sí no el subproducto del olvido.
Marcelino Sáez García
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