viernes, 2 de abril de 2010
La modelo habla por teléfono con el fotógrafo
Desde que soy intercambiable
me han crecido nombres como extremidades, como ojos, como bocas. Me parezco a los cuadros de Warhol y a los ceniceros de los hoteles, a una diosa oriental
Con todas las bocas te llamo y con todos los ojos. Con todas las extremidades podría abrazarme a ti, pues he aprendido desde niña en los documentales que en cualquier país la lluvia es verde y negro el sueño que no llega
Mi tiempo es el tiempo en que puedes mirarme, porque no habito espacio ni sol más allá de este cordón umbilical que a veces es un árbol y muchas otras la carretera que da la vuelta al mundo
Todas mis variaciones que tú amas las he diseminado por el mundo porque alcanza mi deseo para multiplicarme por todas las antenas y pantallas: seré cualquier mujer que tú alimentes o maldigas
Tengo los dedos fríos de quedarme pegada a la fachada de cristal de mi oficina. Vivo en el polo Sur, en medio de la gran tranquilidad, concentrada en el trabajo de posar para ti
a todas horas
ante esta web-cam
Ya no estoy en los catálogos de tus exposiciones, y solamente viajo los fines de semana para alojarme en los hoteles por donde tú has pasado y entiendo que ser libre en este mundo de teléfonos
es una forma de ser intercambiable.
Luisa Miñana
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2 comentarios:
¿Quién no se ha disfrazado del deseo de aquel a quien desea para satisfacerlo, vestido de otros nombres?
Somos intercambiables.
Nos extendemos en el tiempo y en el espacio para estar donde y cuando esté.
Posamos.
Y, claro, duele salir de los catálogos de sus exposiciones cuando sólo nos queda seguir tras los rastros que va dejando.
En todo caso no es lo peor ser modelo sino que no haya fotógrafo ante quien posar o a quien seguir.
Besos, Luisa.
Daría lo que fuera por ser en ocasiones otra mujer, muchas diferentes, y después poder volver a mi realidad.
No me gusta la frialdad de los teléfonos ni de las web-cam, prefiero sentir el calor de los hoteles por donde él ha pasado.
Besos, Luisa.
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