domingo, 3 de octubre de 2010

Nueve fugaces estrellas




Nueve fugaces estrellas derraman efluvios
ante la premura de la noche que declina.
La cigüeña remonta el azogue
y golpea en su ritmo,
cual obelisco que penetra distancias.
Gravitan en derredor los ortos fúlgidos.
Paisaje sonoro en el frío azul de la rosa.
Único hálito que atenaza los sentidos
donde el sinuoso círculo
revierte en luz amanecida.
Mañana suspendida en vertiginoso éxtasis.
Río y ribera ensanchan y oprimen el segundo.
Un copa de Viña Ardanza
ensalza el pasmo de la libertad.
Sueño de la más alta pasión
en eterno abrazo de arriesgado sentir.
Ancestral fuerza
en arcana señal de los dioses.
Distante,
exenta queda la rosa.
Dédalo que inunda
pentagramas y miradas.
Atenaza el pálpito de la pupila.



Enrique Villagrasa


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