domingo, 10 de octubre de 2010

Tres poemas




Hora prima



Caen aún los últimos oscuros.
Epidermis apenas
sobre siluetas en reposo.

Debajo habitan nombres
bilis
usos
alambres.

Los objetos respiran.

En silencio,
sus sabuesos aguardan.


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El beso


Descendimos al vértice.
Húmedos bordes.
Sed.
Y grutas sembradas de arrecifes.

Dos peces al acecho.

Entonces aire tibio.
Mareas.
Oleajes entre lo muelle
y la saliva.


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Sequía



Casi la siento fluir.
El tránsito en la boca.
Sus alertas de hielo en la garganta.

Pero la sed se abulta.
Queda sólo el espejo abismado de los pozos.
Las vasijas se fraguan
y un calor con acentos desemboca en las grietas.

Un grifo me interroga con su ojo sin llanto.

El vaso es un desierto
de vidrio.



Silvia Castro Méndez


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