viernes, 13 de septiembre de 2013

Maldita profecía



          

I

Como maldita profecía

curo mi piel hilvanada

a los trazos delirantes

de tus bosquejos.



Me anclaste en un sórdido

pasear de cielos,

de renuncia,

de búsqueda:

ebria funámbula

por la infinita cuerda

que asgo cuando caigo

y suelto cuando sangro,

con el sino de no llegar

y el anhelo de encontrarte.



¿No habrá otro reino

donde la certeza

no sea perpetuo enigma

y los ecos no laceren mi nombre?



II

Aún desentierro pasiones

que se hacen realidad

en cuerpos de amantes

que hilvanan su piel

en los trazos delirantes

de mis bosquejos.



III

Almas funámbulas

calmando heridas,

que andan por infinitas cuerdas,

laberinto eterno. 



Reme Alvarez Díaz



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