sábado, 23 de octubre de 2010

ME HAN MIRADO LAS ACERAS





Me han mirado las aceras
con indolencia,
como si mis pisadas
ultrajasen su sosiego
y no mereciese la pena
la queja insondable

La sombra de mi reflejo
se evade por las vidrieras
de la intransigencia,
en busca de perfiles
faltos de abrazos

Mi ausencia
escolta al silencio
de una ciudad inconsciente,
entre bullicios y efluvios
podridos de soledad

Y mi cuerpo,
huérfano de linaje
o sonrisas,
abandona la esencia
de las aceras,
deshonrado y apocado,
para hibernar
en la morada del egoísmo



Francisco Picón


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